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Locura femenina y apoyo a Luis Jara: El lado B de la tercera jornada de Festival

El breve show de Alejandro Sanz despertó el lado menos amable del Monstruo, pero sólo hasta que Natalia Valdebenito salió al escenario y lo cautivó con su rutina. El buen humor se mantuvo hasta el cierre de la jornada, con la puesta en escena de Jara.

25 de Febrero de 2016 | 12:14 | Carolina Cerda M., enviada especial a Viña del Mar
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La fuerza del Monstruo llegó cuando Sanz se despidió tras el más corto show de apertura en lo que va de Festival.

Aton.
VIÑA DEL MAR.- Si hubo una constante en la presentación de Alejandro Sanz en la tercera jornada del Festival, fue su bien intencionada pero repetitiva alusión al clásico "Chi chi chi le le le le".

No importó el formato, Sanz, se aseguró de sumar el cántico ya fuera en su llegada al escenario a todo el estilo Mardi Gras (como si no estuviéramos en la fecha equivocada y a miles de kilómetros de Nueva Orleans) y cada cuanto lo sumó a las canciones de su repertorio. Algo que se vislumbraba innecesario desde la partida de su show: el público se sabía cada una de sus letras y las cantaba a volúmenes que aún no se habían escuchado en la Quinta Vergara durante este Festival.

Lo bueno es que a pesar de lo majadero, Sanz no alcanzó a aburrir al respetable ni tampoco llegó a los niveles de zalamería de su compatriota que el siglo pasado se hizo popular por su histórico, "Os quiero, os amo, os adoro". De hecho, el cantante de "Amiga mía" se dio el lujo de pedirle al Monstruo que le cantara "Feliz cumpleaños" a Carolina de Moras, algo que ya se había hecho minutos antes, y los asistentes seguían alucinados. De hecho, esta fue la noche en que más claro y con más fuerza se escuchó el "Gaviota, gaviota" y antes que aparecieran De Moras y Araneda para acelerar el proceso de entrega de premios.

De Moras estaba realmente encantada con Sanz y su compañero de labores no estaba muy triste con la presentación: durante "No es lo mismo" se podía ver a los animadores bailar a un costado del escenario, tal como ocurría en todos los sectores de la Quinta. Pero el nivel de incondicionalidad quedó aún más en evidencia cuando el público incluso aplaudió a rabiar al ídolo a pesar de su (ojalá) olvidable versión "a lo Tagadá" (electrónica) de su ya clásica canción "Pisando fuerte".

El buen ánimo del público dio paso a caras de desconcierto en algunos sectores de la Quinta cuando el madrileño cantó "Corazón partío" con Javiera Mena, pues la cantautora nacional no pudo disimular que había olvidado la letra. Pese a ese mal momento, el show siguió adelante con la misma fuerza de los minutos previos.

Eso sí la verdadera fuerza del Monstruo llegó cuando Sanz se despidió tras el más corto show de apertura hasta ahora. Las pifias de los asistentes se escucharon por varios minutos, pero fueron acalladas rápidamente por el humor de Natalia Valdebenito, la actriz y comediante que no pudo pedir un mejor día para su rutina feminista que le hablaba directamente a quienes repletaban el lugar. Eso implicó que las risas no pararon hasta el fin de su presentación.

Otro gran triunfador de la noche fue Luis Jara, quien desplegó cada elemento posible sobre el escenario —¿Cuarteto de cuerdas? chequeado, ¿bailarinas livianas de ropa?, doblemente chequeado—, además de mucho humor: hasta metió estrofas en inglés en algunas de sus canciones perpetuando el chiste que no lo abandona desde la visita de Robbie Williams en 2004. Pero, lo más importante, mostró su muy buena voz y varios éxitos incombustibles.

Y la audiencia estaba feliz y de excelente humor. De hecho, cuando en "Mañana" el intérprete cantaba "¿Dónde andarás?" y "¿En qué lugar encontraré alguien como tú?". Algunos graciositos de la platea contestaba a todo pulmón: "Acá" o "aquí". Pero el buen ánimo no sólo se había apoderado del respetable, sino que en las primeras filas bailaban Julio César Rodríguez, Américo, Ana Torroja y Humberto Sichel, quien incluso copiaba los pasos de Jara.

El gran final llegó con "Un golpe de suerte". El problema es que la gente no tenía demasiadas intenciones de irse cuando el cantante dejó el escenario, así que mezclaban gritos de "No nos vamos ni c...." y súplicas a los desconcertados músicos para que no se fueran. Pero claro, en la Quinta prendieron todas las luces y ya no había nada que hacer ni negociar.
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