SANTIAGO.- "Este libro cuenta una serie de historias reales que, valga el lugar común, superan cualquier ficción. Como en una buena película de acción, los protagonistas de estas historias son en general espías soviéticos, estadounidenses, alemanes y de otras nacionalidades, que ejecutan maniobras de inteligencia increíbles en un pequeño país del fin del mundo… llamado Chile".
De esta forma comienza la introducción de "Chile Top Secret. El submundo clandestino de la CIA, la KGB, la DINA y los nazis" (Aguilar, $ 12.000), el nuevo trabajo de no ficción del periodista, escritor y académico Carlos Basso ("América Nazi", "Código Chile"), quien ahonda en el rol que jugaron estos grupos y agencias en diferentes momentos de la historia de Chile.
El fallido plan para asesinar a Fidel Castro en La Moneda, el caso del agente de la CIA que trató de impedir el golpe militar o la protección que un importante criminal nazi tuvo de parte del gobierno de Pinochet, son algunos de los relatos que incluye este trabajo que Basso presentará hoy en la librería Qué Leo Forestal (Merced 76) a partir de las 19:00 horas.
¿Qué te motivó a reunir estos nueve relatos que conforman "Chile Top Secret"?
-Algunas de estas historias se habían publicado en diferentes medios y, cuando ello ocurrió, siempre hubo mucha interacción, muchos comentarios, gente pidiendo más antecedentes, más datos, más investigación. Lo que ha pasado, por ejemplo, con "Historia secreta de Chile", de Jorge Baradit, o con libros como los de Francisco Ortega, Carlos Tromben, Waldo Parra o Patricia Cerda, es una demostración de que los chilenos tienen hambre por conocer acerca de su pasado, desde todo punto de vista, y modestamente me parece que en estas nueve historias hay un corpus de antecedentes que van a resultar muy valiosos para todos quienes quieran saber más acerca de nuestro pasado reciente.
Además, todas son dignas de novela y ahí tienes ejemplos como la vida de Michael Townley (no por nada, ahora se está produciendo una serie sobre él y su esposa), los azares de la vida de Walther Rauff, la historia de Henry Hecksher, el agente de la CIA que trató de impedir el intento de golpe de Estado que culminó con el asesinato del general René Schneider; la pugna entre Jaime Guzmán y la DINA, el plan de la KGB para rescatar a Luis Corvalán desde Isla Dawson en una operación comando, etc. A mi gusto, cualquiera de estas historias es un guión cinematográfico en sí.
Tal como lo mencionas, estas historias están protagonizadas por diferentes servicios de inteligencia en Chile. Pero el elemento común pareciera ser que todo lo narrado ocurrió durante la Guerra Fría.
-En efecto, ese es el contexto. Chile fue un país importantísimo en medio de esa guerra ideológica y en aquellos años fue una suerte de campo de experimentación tanto para el bloque estadounidense como para el soviético. Ambos bloques financiaron partidos políticos chilenos, diseminaron propaganda e intentaron influir en mayor o menor grado en el proceso político de nuestro país.
Todo lo que ha pasado en Chile a partir de los años '60, cuyas consecuencias aún vivimos, de algún modo es el resultado del choque de las tensiones que vivían EE.UU., la URSS, sus países satélites y aquellos otros países que, como el nuestro, eran objeto de sus intentos de influencia.
Y en tu opinión, ¿cuál podría ser el interés de Chile para los actuales servicios de inteligencia?
-Estimo que recién podremos tener una imagen más o menos objetiva de lo que han hecho actualmente en unos 25 años más, que es el rango mínimo de tiempo que la ley de libertad de información de EE.UU. (Foia) establece para la desclasificación de determinados documentos sensibles, salvo que medie una nueva orden ejecutiva que ordene una desclasificación masiva, como lo hizo el Presidente Clinton en 1999, a pesar de la resistencia de la CIA en ese momento.
Pese a ello, tengo la sensación de que, al menos para EE.UU., dejamos de ser un país muy interesante en materia de inteligencia, dado que desde los ‘90 hacia adelante la gran preocupación para la CIA, la NSA, el FBI y todas las agencias de inteligencia de EE.UU. ha sido el terrorismo de corte integrista salafista que practican grupos como Al Qaeda y sus satélites, así como Daesh y todos sus derivados.
Dado que Chile es uno de los países de América en que menos actividad de este tipo pareciera haber en los últimos años (salvo por algunas diligencias que han aparecido en la prensa, vinculadas a Hezbolláh, un grupo chiita de una ideología distinta a los anteriores), es probable que se hayan destinado mayores recursos de inteligencia a otros lugares mucho más candentes en ese aspecto, como la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil. Además, la época de los espías al estilo John La Carré se está extinguiendo. Si uno mira los archivos que algún hacker robó a la CIA y entregó a Wikileaks (o los de Snowden) verá que en su mayoría son galimatías, secuencias binarias y metadata incomprensible para cualquiera que no haya estudiado ingeniería informática. La guerra del espionaje hoy pareciera ser, mayormente, cibernética.
De todos los casos narrados, ¿cuál fue el más difícil de investigar y por qué?
-Lo más complejo fue escribir sobre la KGB y sus operaciones en Chile. A diferencia de EE.UU., Alemania o Inglaterra, que poseen leyes que posibilitan el acceso a determinada información, los rusos poseen una tradición de hemetismo que es muy fuerte y por ende no hay documentos desclasificados sobre la KGB. Lo mismo sucede en Cuba, otro país que tuvo una gran incidencia en Chile en los años ’60 y ’70. Desde ese punto de vista, lo que existe en términos de documentación son fuentes secundarias: documentos desclasificados norteamericanos como los que relatan el intento de la KGB por captar como agente a Pablo Neruda, el archivo Mitrohkin (filtrado por un ex archivista de la KGB), entrevistas, material de hemeroteca y material académico también.
En ese sentido, imagino que estas nueve historias son fruto de una selección y que hubo otros relatos que quedaron fuera. ¿Nos puedes contar sobre alguno de ellos?
-Un relato que quedó afuera y que a mí me gusta mucho, por lo insólito, es el relativo a un lanza chileno que fue detenido en Madrid luego de los atentados de la estación de Atocha, en 2004, acusado de haber sido quien proveyó el auto que usó el jefe del grupo de terroristas pero, claro, como que se escapaba un poco de la temática general. Otros temas que no se incluyeron, pues aún me faltan varios antecedentes, fueron los relativos a los servicios secretos cubanos en Chile y a los de la RDA, incluyendo al famoso agente "Pablito", Paul Ruschin, el único agente del bloque soviético que quedó en Chile luego del golpe de Estado (que se sepa).
¿Podemos esperar, entonces, una segunda parte de "Chile Top Secret"?
-Eso es algo que aún no sé. Me encantaría, pero va a depender de la respuesta que este volumen tenga en el público y también de los tiempos, pues tengo andando varios proyectos de ficción y no ficción.
"La CIA en Chile" y "América Nazi" son ejemplos de tu trabajo en el ámbito del periodismo de investigación. ¿Tienes pensado un nuevo libro en esta línea?
-Claro. Actualmente estoy escribiendo, luego de varios años de trabajo, una investigación periodística sobre la Colonia Dignidad, que se centra en los documentos desclasificados de dicho lugar, y que además revelará una serie de aspectos aún desconocidos acerca de ella.
Hablando de secuelas, muchos lectores se preguntan si después de tus novelas "Código Chile" y "Código América" viene en camino otro thriller similar.
-Como como te decía, estoy abocado a la escritura del libro sobre Colonia Dignidad, que de momento tiene como título "La secta", y en paralelo estoy escribiendo una novela netamente policiaca, llamada "Septiembre 11", que trata sobre un chileno que muy niño vivió el 11 de septiembre de 1973, luego de lo cual salió al exilio con sus padres, debido a lo cual su familia terminó viviendo en Estados Unidos, país en el cual, ya siendo detective del Escuadrón Sur de Homicidios de Manhattan, le tocó vivir el 11 de septiembre de 2001.
Esos dos onces de septiembre son hechos que ciertamente trastocan su vida y que afloran con mucha fuerza cuando, en el tiempo presente, le toca investigar una serie de crímenes aparentemente rituales, tanto en Nueva York, como en Santiago de Chile.