Dane DeHaan y Cara Delevigne protagonizan la cinta.
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SANTIAGO.- Luc Besson fue por otra de culto. Si hace dos décadas logró que "El quinto elemento" (1997) se convirtiera en un exponente de la ciencia ficción del siglo pasado, en esta oportunidad apostó en grande nuevamente por una ópera espacial extravagante y pop.
Inspirado en las historietas francesas creadas por Pierre Christin y Jean-Claude Mézières, "Valérian y Laureline", el cineasta creó un extenso y despampanante universo —completamente visual— en su nueva película, la que llega a las salas nacionales este jueves 10 de agosto.
"Valerian y la ciudad de los mil planetas" se ambienta en un futuro no tan lejano, donde diversas razas intergalácticas hicieron contacto y se unieron en la gigantesca urbe llamada Alpha, incluida la terrícola.
Tras años de "paz" en el universo, una desconocida amenaza pone en peligro al punto neurálgico de millones de habitantes del espacio. Para esto, los agentes gubernamentales Valerian (Dane DeHaan) y Laureline (Cara Delevigne) deberán solucionar este misterioso conflicto que se remonta a tres décadas antes y que involucra un evidente complot.
Besson no sólo nutre su película de figuras pop, también acierta con un apabullante espectáculo recargado de efectos visuales. Un ejemplo de ellos es la calidez e ingenuidad que transmite con los Pearl en su propio hábitat, el planeta Mühl, los que caen incluso en la inevitable comparación de los Na'vi en "Avatar" (2012).
Más allá de los logros técnicos, "Valerian" peca de ambiciosa. La cinta entretiene, pese a tener un guión predecible y medio romántico. Sin embargo, su intento de abarcar tanto la volvió tediosa a ratos, con actuaciones planas o repetitivas de la pareja protagonista —aunque Delevigne da un poco más que en "Escuadrón Suicida" (2016)— y con una extensión poco soportable en el último tramo del filme.
Ni el débil antagonismo de Clive Owen ("Closer: Llevados por el deseo"), ni la novedad de tener a una artista como Rihanna en el reparto salvaron a la última película de Besson de sólo ser una divertida y superficial superproducción. Pudo ser otra de culto, pero le faltó la simpleza dentro de la extravagancia espacial.