Andres Perez, El Mercurio.
SANTIAGO.- La primera vez que Incubus tocó piso chileno, fue en 2007. Por ese entonces presentaban "Light Grenades", gira que permitió que por primera vez se reunieran con su público latinoamericano. Para anécdota de sus seguidores chilenos, que con tantas ansias los esperaban, el concierto se postergó varios meses por una cirugía de muñeca del guitarrista Mike Einziger. Cuando por fin llegaron al escenario del entonces "Arena Santiago", una ola de fanáticos los recibió con ovación en el Parque O'Higgins, ocasión que los mismos artistas han recordado en algunas de sus entrevistas posteriores.
Han pasado diez años desde aquella vez y nuevamente un recital de Incubus convocó a una gran concurrencia de seguidores chilenos, en Movistar Arena. Esta vez ya no son aquellos adolescentes fanáticos que se sobre excitaron hace una década, sino que son adultos principalmente quienes componen su público. El menú de esta velada prometía deleitar al público con el nuevo álbum de la banda, "8".
Puntualísimos a las 21:00 horas arrancaron y dedicaron el primer tramo de su show a cumplir la promesa de probar en vivo sus nuevas canciones. El público chileno coreó con seguridad la lírica de "Nimble Bastard", el tema más popular de su nuevo trabajo. "Glitterbomb", en tanto, fue una prueba de la influencia que tuvo "Skrillex" en sus nuevas canciones, tras haber producido "8".
"Es un gusto verlos", fue el escueto saludo de Brandon Boyd al público y esa tónica distante se mantuvo durante todo el concierto. La desconexión emocional del músico con su audiencia, en aquel momento, no fue impedimento para que temas más antiguos como "Anna Molly", "Megalomaniac" y "The Wharmt" enloquecieran a los fanáticos, quienes llenaron el auditorio. La interpretación de uno de los temas más esperados "Wish You Were Here" incluyó un discreto homenaje a Pink Floyd y trajo la bandera de Chile al escenario.
El show continuó de manera correcta y sin demasiadas sorpresas hasta pasada la primera mitad del espectáculo. "Sick Sad Little World" marcó el punto de quiebre, el vocalista se entregó a la diversión quitándose la polera y atreviéndose a jugar con las percusiones. El público se contagió de esta energía para verterla en los temas posteriores, entre los que hubo una mezcla entre temas con trayectoria como "Are you in" y primicias como "No fun", los que fueron recibidos con gran calidez. Luego de un breve interludio musical, insistieron con los preferidos del público fiel, coronando con "Drive".
"Realmente los amo chicos" ("I really fuckin love you, guys"), fue lo más expresivo que ofreció Boyd durante la jornada. El público también aumentó su emocionalidad ofreciendo a la banda californiana un paisaje estrellado de interminables luces de celular.
La escena fue perfecta para terminar el concierto, tras dos horas y 20 canciones, con "Aqueous Transmission". El sencillo que forma parte de "Morning View", ensalzó el momento de la despedida con su suave melodía que fue tocada en un instrumento japonés llamado pipa, el que fue ejecutado por el mismo Einzenger, a diez años de su incidente en la muñeca.