Luis Miguel se detiene en el escenario luego de concluir el show. Se muestra atónito. Un ensordecedor clamor de su fanaticada lo quiebra. No han sido semanas fáciles para él en Chile. Víctima de las bajas temperaturas en la capital, su voz se mostró evidentemente afectada, quitándole su principal virtud, aquella que lo ha llevado a ser uno de los artistas más reputados de Latinoamérica.
No es común ver llorar a Luis Miguel en escena. Siempre es lo contrario. Son sus adherentes, quienes, bajo los acordes de una de sus tantas baladas son los que lagrimean emocionados. Ahora lo está él y los aplausos, que se intensificaron por segundos, le sirven de consuelo. Abrazado junto a sus músicos, hace una reverencia y se retira tras 10 noches de conciertos en el Movistar Arena.
Desde Argentina venían comentarios negativos a su "Tour 2023" por factores extramusicales. Su delgadez llevó a muchos, incluido un periodista de la televisión trasandina, a asegurar que era un doble el que se subía a su escenario. No obstante,
aquellos comentarios nada importaron a quienes lo han seguido desde que era un novel pero talentoso cantante por allá en los '80.
No se puede dudar de la fidelidad y el amor que sienten los fans por Luis Miguel. Para la noche del miércoles 6 de septiembre, ni la lluvia ni el frío fueron impedimentos y excusas para las más de 12 mil personas que repletaron por décima vez el Movistar Arena.
El show comenzó puntual. A las 21:00 horas, la preeminente banda que acompaña al artista mexicano, dirigida por el virtuoso bajista Lalo Carrillo, se ubicó en sus lugares para musicalizar la entrada del protagonista de la noche. Con las primeras canciones se notó lo mermada que estaba su voz. Evitaba llegar a notas altas -muy comunes en su rica discografía- y recurría mucho a los graves. Por momentos, el coro del público ocultaba la voz de Luis Miguel, que no tenía reparos en dirigir el micrófono hacia las masas.
Pero sólo había vestigios de esa notable voz que ha cautivado a millones de personas y que lo ha instalado como uno de los grandes cantantes de nuestra lengua. No obstante, aquella falencia era recompensada por su impronta y buen ánimo. Enérgico, Luis Miguel bailó, gesticuló efusivamente y recorrió de lado a lado el escenario, no mermando su energía en un poco más de 100 minutos de espectáculo.
Su repertorio musical ofreció un recorrido completo por toda su trayectoria. Y es, en este punto, donde queda demostrado la marca del mexicano, capaz de hacer conciertos plagados de éxitos. "Culpable o no", "Te necesito", "Amor, amor, amor", "Por debajo de la mesa", "No se tú", fueron algunos de los temas que hicieron gritar a los presentes durante la primera mitad del show.
La aparición de Michael Jackson y Frank Sinatra -uno de sus más importantes influenciadores- en pantalla sirvieron como puente para la segunda parte del concierto, donde estuvo acompañado de un grupo de 14 mariachis para interpretar, entre varios temas,
el considerado uno de los himnos de la música mexicana, "La Bikina".
El sonido de la banda que acompaña a Luis Miguel fue de lo más destacable de la noche. Impecables y sin fallas, ofrecieron un espectáculo de primer nivel.
Para cerrar, el "Sol de México" cantó un infaltable "medley" con éxitos como "Ahora te puedes marchar", "La chica del bikini azul", "Isabel" y "Cuando calienta el sol".
Pese a sus limitaciones, el público le agradeció el esfuerzo y el derroche de energía sobre el escenario, provocando lágrimas de emoción en Luis Miguel, quien se retiró del escenario con un hasta luego a un país que tanto cariño y éxito le ha entregado.
