El último motín en Brasil arrojó un saldo de 56 muertos.
AFP
SANTIAGO .- El número de prisioneros muertos el lunes en la Penitenciaría Anísio Jobim en Manaos, es el segundo hecho con mayor cantidad de victimas en el sistema penitenciario de Brasil, luego de la masacre de Carandiru en 1992, cuando 111 presos fallecieron en manos de la policía.
Este problema viene de la mano con lo reflejado con el Instituto de Investigación de Política Criminal y punto de apoyo en la Encuesta Nacional de Prisiones de la Información (InfoPen), realizado por el Departamento de Prisiones (Depende), Brasil es el país con la cuarta población carcelaria más grande en el mundo, con más de 600.000 personas encarceladas.
"Durante los últimos cinco años, la población de reclusos creció absurdamente por detenciones provisionales, por lo general por el tráfico", dice el sociólogo Arthur Trindade, ex secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal al diario Folha de Sao Paulo.
247 presospor cada 100 mil habitantes tiene Brasil de acuerdo a los datos del ICPS
Brasil tiene una media de 274 encarcelados por cada 100 mil habitantes, según datos del Centro Internacional de Estudio de las Prisiones (ICPS, en sus siglas en inglés). Es tan evidente que en el estado de Amazonas, con una población carcelaria superior a los 8.800 individuos, las cárceles albergan 2,59 presos por cada lugar disponible.
La realidad nacional ha sido la razón de varios hechos violentos ocurridos en las prisiones de ese país. Las causas de los motines y riñas suelen estar relacionados con enfrentamientos de organizaciones criminales encargadas del tráfico de drogas y armas, también por conflictos entre los presos y la seguridad policial de los recintos. Estas peleas han sido características en Brasil debido al número de victimas fatales y lo sangrientas de las ejecuciones.
Disturbios de celdas
Lo ocurrido este domingo en Manaos es sólo una muestra de los diversos conflictos carcelarios que han afectado a Brasil desde hace un buen tiempo, con resultados fatales.
Es así como en diciembre de 2013 un motín terminó con la decapitación de tres presos en la prisión de Pedrinhas, en el estado de Maranhao. Todo comenzó con una pelea entre bandas de reclusos y finalizó con la grabación de un video donde un preso le dice a otro que tiene que acomodar el foco de la cámara del celular para realizar el recorrido donde exhiben los cuerpos amputados como ejemplo de lo que les ocurre a los que los desafían.
El 25 de agosto del año siguiente, se amotinaron 700 presos en la cárcel estatal de Cascavel, en Paraná. Esta riña finalizó con la decapitación de dos reos y el lanzamiento de dos agentes de seguridad del techo de uno de los edificios del centro penitenciario.
Poco más de un año después, el 17 de octubre de 2016, fallecieron 25 presos en la Penitenciaría Agrícola de Monte Cristo de Boa Vista. La riña comenzó durante el horario de visitas cuando los internos de un pabellón tomaron de rehén a cerca de 100 familias. Entre las víctimas fatales, siete de ellas fueron decapitadas y otras seis carbonizadas.
Finalmente, el 2 de enero 2017, el saldo final en el motín de la cárcel de Manaos fue de 56 muertos, varios de ellos decapitados. Ha sido el caso más reciente de guerra entre facciones que se disputan el narcotráfico en el país. La masacre se debió a un enfrentamiento entre el grupo criminal conocido como la Familia del Norte (FDN), que opera en gran parte de la región amazónica, y el Primer Comando de la Capital (PCC), considerada como la organización más grande del crimen organizado en Brasil.