SANTIAGO.- A la fecha, Mein Kampf (Mi lucha), libro del líder nazi Adolf Hitler, está resultando un éxito de ventas. El instituto de investigación alemán que publicó en enero de 2016 una edición especial del libro comunicó que, desde su lanzamiento, las ventas han superado las expectativas.
Son cerca de 85.000 los ejemplares en alemán que han sido vendidos, y el éxito ha sido tal que el editor y director del Instituto de Historia Contemporánea (IfZ) en Munich, Andreas Wirsching, reconoció que "las cifras nos abrumaron". A finales de enero, el IfZ lanzará una sexta reimpresión, esta vez con notas críticas de los estudiosos.
Este dato se suma al éxito que ha tenido el proyecto de la empresa Historiale, que construyó una réplica del búnker de Hitler a 1,6 kilómetros del original y se puede visitar por unos 12,5 dólares por persona (8.400 pesos chilenos).
Wieland Giebel, de Berlin Story, afirmó que la intención era mostrar a los turistas más sobre el pasado de la ciudad. La compañía atrajo publicidad al invitar a decenas de corresponsales extranjeros al tour de inauguración en otoño, para después abrir sus puertas al público con dos visitas guiadas al día. Cada tour cuenta con al menos la presencia de 30 visitantes.
"Claro que vende, de eso no hay duda" dijo Stefanie Endlich, profesora de la Universidad de Artes en Berlín y experta en arte nazi. "Pero todos estos nuevos montajes de situaciones del nacional socialismo son algo inquietante", agregó.
Kay-Uwe Von Damaros, vocero del centro de Topografía del Terror, calculó que cerca de 1,3 millones de personas visitaron el centro. Un recuento denso y desalentador de cómo los nazis subieron al poder, gobernaron y destruyeron. "Esto muestra que el interés en trabajar con esta narrativa sigue siendo elevado", comentó al diario The New York Times.
Así, a poco más de 71 años de la muerte de Hitler, estos dos hechos ocurren en medio del auge del populismo nacionalista en Europa y otras partes del mundo, con un mensaje muchas veces antimigratorio y proteccionista.
Resurgimiento de antiguas políticas
Después de medio siglo de construcción de una Europa democrática, en la última década se ha desarrollado en casi todos los países un movimiento contrario, un ultranacionalismo populista. La crisis de los refugiados ha sido el detonante de este fenómeno que hace peligrar la construcción europea tal como se conoce.
En las últimas elecciones al Parlamento Europeo se produjo por primera vez en la historia de la institución un cambio esencial. Los partidos abiertamente antieuropeos formaron dos grupos políticos. Y si se suma a los euroescépticos liderados por el Partido Conservador británico, ya son tres.
Entre los múltiples y diferentes factores que han permitido la consolidación y el auge de estos partidos, el politólogo Daniel Oesch, en conversación con el diario Público de España, menciona dos tipos de factores tras analizar los casos de Austria, Bélgica, Francia, Noruega y Suiza. El primer factor es el cultural, asociado a la percepción de inmigración como una amenaza a la identidad del país y que lleva a defender el concepto de la sociedad cerrada. El segundo factor tiene relación con el debilitamiento de las lealtades políticas tradicionales ante la insatisfacción ciudadana con el funcionamiento de la democracia.
En Francia se tiene un claro ejemplo del éxito de estas nuevas políticas de cara a las elecciones presidenciales de abril próximo, donde uno de los candidatos con mayor opción es la ultraderechista Marine Le Pen, del Frente Nacional (FN), quien según los últimos sondeos llegaría a la segunda vuelta, con propuestas como el cese de la gratuidad en la educación pública para los hijos de extranjeros en situación irregular.
"No tengo nada en contra de los extranjeros, pero les digo que si vienen a nuestro país, no esperen (...) ser atendidos, ser curados o que sus niños reciban educación gratuita, eso se acabó", declaró la presidenta del FN durante una conferencia, según consigna el diario El Tiempo.
El activista político y cofundador de Podemos, Miguel Urbán, también señala a las políticas migratorias de la Unión Europea (UE) como "estímulo" y "alimento" de las formaciones de extrema derecha. "En los últimos 20 años la UE se ha dedicado a legislar contra la inmigración como un problema, de tal manera que ha estigmatizado a la población migrante y provocando el siguiente hilo discursivo: si tengo que legislar para protegerme del inmigrante, es que muy bueno para mi sociedad no es. De esta manera, cada vez más vamos a un vínculo entre inseguridad ciudadana, recortes en derechos e inmigración”.
EE.UU. sigue los pasos Europeos
A causa del resurgimiento de los partidos nacionalistas, populistas y ultraderechistas en Europa, el Presidente más poderoso del mundo, ha opinado y comentado respecto a este tema. "Debemos estar vigilantes ante el aumento de una especie vulgar de nacionalismo o identidad étnica o tribalismo que se construye alrededor de un nosotros y de un ellos", dijo Barack Obama, durante su visita a Grecia, en la primera etapa de su último viaje internacional.
Sin embargo, el próximo 20 de enero Obama será sustituido por donald Trump, quien pretende realizar una transformación en la política exterior, buscando reorganizar las alianzas territoriales y poner a "Estados Unidos primero", tal como decía una de sus frases de campaña.
Los efectos ya se están reflejando en algunas decisiones empresariales, como ocurrió este martes cuando el presidente de Ford, Mark Fields, declaró sorpresivamente que se cancelaría la construcción de la planta de San Luis Potosí en México, donde el fabricante estadounidense tenía previsto producir el nuevo Ford Focus.
En respuesta a esta acción, Trump declaró en un tuit: "Gracias a Ford por cancelar una nueva planta en México y crear 700 nuevos empleos en EE.UU. Este es el inicio, viene mucho más".
Fields declaró el mismo martes que la cancelación de la inversión en México es un "voto de confianza" de la empresa en Trump y sus políticas. Esta medida se produce después de que el Presidente electo amenazara meses atrás a Ford con la imposición de aranceles aduaneros de hasta el 35% a los vehículos producidos en México y que son exportados a Estados Unidos.