SANTIAGO.- El viernes, Donald Trump cumplió una semana al mando del Gobierno de Estados Unidos. Las expectativas respecto a lo que haría el magnate en sus primeros días en la Casa Blanca eran variadas, considerando las controversiales propuestas hechas durante su campaña y que lo llevaron a ganar la última elección.
Y, al parecer, el magnate también sentía esa "presión", por lo que no quería "defraudar". Así lo hizo notar desde que juró en la ceremonia en el Capitolio, donde su estilo confrontacional de los últimos meses reflotó más que nunca y la frase "hagamos a Estados Unidos grande de nuevo" se volvió a escuchar, y con fuerza.
Así, en el discurso inaugural Trump fue claro: "La ceremonia de hoy tiene un significado muy especial porque no estamos meramente transfiriendo el poder de un gobierno a otro, o de un partido a otro. Estamos transfiriendo el poder de Washington DC y devolviéndoselo a ustedes, la gente", señaló.
De este modo, mientras surgían los análisis respecto a que Trump definitivamente no moderó su discurso luego del cambio de mando como algunos esperaban, el mensaje del nuevo Mandatario era claro: seguirá siendo el mismo de siempre y sus promesas de campaña, muchas de ellas consideradas descabelladas, sí se realizarán.
Acción desde el inicio
Y las medidas del nuevo Presidente estadounidense comenzaron inmediatamente, con la firma de un decreto en contra de la reforma de salud del gobierno anterior, más conocida como "Obamacare", una de las iniciativas estrellas de la administración Obama y cuya aplicación estaba en la mira de Trump, quien desde un principio de su campaña prometió su derogación.
Con esta nueva acción, el Mandatario ordenó a su gobierno conceder el máximo de exenciones posibles a la normativa, esperando que sea derogada en el Congreso, de mayoría republicana. Esto no tendría problemas debido a que el ahora oficialismo siempre se mostró contrario a la reforma, aunque hay dudas respecto de cómo será reemplazada.
Asimismo, ese 20 de enero de 2017 fue proclamado por Trump como el "día nacional del patriotismo", con la finalidad de "reforzar los vínculos entre nosotros y con nuestro país".
Dos días después, el empresario dio otro golpe, al anunciar que su administración renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), firmado hace más de dos décadas con Canadá y México, medida que ya ha sido vista con resquemor desde el país latinoamericano.
Pero esto no quedaría aquí, porque el gran batacazo ocurrió el lunes, con la firma del acta de salida de Estados Unidos del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), otro de los proyectos estrella de la era Obama. Se trata de una de las promesas principales de Trump, quien ha recalcado su intención de revisar los tratados de libre comercio firmados por su país.
Ese mismo día, el Presidente firmó una orden ejecutiva que prohíbe el financiamiento con fondos públicos las ONG internacionales pro aborto, en el marco de su agenda valórica.
Los enfrentamientos con México
Pero sin duda que el tema que más marcó la primera semana de Donald Trump fue sus anuncios relacionados con México. Así, el miércoles firmó la orden ejecutiva para iniciar la construcción de un muro en la frontera con el citado país latinoamericano, una de sus promesas de campaña más polémicas y criticadas.
Y para financiar el gigantesco costo de esta edificación (más de 10 mil millones de dólares, según los expertos), ya habría encontrado la fórmula: con un impuesto del 20% a las importaciones mexicanas.
El hecho, obviamente, no cayó bien en México, cuyo Presidente Enrique Peña Nieto enfatizó que su país no pagará el muro. Esto, ad portas de la reunión que ambos mandatarios tenían programada para el próximo martes en la Casa Blanca.
Es por eso que, acto seguido, Donald Trump respondió a través de su cuenta de Twitter -una práctica que se ha hecho común- aseguró que era mejor no reunirse si es que México mantenía esta postura contra el muro. Finalmente, eso fue lo que ocurrió.
No obstante, el viernes hubo un acercamiento luego de que ambos jefes de Estado sostuvieran una conversación telefónica, donde acordaron limar asperezas.
Trump versus los medios
Finalmente, el otro gran episodio que protagonizó Trump esta semana tuvo que ver con su eterna lucha con la prensa. Esta vez, luego de la cobertura que se le dio al cambio de mando, donde diversos medios de comunicación publicaron el contraste de la asistencia de público entre la investidura de Barack Obama en 2009 y la del magnate en 2017.
Para el propio Mandatario, esto desmostraba que los periodistas son algunas de "las personas más deshonestas del planeta" al publicar hechos que, aseguró, son falsos, puesto que la asistencia fue bastante mayor.
Pero la respuesta que más llamó la atención vino del secretario de Prensa, Sean Spicer, quien mostró dudosas imágenes que reflejarían la masiva asistencia a la investidura de Trump, lo que fue cuestionado por los medios de comunicación.
Ante esto, la consejera de gobierno Kellyanne Conwaydijo que lo que hizo Spicer "fue presentar hechos alternativos. No hay manera de contar las personas dentro de una multitud con exactitud".
Son los primeros hechos de la administración de Trump. Habrá que esperar qué vendra en el futuro.