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La vida después de Guantánamo: Los diferentes caminos que tomaron dos amigos afganos

Haji Ghalib y Abdul Rahim Muslim Dost se conocieron tras ser enviados a la cárcel estadounidense en Cuba. Hoy en libertad, uno lucha contra fundamentalistas y otro es miembro del Estado Islámico.

27 de Febrero de 2017 | 10:11 | AFP
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Haji Ghalib pasó cinco años en la cárcel. Tras volver a su país natal, comenzó su lucha contra los talibanes y yihadistas.

AFP
BATI KOT.- Dos amigos afganos estuvieron encarcelados juntos en Guantánamo, pero siguieron caminos opuestos tras su liberación: uno se convirtió en yihadista del Estado Islámico, el otro se unió a la coalición liderada por Estados Unidos que combate al grupo radical.

Haji Ghalib y Abdul Rahim Muslim Dost, cuya amistad nació de la pasión que ambos compartían por la poesía, se conocieron tras una redada posterior a los atentados del 11-S en Estados Unidos, cuando fueron enviados a la cárcel de Guantánamo, ubicada en Cuba.

Su caso es un ejemplo del fallido legado que ha dejado Guantánamo en términos de la lucha contra el radicalismo, mientras que el Presidente Donald Trump parece estar dispuesto a dar un giro de 180º en los esfuerzos del anterior gobierno estadounidense de terminar con la polémica prisión.

"Guantánamo es el peor lugar de la Tierra", dice Ghalib quien, con su cara surcada por profundas arrugas, calcula que tiene 49 años.

Él servía en la policía afgana en 2003 cuando fue sorpresivamente acusado de tener vínculos con insurgentes. "Cada día me hago las mismas preguntas: '¿Por qué me detuvieron? ¿Por qué arruinaron cinco años de mi vida? ¿Por qué no hay justicia ni compensación?".

Las autoridades lo despidieron, los despojaron del uniforme públicamente y lo enviaron a Guantánamo hasta que, en 2007, el ejército estadounidense concluyó que no era "miembro de Al Qaeda o de los talibanes".

Al ser puesto en libertad, Ghalib canalizó su resentimiento luchando no contra los estadounidenses sino contra aquellos a quienes llama los "enemigos reales de Afganistán": los talibanes y, más recientemente, los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

Esto incluye a su antiguo amigo Muslim Dost, a quien oficiales afganos y occidentales describen como uno alto comandante del EI en la provincia de Nagarhar (este), y quien salió de Guantánamo dos años antes que Ghalib.

'Semillero de terrorismo'


Experto demagogo, Muslim Dost pasó sus días en Guantánamo orando y predicando sobre la yihad. "Cuando él predicaba, los presos lloraban", recuerda Ghalib. "Se quedaban perturbados por su profunda e hipnótica voz".

Muslim Dost escribía poemas en las tazas que tenía a la mano, a falta de útiles y herramientas.

"Guantánamo es un semillero de terrorismo", afirma Kako, de 35 años. Estuvo encarcelado con su primo Ghalib. "Dio legitimidad a fanáticos como Muslim Dost". Para ambos, Guantánamo, abierta en 2002 tras los atentados del 11-S contra el World Trade Center y el Pentágono, sigue siendo un hervidero para el sentimiento antiestadounidense.

Cerca de un cuarto del total de detenidos eran afganos, y la mayoría fueron reconocidos posteriormente como no combatientes que habían sido arrestados por error o acusados injustamente por rivales locales o por cazarrecompensas.

"La detención arbitraria era un factor importante para llevar a algunos afganos a la insurgencia, y ayudó a avivar una nueva fase en un conflicto largo y amargo", recoge un reciente informe de la Red de Analistas de Afganistán.

"No saldrá vivo"


Barack Obama, que prometió cerrar Guantánamo, liberó a detenidos hasta los últimos días de su mandato. Pero el recién asumido Presidente Trump podría enviar a nuevos detenidos a dicho presidio, señalaron medios estadounidense, citando el borrador de un decreto.

"Estados Unidos debería considerar Guantánamo como una necesidad, pero necesitan diferenciar entre los fundamentalistas y los patriotas", indica Ghalib.

Ghalib es el jefe de distrito de Bati Kot, en Nangarhar, un mosaico de colinas y campos de naranjas y melones, rodeado por bastiones de los talibanes y del Estado Islámico.

Su lealtad a Estados Unidos está asegurada, pero le ha costado cara. En 2013, los talibanes mataron a su hermano. Unas semanas después, colocaron explosivos alrededor de la tumba, donde solía acudir la familia de Ghalib para rezar, matando a 18 personas. Entre las víctimas estaban las dos esposas de Ghalib y varios de sus nietos.

Mientras Ghalib narra su historia y la de su antes amigo de cárcel, aparece su hijo mayor con malas noticias: han matado a un familiar suyo en una emboscada, a solo unos metros de la base. Hundió su cara entre las manos. "La gente como Muslim Dost quizá combata a los extranjeros pero matan sobre todo a afganos", comenta. "Si algún día me lo cruzo en el frente, no saldrá vivo".
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