SANTIAGO.- Todo comenzó el pasado jueves 6 de abril, cuando el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó el lanzamiento de 59 misiles Tomahak a la base aérea siria de Shairat, en respuesta por el presunto ataque químico del Ejército sirio en la ciudad de Jan Sheijun, que dejó al menos 87 civiles muertos, entre ellos varios civiles.
En la ocasión, el Mandatario justificó su decisión en que "es en el interés vital de la seguridad nacional de Estados Unidos prevenir y disuadir la difusión y el uso de armas químicas mortales". Todo esto, después de que uno de los lemas principales de la campaña presidencial de Trump fue "Estados Unidos primero".
Es por eso que esta sorpresiva medida llamó la atención de todos y marcó un punto de inflexión en la política exterior estadounidense, lo que quedó reforzado con los hechos ocurridos días después con las provocaciones mutuas entre los norteamericanos y Corea del Norte, aunque sin llegar a los enfrentamientos bélicos.
Pero el broche lo puso este jueves con el lanzamiento de la llamada "Madre de todas las bombas" en Afganistán, específicamente en el distrito de Achin, provincia de Nangarhar. La misión: destruir una red de túneles del Estado Islámico (EI) en esa zona cerca de la frontera con Pakistán.
De este forma, se puede ver un "golpe en la mesa" de parte de Donald Trump y su gobierno en materia internacional, tomando un liderazgo defendido por varios, pero también criticado por otros, principalmente por quienes protagonizan el escenario de la política exterior, como Rusia.
El factor Siria
Todo marchaba en cierto modo "tranquilo", pero el martes 4 de abril un ataque del Ejército sirio, presuntamente químico, despertó las alarmas. Fueron más de 87 los civiles muertos y el repudio internacional no se hizo esperar, aunque el régimen del Presidente Bashar al-Assad no tardó en desmentir todas las acusaciones en su contra.
Así, apareció un protagonista que hasta ese momento se encontraba un poco "alejado" del panorama sirio, como Estados Unidos. Y el llamado de la Casa Blanca fue lapidario, advirtiendo posibles intervenciones militares. Y así fue, con el bombardeo ocurrido el jueves 6 en la base aérea de Shairat, tras la orden del Presidente Donald Trump.
Este hecho cambió todo el panorama, porque no sólo significó la participación directa de EE.UU. en el conflicto sirio más allá de sus continuas críticas al Gobierno y su apoyo a las fuerzas rebeldes, sino que también acabó con la "luna de miel" entre la Casa Blanca y el Gobierno ruso, principal aliado de Bashar al-Assad.
Asimismo, tanto Trump como el resto de su Gobierno enfatizaron que esta intervención podría repetirse a futuro.
Las provocaciones con Corea del Norte
Pero los ojos de Estados Unidos no sólo estaban puestos en Siria, sino que también en uno de los países conocido como enemigo histórico, pero que hasta ahora las tensiones no escalaban, como Corea del Norte.
Ya lo decía semanas atrás el propio Donald Trump: "Corea del Norte se está portando muy mal. Ellos han estado 'jugando' con Estados Unidos durante años ¡China ha hecho poco para ayudar!". Esto, en medio de las pruebas de misiles del régimen de Kim Jong-un, que escala en su plan nuclear. Y la cosa ha ido escalando.
Así, mientras el país asiático señalaba que está todo "listo" para un posible ataque, intimidando a Corea del Sur y Japón y preocupando a su aliada China, en Estados Unidos prendían las alarmas y enviaron una señal: el envío de un portaaviones a la península coreana.
Y mientras en Norcorea siguen con las amenazas, Trump no se quedó atrás y recalcó que está dispuesto a actuar sin la ayuda de China, por lo que ya maneja una serie de acciones militares presentadas por el Pentágono. Y el jueves el Mandatario coronó todo señalando que Corea del Norte "es un problema" que "será atendido", dejando en claro que esto puede escalar.
La sorpresa afgana
Y si el bombardeo hace una semana en Siria fue sorpresivo, lo ocurrido este jueves es aún mayor. Poco se hablaba de Afganistán hasta que el Pentágono comunicó el lanzamiento del arma no nuclear más poderosa de todo su arsenal: la GBU-43/B, conocida como "la madre de todas las bombas".
El objetivo de este operativo era desmantelar la red de túneles del grupo yihadista Estado Islámico en la zona fronteriza con Pakistán. De esta forma, Trump busca cumplir con su promesa electoral de "destruir por completo" la agrupación.
Se trata de una acción que impacta y que demuestra que Trump no se quiere quedar atrás y está mostrando todo su poderío, que quiere liderar esta lucha antiyihadista y mantenerse como un referente. Y parece que para lograr ello hará todo lo que tenga a mano.