GINEBRA.- Las inundaciones y deslizamientos de tierra en Sierra Leona han causado la muerte de entre 400 y 420 personas, pero se teme que se identifiquen muchas más víctimas conforme las tareas de rescate avanzan.
Así lo informó hoy en una rueda de prensa el presidente de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR), Elhadj As Sy, quien confirmó que se mantiene la cifra de 600 desaparecidos. "En situaciones como ésta, tres a cuatro días después del desastre aumenta el riesgo de encontrar más gente muerta que viva", señaló el responsable humanitario.
Sy afirmó que aunque "desgraciadamente todavía encontraremos muchos cadáveres", los trabajadores humanitarios también guardan la esperanza de que algunos de los desaparecidos aparezcan. "Puede ser que algunos de los que están dados por desaparecidos no estaban en el lugar cuando ocurrió la tragedia y que otros están varados en áreas remotas a las que todavía no hay acceso", confió el responsable.
Sy indicó que en breve se planea pasar de la fase de emergencia a la de rehabilitación "que será de largo plazo y en la que acompañaremos al Gobierno y a las comunidades a que se preparen para para afrontar mejor el próximo shock".
Por su parte, la Oficina de Ayuda Humanitaria de la ONU anunció el envío hoy mismo a Sierra Leona de un equipo de siete expertos en la evaluación y coordinación de la ayuda humanitaria en casos de desastre. Así, emplazó a la comunidad internacional a ayudar al país africano enfatizando en que sería necesario "combinar los esfuerzos de todo el mundo" para responder a la crisis provocada por esta tragedia.
Los habitantes de Freetown -capital superpoblada de unos 1,2 millones de personas de uno de los países más pobres del mundo - fueron sorprendidos durante la madrugada del lunes cuando, tres días después de unas lluvias torrenciales, grandes cantidades de barro invadieron las calles y trozos enteros de colinas se derrumbaron sobre las viviendas.
En un primer momento, las autoridades y las agencias internacionales tratarán de evitar la propagación de enfermedades que provocan generalmente las inundaciones, como la disentería y el cólera.