SANTIAGO.- Las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba se han caracterizado, al menos en las últimas seis décadas, por estar llenas de desencuentros. Un alivio lo brindó el ex Presidente Barack Obama cuando decidió descongelar las interacciones y volver a conversar y reabrir las embajadas. Sin embargo, con la llegada de Donald Trump a la presidencia, las diferencias, al parecer se han acentuado.
Uno de los momentos más críticos en las relaciones entre ambas naciones ocurrió hace exactamente 55 años, cuando en medio de la Guerra Fría, los estadounidenses fotografiaron misiles soviéticos en la isla caribeña.
El 22 de octubre de 1962, el entonces Mandatario del país norteamericano, John F. Kennedy, se dirigió, a través de un mensaje televisado, a toda la nación y reveló el descubrimiento: ocho días antes, un avión espía U-2 había sobrevolado territorio cubano y consiguió captar rampas de lanzamiento de misiles con un alcance que les permitía destruir cualquier ciudad de la costa este norteamericana, desde Miami hasta Nueva York, pasando por Washington.
Ese mismo lunes en que se dirigió al país, el jefe de Estado norteamericano anunció la medida que tomaría ante la amenaza: un bloqueo naval contra la isla. Cuba, que ya contaba con el embargo económico impuesto por EE.UU., pasaba además a estar en "cuarentena".
Casi un centenar de buques fueron desplegados alrededor del territorio cubano y decenas de escuadrones aéreos patrullaron para interceptar los cargueros soviéticos que pudieran llevar armamento. La inteligencia estadounidense no sabía que ya había desplegados más de 40.000 militares de la Unión Soviética (URSS) en la isla.
Durante una semana se vivieron los momentos más tensos de la Guerra Fría. Fue entonces cuando Kennedy y el entonces máximo dirigente de la URSS, Nikita Jruschov, negociaron a espaldas de Cuba una solución al conflicto: los soviéticos retirarían los cohetes y EE.UU. se comprometería a no invadir la isla.
Un breve acercamiento
Tras más medio siglo desde aquel crítico momento, las relaciones aún están tensas. Aunque durante el liderazgo de Obama el Gobierno estadounidense tuvo un acercamiento histórico con el régimen comunista de los hermanos Castro, el Ejecutivo actual con Trump a la cabeza pareciera haber dado varios pasos hacia atrás.
En 2015, el ex Mandatario norteamericano y Raúl Castro, Presidente cubano, concretaron el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Con ello, se reabrió la embajada del país norteamericano en La Habana, que había sido cerrada 1961 y se plantearon ofertas comerciales de telecomunicaciones, un servicio de línea aérea regular, una mayor cooperación en la aplicación de la ley y la protección del medio ambiente.
Ese mismo año Obama impulsó que Cuba fuera sacada de la lista de países que apoyan el terrorismo, y en 2016 se convirtió en el primer Presidente en actividad en visitar la isla en más de 80 años. Sin embargo, a pesar de ser unas de sus promesas de campaña, no logró levantar el embargo económico y tampoco cerrar la cuestionada cárcel de Guantánamo.
A 55 años, aún hay conflicto
De todas formas, el descongelamiento de las interacciones durante su gestión fue catalogado de inédito y valorado a nivel internacional. Un legado del que poco quedaría unos años después con la llegada de Trump.
En junio pasado, durante un discurso en Miami, el Mandatario volvió a enturbiar las relaciones mediante la reafirmación del bloqueo económico, el endurecimiento de las restricciones para los viajes de ciudadanos estadounidenses hacia la isla y la prohibición a las empresas norteamericanas de hacer negocios con compañías cubanas controladas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Aseguró, además, que estas medidas no se levantarán hasta que el régimen castrista mostrara avances respecto de los derechos humanos y democráticos, como la realización de elecciones libres.
Aunque Trump anunció que su país mantendría abierta la embajada de EE.UU. en La Habana y la cubana en Washington, ello se pondría en jaque meses después. A mediados de septiembre, el secretario de Estado, Rex Tillerson, advirtió que se encontraban barajando la posibilidad de cerrar la sede diplomática en la capital isleña, debido al presunto "ataque sónico" sufrido por un grupo de funcionarios estadounidenses destinados en Cuba, a finales del 2016.
Tras las acusaciones, el Ejecutivo de Trump retiró a la mitad de su contingente diplomático de la isla, suspendió la emisión de visados a cubanos desde su embajada en La Habana y solicitó a sus ciudadanos que no viajen al país caribeño. Por último, el pasado 3 de octubre, las relaciones llegaron a su punto más frágil en años, luego de que la Casa Blanca expulsara a 15 funcionarios cubanos de la embajada isleña en Washington.
Así, pese a que 55 años después ya no hay misiles y, ciertamente, las cosas han cambiado, la relación sigue siendo tirante, aunque en menor medida. Sólo queda esperar cómo avanza esta historia y si las cosas vuelven a cero.