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Favores sexuales y afición por las armas: La trama en torno a la supuesta espía rusa detenida en EE.UU.

Maria Butina (29) es acusada de ser una agente encubierta que buscaba beneficiar al Kremlin en suelo estadounidense. Para lograrlo, dicen, se infiltró en la Asociación Nacional del Rifle y ofreció su cuerpo a cambio de influencia.

19 de Julio de 2018 | 11:47 | Agencias/Redactado por Valentina Salvo U., Emol
SANTIAGO.- Ofrecer sexo a cambio de ventajas en una operación de espionaje, estrechar lazos con un poderoso grupo de lobby de armas y realizar prácticas engañosas para forjar lazos influyentes, eran algunas de las técnicas que se le atribuyen a Maria Butina, la supuesta agente rusa encubierta detenida en EE.UU.

De larga melena pelirroja y de tez blanca, la joven de 29 años fue detenida este domingo y el miércoles concurrió a la sala de un tribunal federal de Washington, por el delito de conspiración contra EE.UU. y por desempeñarse como agente externa para una potencia extranjera, sin autorización previa.

Ella lo niega; sin embargo, los documentos oficiales de la investigación, entre los que se narran sus vínculos con altos funcionarios del Kremlin, lograron convencer al tribunal que terminó por dejarla en prisión preventiva bajo el argumento de su inminente riesgo de fuga.

Armas y su vínculo con un importante político ruso

Nacida en la ciudad siberiana de Barnaúl, Butina asegura ser graduada de Ciencias Políticas en la Universidad Pública de Atlái. Según consigna el portal ruso Sputnik, la joven se hizo conocida en Moscú por ser la presidenta de la ONG Derecho a las Armas, una organización que respalda la libertad de las personas para adquirir y portar armamento de fuego, actualmente prohibido en Rusia.

En 2015 Butina viajó a Washignton con una visa de estudiante. Aunque aseguraba que su intención era cursar un máster en Relaciones Internacionales en la Universidad Americana de Washington, para la inteligencia estadounidense ello no era más que un pretexto, por lo que comenzaron a seguirle el paso. Fue así como lograron recabar una serie de antecedentes que hoy la tienen bajo custodia.

Según los informes presentados este miércoles por el Departamento de Justicia, durante su estadía en EE.UU. Butina trabajó oculta para establecer canales de comunicación con el Kremlin e infiltrarse en organizaciones políticas estadounidenses, entre ellos el poderoso "lobby" de armas, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés). Su intención habría sido recopilar información de inteligencia para un alto funcionario ruso con quien trabajaba.

Se trataría de Alexander Torshin, un ex senador y actual vicepresidente del Banco Central de Rusia, cercano al Presidente Vladimir Putin. Ambos se conocieron cuando la joven aún vivía en Rusia, pues el ex legislador también apuesta por la libre circulación de armas. Fue él quien puso en contacto a Butina con la NRA, organización que resultaría clave en su ascenso en los círculos de poder del país norteamericano y de la cual Torshin es "miembro de por vida".

Justo antes de que Butina emprendiera vuelo a Washington, Torshin dejó su trabajo de legislador y asumió en la entidad bancaria rusa, nombrando a la joven como su asistente ejecutiva personal. En abril de este año, el ex senador fue incluido en la lista de importantes ciudadanos rusos sancionados por EE.UU.

Intercambios sexuales e influencia

Tras su llegada a suelo americano, la presunta espía habría comenzado a tejer una red de contactos influyentes en la política estadounidense. Posó en diversas fotografías con la directiva de la NRA y con el Partido Republicano, del que forma parte el Presidente de EE.UU., Donald Trump.

Incluso participó de un acto de campaña en Nevada en 2015 y le hizo una pregunta a Trump, entonces candidato a la nominación presidencial conservadora, por su posición respecto a las relaciones de EE.UU. con Rusia. Que se "llevaría bien con Putin" le respondió él.

Pero también aseguran que su trabajo habría comenzado desde antes. Según el reporte, en 2013 la presunta agente inició una relación por internet con un agente político norteamericano, con quien llegaría a convivir en Washington. Él resultó ser su vínculo para establecer canales de comunicación informales con el Partido Republicano, de cara a las elecciones presidenciales de 2016.

Sin embargo, los investigadores aseguran que el romance era solo un trámite dentro de la supuesta operación de inteligencia. La acusación se basa en un intercambio de mensajes, en los que ella le expresaba a otros sujetos su desidia por tener que convivir con aquel hombre. En ese contexto, habría ofrecido servicios sexuales a uno de sus interlocutores a cambio de un cargo en una organización de influencia.

El FBI siguió de cerca a Butina durante su estadía en el país. Tanto así, que entre los documentos presentados este miércoles se da cuenta de una imagen en las que la mujer está cenando en un restaurante con un diplomático ruso que más tarde sería expulsado de EE.UU. por ser sospechoso de conspiración.


Asimismo, se reportó una conversación por mensajes de texto con otro funcionario vinculado al Kremlin. Los fiscales indicaron que este trabajador la compara con Anna Chapman, ciudadana rusa acusada de ser espía y arrestada en 2010, y luego deportada como parte de un canje de prisioneros. "¿Ya empezaron a pedirte autógrafos? Eres hasta mejor que Anna Chapman. Ella sale en las fotos con pistolas de juguete, pero las tuyas son de verdad", escribió en marzo de 2017 el hombre, que no fue identificado, cuando comenzaron a surgir los primeros artículos sobre Butina.

Además, ambos habrían intercambiado mensajes en Twitter. Un mes antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, Butina escribe que ella entiende que "todo tiene que hacerse calladamente, con mucho cuidado", y el 20 de enero de 2017, el día en que Trump asumió la jefatura de la Casa Blanca, la joven rusa le envió una foto de ella en el Capitolio. "¡Qué valiente eres! ¿Qué te puedo decir?", reaccionó él. "¡Tuve buenos maestros!", le respondió ella.

Maria Butina arriesga cinco años de prisión si se comprueban los delitos de los que se le acusan. Su prisión preventiva se basó en las posibles intenciones de la joven de salir del país, pues ya había finalizado su contrato de arriendo en Washington y todas sus pertenencias estaban empacadas. Su abogado calificó las acusaciones como exageradas y negó que Butina sea una agente rusa.
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