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Más violencia y menos diálogo: Las razones de Bachelet para decir que en Brasil se ha reducido la democracia con Bolsonaro

Este miércoles, la Alta Comisionada de la ONU recibió una dura respuesta del Presidente sudamericano luego de cuestionar la situación que vive su país en materia de derechos humanos desde que llegó al poder, abriendo un nuevo enfrentamiento internacional.

05 de Septiembre de 2019 | 08:00 | Por Ramón Jara, enviado especial a Brasil
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Reuters
PORTO VELHO.- Ya son conocidas las controvertidas declaraciones que el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha lanzado contra diversas personalidades internacionales como Nicolás Maduro y Emmanuel Macron, con quienes ha tenido duros enfrentamientos. El miércoles sumó una nueva figura: la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, luego de que ésta cuestionara el desempeño del Gobierno brasileño en esta materia.

A primera hora de ayer, la ex Mandataria señalaba que "estos últimos meses, hemos observado (en Brasil) una reducción del espacio cívico y democrático, caracterizado por ataques contra los defensores de los derechos humanos, restricciones impuestas al trabajo de la sociedad civil".


La respuesta del jefe de Estado brasileño fue dura y señaló que Bachelet "dice que Brasil pierde espacio democrático, pero olvida que su país no es una nueva Cuba solo gracias a quienes tuvieron el coraje de frenar a la izquierda en 1973, entre ellos su padre, un comunista general de brigada", en alusión a Alberto Bachelet, padre de la ex Presidenta chilena que murió a manos de la dictadura militar.

"Cuando hay personas que no tienen nada que hacer, ocupan el sillón de los derechos humanos de la ONU", recalcó Bolsonaro, agregando que la ex Mandataria está "defendiendo vagabundos". Así, suma un nuevo enfrentamiento internacional y, de paso, alimentando a los críticos de su Gobierno que, aseguran, con declaraciones de este tipo Brasil ha perdido su estatus de referente en materia de diplomacia.

Los cuestionamientos que Bachelet hizo ayer van de la mano con las críticas de la oposición brasileña y de agrupaciones activistas, que reclaman mayores instancias de diálogo con el poder central, algo que, aseguran, se perdió.

Aumento de la violencia policíaca y persecuciones

En su discurso del jueves, Michelle Bachelet acusó un "aumento" del número de personas que murieron a manos de policías en Brasil desde que Jair Bolsonaro llegó al poder el pasado 1 de enero.

Esta violencia, aseguró la Alta Comisionada, viene de la mano con el "discurso público que legitima las ejecuciones sumarias" y afecta de manera desproporcionada a los afrobrasileños y a las personas que viven en las favelas.

"Ahora lo que ocurre es que nuestra diplomacia es más un factor de polémica, entonces no hay nadie que le diga al Presidente que hay otra forma de decir las cosas".

Aninho Irachande, docente de la Universidad Nacional de Brasilia

Los números, al menos en algunos casos, avalan a la ex Mandataria. Es lo que sucede en el estado de Río de Janeiro donde, de acuerdo con datos oficiales, las muertes a manos de los policías en el primer semestre de 2019 llegaron a 434 personas, un 17,9% más en comparación con el mismo periodo del año anterior.

A esto se agrega el deseo público de Bolsonaro de eximir a aquellos policías que, en medio de sus funciones, maten a criminales "por miedo o sorpresa". Su promesa de campaña de poner mano dura a la delincuenciales, que sumado a su proyecto que ablandó las restricciones del control de armas, le dieron argumentos a la Alta Comisionada.

Sin embargo, en respuesta a las críticas, el Gobierno afirmó que en los cuatro primeros meses de 2019 la tasa de homicidios dolosos cayó un 21,2%, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Su promesa de campaña de poner más mano dura aún suma adeptos.

Por otro lado, Bachelet también se refirió a una presunta persecución contra defensores de los derechos humanos, asegurando que al menos ocho murieron en Brasil entre enero y junio de este año, la mayoría de ellas ocurridas en litigios por propiedad. Uno de ellos fue el líder indígena Emyra Waiapi, quien habría muerto a manos de empleados de la minería legal, lo que fue descartado por su autopsia.


Esta persecución, aseguró, viene de la mano con la "explotación ilegal de recursos naturales, principalmente agrícolas, forestales y mineros", desencadenando una violencia que afecta "sobre todo a las comunidades indígenas". Y las cifras de deforestación la respaldan: este año, aumentó cerca de un 84% en comparación a 2018, según los especialistas, en gran parte gracias al discurso del Presidente brasileño, que no ha escondido su intención de potenciar la minería y la agricultura en la Amazonía.

En conversación con Emol, dirigentes de Greenpeace y WWF afirmaron que esto también tiene que ver con el nulo diálogo que han tenido con el Gobierno de Bolsonaro desde que asumió. Aseguran que se han convertido en "el enemigo interno" del Presidente, que mantiene su duro discurso e incluso los responsabilizó de ser quienes ocasionaron los devastadores y comentados incendios en la Amazonía.

Pero, de todos modos, hablamos de una crisis que data de hace un buen tiempo, considerando que el año pasado, tomando en cuenta datos de 2017, un informe de la revista Democratization reveló que Brasil tuvo una de las mayores caídas en el mundo en el estado de su Democracia, dato que estaría influenciado por el ya célebre caso Lava Jato.

No obstante, en un comunicado, la Cancillería brasileña afirmó que, en 31 años, "el país demostró una notable estabilidad institucional", que le permitió atravesar, inclusive, graves juicios sobre corrupción, como 'los mensajes' y Lava Jato.

Un nuevo frente internacional

Dichas estas críticas, la respuesta de Bolsonaro a Bachelet no hizo más que aumentar la tensión y abrir otro frente de conflicto. La noticia ha sido ampliamente comentada en Brasil por portales y noticieros, mientras que algunos analistas sostienen que esto es sólo un fiel reflejo de la política adoptada por el Gobierno tanto a nivel interno como externo.

"La figura del Presidente es una figura que no es conciliadora, no tiene tacto de la liturgia del cargo ni la comprensión de que sus actitudes generan resultados muy mediatos. Y el Presidente yo creo que se hizo rodear de gente que concuerda plenamente con él y él no acepta ningún disenso, simplemente", sostiene a Emol el profesor Aninho Irachande, de la Universidad Nacional de Brasilia.


"Ahora lo que ocurre es que nuestra diplomacia es más un factor de polémica, entonces no hay nadie que le diga al Presidente que hay otra forma de decir las cosas", agrega.

El académico explica este punto con otro hecho ocurrido hace algunas semanas, cuando Jair Bolsonaro prefirió ir a cortarse el pelo y dejar plantado al canciller francés Jean-Yves Le Drian durante su visita a Brasilia, luego de que se reuniera con dirigentes ambientalistas.

"En cuestiones internacionales es una señal no pulida, porque el Presidente debió haberlo recibido y dicho lo que quería (..) Entonces yo creo que le falta un poco eso, y eso ya es percibido en el escenario internacional", precisó.

"Creo que ya hay una predisposición por la figura del Presidente, pero que no es gratuita. La figura del Presidente no es constructiva, no es un presidente que respeta la liturgia del cargo y por eso todas las semanas se crea una declaración que sería dispensable, no habría necesidad de hacer, y eso no es dicho por mí que soy de la academia, el presidente de la Cámara de Diputados dijo en la televisión que este Gobierno es una fábrica de crisis", enfatizó.
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