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Mujer cuenta cómo mató a su hijastro de ocho años en España: Asegura que lo asfixió por "accidente"

Ana Julia Quezada es la autora confesa del crimen de Gabriel Cruz, cuyo cuerpo fue encontrado doce días después de que su familia denunciara su desaparición.

10 de Septiembre de 2019 | 18:55 | Europa Press/Editado por Ramón Jara A., Emol
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EFE
Ana Julia Quezada reconoció este martes, durante su declaración en el juicio con jurado que se sigue en la Audiencia de Almería, en España, que "dio muerte" al menor Gabriel Cruz cuando ambos se encontraban en la finca de Rodalquilar el 27 de febrero de 2018, aunque insistió en que lo asfixió por "accidente", tras taparle la boca y la nariz con una mano. Añadió que no se vio capaz de confesar los hechos por lo que, tras 12 días de búsqueda, desenterró el cuerpo que había ocultado y lo llevó a su casa de Vícar, donde tenía la intención de "quitarse la vida".

La acusada detalló a las preguntas de su defensa ejercida por el letrado Esteban Hernández Thiel que, ante el "revuelo mediático" que se dio por la desaparición del niño de ocho años comenzó a tomar tranquilizantes, los cuales transportaba en su automóvil en el momento en el que fue intervenido por los agentes de la Guardia Civil que practicaron su detención momentos antes de que consiguiera entrar en su vivienda de Vícar con el cuerpo de Gabriel en el maletero.

"No tenía intención de hacerle daño a nadie", dijo la acusada, quien en reiteradas ocasiones durante su declaración, en la que ha evitado las preguntas de la acusación particular ejercida por Francisco Torres "por respeto a la familia", ha pedido perdón. "Pensaba dejarlo en el garaje de Vícar. Que me perdone todo el mundo", dijo antes de detallar su intención de dejar unas cartas explicando "todo lo que había pasado".

"Perdóname hija mía, perdóname Ángel y toda la familia, que me perdone Dios por lo que he hecho, pero todo fue un accidente", afirmó Quezada mirando a la cámara dispuesta para grabar el juicio oral.

La imputada ha sostenido la tesis de que la muerte de Gabriel fue accidental y no una actuación premeditada, tal y como señalan la acusación particular y la Fiscalía, que solicitan para ella la prisión permanente revisable. No obstante, y aunque ha reconocido en todo momento que asfixió al pequeño con sus manos, no ha sido capaz de precisar cómo lo hizo, por qué lo desvistió antes de enterrarlo para ocultar sus ropas ni por qué no avisó a los servicios de emergencias, aunque asegurara que quisiera contarlo todo.

Le tapó la boca "para que se callara"

Durante la audiencia, Quezada explicó que el 27 de febrero de 2018 salió después de comer en la casa de la abuela de Gabriel en Las Hortichuelas hacia la finca de Rodalquilar, en Níjar (Almería), para pintar tras ofrecerle a ambos que le acompañaran. Tras partir con el vehículo, y según su versión, se encontró con Gabriel en el camino de tierra que conducía a casa de sus primos y le pidió que le acompañara con el pretexto de que posteriormente lo llevaría a jugar con ellos.

"Empezó a gritarme y a decir 'A mí no me mandas, no eres mi madre, negra fea, tienes la nariz fea, no quiero que estés con mi padre y quiero que mi padre se case con mi madre y te vayas a tu país'. Simplemente le tapé la boca para que se callara"

Ana Julia Quezada
Una vez dentro de la finca, y mientras ventilaba la estancia, aseguró que el niño entró en la habitación con un hacha en la mano, por lo que se habría iniciado una discusión para que la dejara. "Empezó a gritarme y a decir 'A mí no me mandas, no eres mi madre, negra fea, tienes la nariz fea, no quiero que estés con mi padre y quiero que mi padre se case con mi madre y te vayas a tu país'".

"Simplemente le tapé la boca para que se callara", añadió, para asegurar que no tiene más recuerdos de lo que ocurrió después. "Usé las dos manos, fue un momento muy rápido", recalcó a la hora de precisar que se dio cuenta de que no respiraba "cuando lo solté". "Le puse la mano en el pecho y no respiraba", insistió antes de añadir que se "quedó bloqueada", que se puso a "fumar como loca", y que "salía y entraba sin saber lo que hacía" hasta que vio una pala "y decidí hacer un agujero".

Quezada, que proclamó su "inocencia" al inicio de la sesión, no ha dado mayor explicación al supuesto comportamiento de Gabriel el día de los hechos, toda vez que ha asegurado que era un niño "educado" y que su relación con él era "buena", más allá de una ocasión en la que, según ha explicado, se metió con su nariz.

Empleó un hacha para ocultar el cuerpo

La mujer detalló que tras haber dado muerte al menor y cavar un hoyo con una pala junto a la piscina de la finca, entró a la casa a recuperar el hacha por la que supuestamente había discutido de forma previa con Gabriel para terminar de ocultar el cadáver, ya que "le quedó una manita fuera" y "quería que quedara enterrado".

"Creo que le di un golpe, con la cabeza mirando así porque no era capaz", dijo la autora del crimen, quien ha reconocido al menos dos impactos sobre el cuerpo del menor para proceder a enterrarlo por completo, de forma que en los días sucesivos se sirvió de más utensilios como sillas para seguir tapando la zona hasta el día en que acudió a desenterrarlo.

El cadáver del niño permaneció oculto durante 12 días, hasta que decidió moverlo de nuevo. "Quité la madera y todo lo demás, destapo a Gabriel y lo intento tocar, pero no puedo", indicó antes de especificar que sacó del vehículo, que había estacionado junto a la piscina, una toalla que llevaba habitualmente para evitar el pelo del perro y con ella envolvió el cuerpo del menor para meterlo en el maletero y poner rumbo a Vícar. Antes de marcharse, volvió a hablar por teléfono con el padre de Gabriel para decirle que estaba en la playa.

Dejó la camiseta para que la atraparan

Tras regresar de la finca de Rodalquilar, Quezada explicó que ocultó la ropa de la que había desprendido al menor para, poco después, recibir una llamada de Ángel Cruz, el padre del menor, en la que le comunicaban la desaparición del niño, lo que dio lugar a una búsqueda multitudinaria por Níjar.

En este sentido, la acusada se refirió al episodio concreto que tuvo lugar en el quinto día de búsqueda en el que ella misma colocó "deliberadamente" una camiseta en una cañaveral de Las Negras, a cuatro kilómetros en sentido contrario a donde había ocultado el cadáver, mientras paseaba con el padre de Gabriel. Según su versión, lo hizo porque quería "que me atraparan".

"Quería que me encontraran, no podía más, no podía aguantar más ese secreto y no podía decírselo con mis propias palabras a nadie", dijo tras ser consultada por la fiscal. Frente a lo sostenido en sus declaraciones ante el juez instructor, donde afirmó que lo hizo "porque quería darle esperanzas" al padre de Gabriel Cruz y entonces su pareja sentimental, afirmó que colocó la camiseta porque llevaba "a gente a Rodalquilar para intentar decirles lo que había pasado y no podía".

"Quería que me encontraran, no podía más, no podía aguantar más ese secreto y no podía decírselo con mis propias palabras a nadie"

Ana Julia Quezada
Con anterioridad, ha indicado que intentó decirle a su hija, que se desplazó de Burgos hasta Almería para participar en el dispositivo de búsqueda, "lo que había pasado" e, incluso, a una prima del pequeño de tan solo diez años a la que también llevó a la finca de Rodalquilar en la que había enterrado al menor.

Quezada, que también ha defendido las buenas relaciones con la madre de Gabriel, rompió a llorar por primera vez al oír su voz en una escucha telefónica en la que insultaba a la madre del pequeño llamándola "hija de puta, mala persona".
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