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El peso de ser un Maxwell: La familia de Ghislaine, la condenada por explotación sexual infantil en el caso Epstein

Líderes de un imperio mediático, tras la muerte del patriarca quedó al descubierto un agujero millonario en los fondos de jubilación de sus empleados, utilizados para rescatar a las empresas deficitarias.

30 de Diciembre de 2021 | 12:10 | AFP/Editado por Ramón Jara A., Emol
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Isabel Maxwell, Christin Maxwell y Kevin Maxwell, hermanos de Ghislaine.

Reuters
Ghislaine Maxwell carga una herencia difícil, la de una familia dominada por la abrumadora personalidad de su padre, Robert, ahogado en el mar en misteriosas circunstancias, dejando atrás un rotundo escándalo financiero y la caída de su imperio de prensa.

Declarada culpable tráfico sexual con menores de edad en beneficio de su ex pareja, el financiero Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell, de 60 años, retoma la triste tradición familiar de ser el centro los titulares: en la década de los noventa, los Maxwell llenaron páginas de los principales diarios.

El padre Robert Maxwell tiene una vida digna de una novela y, de hecho, se han escrito varios libros sobre él.

Hijo de campesinos judíos eslovacos asesinados por los nazis, se unió a la resistencia a los 16 años y acabó incorporándose al Ejército británico, que le dio su nombre.

Llegó a Gran Bretaña en 1940 sin un centavo y creó uno de los grupos de prensa y comunicación más grandes del mundo.

En distintos momentos, se ha sospechado que trabajaba para los servicios secretos británicos, israelíes y soviéticos.

En su momento de máxima gloria, en la década de los ochenta, llegó a emplear a 16.000 personas en su conglomerado empresarial, que incluía al grupo británico Mirror, la editorial estadounidense MacMillan y las escuelas de idiomas y publicaciones Berlitz.

Diputado laborista de 1964 a 1974, figura autoritaria y cacique con métodos controvertidos, frecuentó a las grandes figuras políticas de la época como Ronald Reagan, George Bush padre y Mijaíl Gorbachov.

"Podía ser extremadamente encantador pero también verbalmente muy brutal. A veces, tiránico", recordaba su hijo y colaborador Kevin Maxwell.

Su vida acabó de forma abrupta, al caerse de su yate, el Lady Ghislaine -en honor a su querida hija- y ahogarse frente a las Islas Canarias en noviembre de 1991.

Nunca se supo qué había ocurrido realmente: ¿suicidio? ¿accidente? ¿asesinato? Para Ghislaine, "no se suicidó": "No encaja con su personalidad", explicó a la revista Hello en 1997. "Fue asesinado".

Su muerte dejó al descubierto un agujero de más de 400 millones de libras en los fondos de jubilación de sus empleados, utilizados para rescatar a las empresas deficitarias de su imperio.

Para la familia, este fue el segundo golpe y el inicio de un brutal descenso a los infiernos: en un mes, "Bob" pasó de ser un genio de los negocios a un estafador.

La madre Elisabeth Maxwell, francesa de familia protestante, conoció a su marido poco después de la guerra y compartió con él su vida durante 46 años. Tuvieron nueve hijos.

Tras su muerte, nunca dejó de defenderlo, lo que la dejó indefensa y sin recursos.

"Era un hombre enorme, enorme en todo el sentido de la palabra, un hombre con un corazón enorme. Por eso la gente lo envidiaba", le dijo a The Times en 1991, recordando su pobre juventud y sus padres asesinados por los nazis.

Dedicó muchos años a investigar sobre el Holocausto, rastreó el destino de la familia de su esposo y tras la muerte de él, siguió dando conferencias y apoyando el diálogo entre cristianos y judíos. "Esto es lo que mi esposo hubiera querido", afirmaba. Murió en Francia en 2013, a la edad de 92 años.

Los hijos

Dos de los hijos de Maxwell trabajaron de cerca con él, Ian y Kevin, este último número dos en el imperio de su padre.

Ambos debieron rendir cuentas en su lugar después de su muerte, durante un largo juicio por complicidad en fraude.

Después de haber pasado una juventud dorada e insolente en la City, Kevin entró en la historia judicial como responsable de la mayor quiebra de Gran Bretaña, valorada en 406 millones de libras.

Obligado a vender su casa en Chelsea, un distrito exclusivo de Londres, se retiró con su mujer Pandora y sus cuatro hijos a su cabaña cerca de Oxford.

En el juicio, la esposa declaró que Kevin se estaba planteando dejar el negocio justo antes de la muerte del patriarca por los frecuentes enfrentamientos que tenía con su padre. "Quería ser libre y permitirnos vivir una existencia más normal".
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