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La lucha desde los extremos: Yolanda Díaz y Santiago Abascal, las otras dos figuras de las elecciones en España

Ambos dirigentes han liderado una intensa campaña de cara a obtener el tercer lugar en los comicios y, de paso, convertirse en una fuerza influyente en la política española.

17 de Julio de 2023 | 13:25 | Redactado por Ramón Jara A., Emol/AFP
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A menos de una semana de las elecciones, la campaña en España sigue al rojo vivo. La atención se ha centrado en los dos candidatos principales, el Mandatario Pedro Sánchez (Partido Socialista, PSOE), que va por la reelección, y el líder del Partido Popular (PP, derecha), Alberto Núñez Feijóo, que busca ser el nuevo jefe de Gobierno. Sin embargo, ante la imposibilidad casi cierta de que ningún partido conseguirá la mayoría absoluta en el Congreso, hay dos colectividades ubicadas en cada extremo del espectro político que asoman como vitales pensando en posibles alianzas: Sumar y Vox.

En el caso de Sumar, ya conocen lo que es el poder. Esta colectividad representa a la izquierda radical española y agrupa a diversos partidos, entre ellos Podemos, debilitado por la dura derrota electoral en las elecciones locales del 28 de mayo. Es por eso que la elegida para liderar este bloque -que busca resultados que le permitan mantenerse como una fuerza importante, y así poder gobernar con los socialistas- no proviene de la colectividad fundada por Pablo Iglesias, sino que asoma desde un sector más moderado: se trata de la ministra del Trabajo Yolanda Díaz, que ha apostado por el "diálogo" frente al "ruido".

Por otro lado está Vox, movimiento fundado y liderado por Santiago Abascal, que puso a la extrema derecha en la primera línea de la política española, obteniendo muy buenos resultados en las elecciones de mayo y que actualmente es la tercera fuerza política en el Parlamento. Ahora, la colectividad aspira a robustecer su influencia y conseguir un número de congresistas que le permita negociar para formar gobierno con el PP.

Ambos líderes (Díaz y Abascal) han sumado adeptos en la última campaña, y ellos saben que, teniendo buenos resultados en las elecciones de este domingo, el margen de crecimiento de las agrupaciones que encabezan es gigante.

Con la misión de reactivar a la izquierda radical

Con una personalidad afable y un discurso unificador, la ministra del Trabajo, Yolanda Díaz, ha dejado todo en esta campaña con la finalidad de movilizar a la izquierda radical. Atrás quedaron -al menos en teoría- las divisiones que sacudieron en los últimos meses a la izquierda de la izquierda española, integrante del gobierno de coalición liderado por el socialista Pedro Sánchez, y especialmente a su principal formación, Podemos.

"Lo importante es que nos demos la mano, dialoguemos", indicó Díaz, abogada de 52 años afiliada al Partido Comunista español (PCE), al exponer su visión hace unos meses: "La política va de esto; de no hacer ruido o montar estropicios, sino de mejorar la vida de la gente".

La número tres del gobierno de Pedro Sánchez, que creó su propio partido llamado "Sumar", consiguió en parte su objetivo al lograr el apoyo de 15 formaciones, incluida Podemos, para constituir una candidatura conjunta de la izquierda radical para las legislativas del 23 de julio.

Una primera victoria para esta gallega que en tres años pasó de ser prácticamente desconocida a convertirse en la dirigente política mejor valorada por los españoles, según el último barómetro del instituto público de sondeos CIS. Una posición que Díaz asegura recibir con mesura, ya que dice no estar preocupada por "las medallas".

Nacida en 1971 en Fene (comunidad de Galicia, noroeste de España), esta especialista en derecho del Trabajo se dio a conocer acudiendo a las reuniones políticas con su bebé en brazos, a comienzo de la década pasada. Pero fue su nombramiento como ministra del Trabajo en 2020 lo que la colocó en la primera línea nacional, antes de que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, le confiara las riendas de la izquierda radical 18 meses después, cuando decidió retirarse de la vida política.

En solo tres años, esta hija de un importante dirigente sindical se abrió un hueco en el paisaje político, gracias a su carácter afable y a su sentido del compromiso, elogiado también por los agentes sociales -incluida la patronal-, pese a su desacuerdo de fondo sobre los temas. Esa perseverancia en el diálogo le permitió lograr un importante acuerdo sobre el desempleo parcial durante la crisis del covid-19, además de un alza del salario mínimo o la aprobación de una reforma laboral destinada a reducir la precariedad.


La ministra se esfuerza por capitalizar esos logros, potenciando su imagen de tenaz negociadora, responsable y pragmática. Y a diferencia de los dirigentes de Podemos, que no han dudado en criticar a sus socios socialistas, esta madre de una joven adolescente ha tratado de evitar el enfrentamiento con Pedro Sánchez.

Díaz afirmó además querer dirigirse a "la sociedad en su conjunto", y no solamente a los militantes de izquierda. Esta estrategia no impide a la ministra -quien enfrió sus relaciones con algunos pesos pesados de Podemos tras su veto a la presencia de la ministra de Igualdad, Irene Montero, pareja de Pablo Iglesias, en las listas electorales- de anclar claramente su programa en la izquierda.

Los sectores económicos han mostrado su reticencia a Díaz preocupados por el elevado costo de su programa, y especialmente por una de sus propuestas estrella: la concesión de una herencia universal de 20.000 euros para todos los jóvenes, evaluada en 10.000 millones de euros (unos 22.400 dólares), y que estaría financiado en parte por un nuevo impuesto sobre las fortunas.

Esta medida es necesaria para que "los jóvenes tengan las mismas oportunidades sin depender de dónde hayan nacido", defendió de su lado Díaz.

El líder que despertó a la extrema derecha

Con una imagen de caballero defensor de la nación, Santiago Abascal convirtió al partido de extrema derecha Vox en una fuerza relevante en España y un aliado indispensable para los conservadores, con los que espera entrar en el gobierno.

Militante del Partido Popular (PP, derecha) desde joven, este antiguo diputado del parlamento del País Vasco, de 47 años, fundó Vox a finales de 2013, acusando a su antigua formación, a la que llegó a referirse como "derechita cobarde", de ser demasiado blanda. Desde entonces Abascal reivindica, en discursos populistas, la defensa de la unidad del país frente a los independentistas catalanes o vascos, de los españoles ante los migrantes, de los hombres frente a las feministas o de los agricultores frente a los ecologistas.

Tercera fuerza política en el Parlamento español desde 2019, Vox ofrece ahora al PP su "mano tendida" para acabar con el ejecutivo del presidente del gobierno socialista, Pedro Sánchez, en el poder desde 2018, y "salvar España de la catástrofe", proposición que ya se materializó en numerosas ocasiones tras las elecciones municipales y regionales del 28 de mayo, con las coaliciones formadas en las últimas semanas por PP y Vox en varios municipios y regiones como la de Valencia, una de las más ricas del país.

El líder de Vox ha dejado de lado un poco los posados viriles en Instagram para priorizar imágenes cercanas con la gente, así como las que le muestran como un buen padre de familia -tiene cuatro hijos, de dos matrimonios-, posando el brazo sobre el hombro de una jubilada o como un amante de los paseos por la naturaleza.

En sus anuncios de campaña, Abascal busca imponer una imagen "más paternalista", destaca Alexandra Palau, especialista en la España contemporánea en la Universidad de Borgoña. Esto, tras campañas de años anteriores en las que se había presentado montando a caballo, con un fondo musical del "Señor de los Anillos", preparado para "reconquistar" España.

Nacido en Bilbao y criado en Amurrio, un pueblo del País Vasco del que su abuelo fue alcalde durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), el líder de Vox suele contar que su padre, concejal del PP, escapó a tres intentos de asesinato por los separatistas de ETA.


Tras haber logrado resucitar a una extrema derecha marginal en España desde el fin de la dictadura, Abascal y Vox acusan frecuentemente a la izquierda de querer "dividir a los españoles", rehabilitando la memoria de las víctimas del franquismo, y de haber "profanado" la tumba de Franco, exhumado en 2019 de su mausoleo monumental por el gobierno de Sánchez.

Por otro lado, las polémicas son habituales en este sector. Durante la campaña, Vox desató la indignación de muchos sectores al negar la existencia de la violencia de género o al rechazar, durante el mes del orgullo, colgar la bandera LGBT+ en los edificios públicos de los municipios o regiones que gobierna en coalición con el PP.

Esas posiciones, junto a sus postulados ultranacionalistas y ultraconservadores -especialmente sobre el aborto- hacen de Vox un aliado incómodo para el PP.

Según el politólogo Andrés Santana Leitner, de la Universidad Autónoma de Madrid, Santiago Abascal fue un hábil estratega al no pedir nada al PP a cambio de darle su apoyo en parlamentos regionales y municipios, tras sus primeros éxitos electorales hace cinco años. Ahora, puede exigir dar sus votos "siempre a cambio de algo", como una entrada en el gobierno, en caso de que su apoyo sea indispensable para el PP.
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