Ni el propio Javier Milei esperaba una victoria tan categórica en las elecciones legislativas celebradas el domingo en Argentina. El partido del presidente trasandino, La Libertad Avanza (LLA), se quedó con el triunfo al obtener un 40,68% de los votos a nivel nacional, lo que le permitirá sumar fuerzas en el Congreso de cara a los dos próximos años de mandato.
La tarea no era para nada fácil. Desde hace semanas que el Gobierno estaba sumido en escándalos políticos y de corrupción que, sumado a la dura realidad económica que atraviesa el país, vaticinaban otros resultados. También existía el antecedente de las elecciones regionales de la provincia de Buenos Aires de septiembre pasado, donde el oficialismo sucumbió ante la oposición peronista, encendiendo las alarmas en la Casa Rosada.
Pero finalmente
el Mandatario recibió ayer un espaldarazo a su gestión y a las reformas estructurales que pretende concretar. Si bien se esperaba un alza en su participación parlamentaria, LLA ahora contará con
80 diputados y 12 senadores, sin sumar los 30 diputados y 16 senadores de sus socios del Pro y la Unión Cívica Radical, que también podrían cuadrarse con el Gobierno. De esta forma,
el Ejecutivo se aseguraría junto a sus aliados un tercio de los 257 legisladores en la Cámara Baja, que le permitiría frenar un intento de juicio de destitución y blindaría los vetos que eventualmente decida aplicar a leyes aprobadas por la oposición.
Por el otro lado, el peronismo registró un 31,69% de los votos a nivel nacional e incluso perdió en la provincia de Buenos Aires, su mayor bastión. Se trata de una derrota que golpea duramente al principal partido opositor y que obligará a sus líderes a repensar su dirección.
Estas son las claves del último proceso electoral en Argentina:
El factor Trump
Milei afrontaba esta elección con el desafío de que La Libertad Avanza sumase la mayor cantidad de legisladores posible para garantizarse la aprobación de reformas económicas clave de las que están pendientes los mercados y su principal aliado en el continente, el presidente estadounidense Donald Trump.
El líder republicano expresó su apoyo sin fisuras a Milei en la recta final para los comicios interviniendo en el mercado local mediante la compra de pesos y sellando un acuerdo de intercambio de monedas por 20.000 millones de dólares con el fin de frenar la volatilidad.
El alcance de la ayuda financiera fue sin embargo condicionado por Trump a un triunfo del partido de Milei en los comicios del domingo.
"Si pierde, no vamos a ser generosos con Argentina", aseguraba el estadounidense durante una reunión con el líder trasandino en la Casa Blanca el pasado 14 de octubre.
Dicho condicionamiento complicaba al Ejecutivo argentino, que se esforzó en explicar que Trump en realidad hablaba de las elecciones presidenciales de 2027 y no de los comicios legislativos: ni siquiera en la Casa Rosada esperaban un triunfo tan arrollador y temían que este "abrazo del oso" del norteamericano perjudicaría aún más sus pretensiones al ser interpretado como un acto de intervencionismo.
Ahora, con los resultados favorables para Milei y compañía, muchos se preguntan si tuvo que ver en algo el apoyo de Washington. "Trump en sí no suma ni resta votos. Pero lo que el presidente norteamericano hizo es darle un pulmotor que le permitió a Milei afrontar la realidad y llegar a las elecciones. Si no recibía el rescate, no llegaba a las elecciones porque tenía que devaluar", aseguró Federico Zapata, analista politico y director de la consultora Escenarios, a CNN en Español.
En esa misma línea Lucas Romero, de la consultora Synopsis, señaló a The Associated Press que "hubo una sociedad que mayoritariamente le quiso dar un espaldarazo al presidente en un contexto de fragilidad y entendiendo que era necesario ese rescate como era necesario el rescate (financiero) de la administración Trump".
Sentimiento antikirchnerista
El pasado 7 de septiembre, el oficialismo sintió el golpe más duro desde el arribo de Javier Milei a la Casa Rosada en diciembre de 2023. Ese día, la lista de La Libertad Avanza sufría una terrible derrota en los comicios locales de la provincia de Buenos Aires a manos del peronismo, que superó por 14 puntos al oficialismo. Y si bien se trataba de un bastión de la tienda liderada por Cristina Fernández y Axel Kicillof, el resultado de todos modos sorprendió.
Sin embargo, en menos de 50 días, LLA logró revertir este duro escenario e imponerse en la provincia, contra todo pronóstico. Además del antecedente de septiembre, la situación se ponía más cuesta arriba tras la denuncia contra el principal candidato libertario a la Cámara, José Luis Espert, de tener vínculos con el narcotráfico, lo que obligó incluso a este legislador a dar un paso al costado.
Así, entre la elección de septiembre y la del domingo,
el oficialismo sumó 880.000 votos, según consignó La Nación, "una bestialidad" según este medio. Este resultado es el fiel reflejo de una realidad nacional, ya que el partido de Milei se impuso en la gran mayoría de las provincias ¿Cómo se explica esto?
Un factor importante es el sentimiento antiperonista, o más bien, antikirchnerista. Pese a estar privada de libertad, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo fundamental en el liderazgo del Partido Justicialista, y su figura genera un amplio rechazo en una parte de la sociedad argentina. Y eso el mileísmo lo sabía y lo explotó. Y le resultó.
"La estrategia de polarizar al extremo e instalar la probabilidad de un resultado más exiguo o hasta de derrota para el oficialismo y, por ende, un eventual regreso del kirchnerismo, funcionó a pleno. Al final fue todo ganancia y con un rendimiento excepcional. Batacazo violeta", afirmó Claudio Jacquelin, en su columna en el diario argentino La Nación.
Para el analista, "el miedo a que la advertencia o el castigo al Gobierno por algunos desacuerdos con sus políticas y formas terminara poniéndolo al borde del colapso y resucitara al kirchnerismo movilizó de manera extraordinaria a sus electores más blandos y más duramente antikirchneristas".
"Los últimos días cambiaron la dirección del viento y este sopló a favor de quienes gobiernan, sobre todo porque muchos argentinos advirtieron que la opción de Cristina Kirchner -o de alguno de sus ahijados, incluido Axel Kicillof- sería mucho peor", escribió por su parte Joaquín Morales Solá, también en el diario La Nación.
Un discurso más moderado
Después de la derrota de septiembre pasado, Javier Milei acusó el golpe. El gobernante entendió que debía dar un giro y eso quedó reflejado en un cambio de discurso: atrás quedaron los insultos para dar cabida a un mensaje más presidencial, e incluso, más conciliador.
El propio Milei se comprometió públicamente a moderar su discurso: "Voy a dejar de usar insultos, a ver si están en condiciones de poder discutir ideas, porque yo creo que discuten las formas porque carecen de nivel intelectual suficiente para discutir las ideas", aseguró en una cena de la Fundación Faro.
Así, desaparecieron de la boca del presidente palabras como
"mandril" -con la que se refería a sus adversarios políticos- y las innumerables alusiones sexuales que mencionaba en diversas entrevistas, tal como lo consignó La Nación en su reportaje del sábado:
"Luego de la derrota, Milei redujo de manera significativa los insultos y, en especial, los de índole sexual: de 57, pasaron a cero". Con todo, el mismo medio explicó que esta "moderación táctica" implicó "un desplazamiento de las agresiones".
"Al mismo tiempo que dejó de insultar a economistas críticos y se mostró más empático -tendió puentes con los gobernadores y reconoció en sus intervenciones públicas a los que sufren las consecuencias del ajuste-, incrementó sus ataques al kirchnerismo. El otro giro relevante tiene que ver con las hipérboles. Milei las siguió usando, pero ya no insiste con la idea de que el suyo es 'el mejor gobierno de la historia' (solo volvió a decirlo en su discurso de cierre de campaña de este jueves, pero no recurrió a esta idea en el mes y medio previo). Ahora, apela a la promesa de un futuro mejor", afirmó el diario trasandino.
Este cambio de mensaje también se notó el domingo, en medio de las celebraciones por el triunfo libertario: "La aparición en la noche del triunfo del Presidente vestido de traje y corbata, y no con las extravagantes capas de camperas negras, así como el discurso triunfalista, pero medido (para sus estándares) alimentó la expectativa de quienes esperan que abra su espacio, amplíe su base de sustentación, oxigene su gabinete y se amigue con dirigentes dispuestos a ayudarlo a los que se cansó de maltratar en el último año y medio", dijo Claudio Jacquelin.
"Por si fuera poco, la palabra acuerdos apareció por primera vez en sus labios triunfales. Toda una novedad. Esperar respeto y tolerancia para con sus contradictores puede ser una utopía apresurada. Pero no habrá que perder la esperanza, al menos todavía. Está ante su gran oportunidad", agregó.
Baja en la participación electoral
Con todo, las elecciones de este domingo confirmaron una baja en la participación, la cual ha ido decayendo en los tres últimos procesos. "La participación social decreciente en las tres últimas elecciones legislativas marca claramente que gran parte de la sociedad perdió las expectativas políticas. Peligrosa conclusión", sostuvo Joaquín Morales Solá en su columna de este lunes.
"En 2017, la participación en las elecciones legislativas fue del 77,61 por ciento; en 2021, fue del 71 por ciento, y hoy no llegó al 68 por ciento. Una observación a vuelo de pájaro podría advertir que fueron a votar en masa por los candidatos de Milei los simpatizantes de lo que fue Juntos por el Cambio, un núcleo integrado mayormente por argentinos que no les gusta el peronismo", agregó.
En esa línea, recalcó el analista, "la peor conclusión que podría sacar Milei es que él es imbatible y que la suerte política dura para siempre. Sería mucho mejor si pensara en quiénes lo acompañarán para empezar a conversar sin ofender".