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Emergencias ambientales: ¿Cuánto han afectado en la vida cotidiana de la gente del sur?

Cuentas de luz más caras, dejar de hacer deporte o acostarse más temprano, son las medidas que han tomado los vecinos de las comunas más afectadas por la contaminación ambiental, donde la leña juega un rol predominante.

01 de Julio de 2015 | 11:40 | Por Ramón Jara A., Emol
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Temuco es, sin duda, una de las ciudades más contaminadas, donde la leña juega un rol determinante.

Mario Quilodrán, El Mercurio
SANTIAGO.-  Mientras habla, Alejandra Sanhueza muestra las cuentas de la energía eléctrica. Asegura que éstas han subido muchísimo y lo seguirán haciendo, desde que ha debido dejar de usar la estufa a leña durante varias jornadas. Ella vive en Talca, una de las ciudades más contaminadas del país y que en las últimas semanas ha sido protagonista de una serie de emergencias ambientales debido a la mala calidad del aire.

Tanto en días de preemergencia como de emergencia, los vecinos de la capital maulina deben dejar de ocupar las tradicionales estufas a combustión lenta desde las 18:00 horas, situación compleja si se considera que la mayoría de la población utiliza la leña para calefaccionarse, principal fuente de contaminación de la ciudad. Este escenario no es exclusivo de los talquinos, sino que también pasa en comunas como Chillán, Los Ángeles, Temuco, Valdivia, Osorno y Coyhaique. Esta última, incluso, registró niveles récord la semana pasada.

Este tipo de medidas ciertamente ha modificado la vida cotidiana de sus habitantes, para quienes la leña ocupa un rol importante, más allá de la calefacción. En el caso de Alejandra, ha debido resignarse y recurrir a otras fuentes de calor, como las estufas eléctricas o a parafina. "Si hay restricción, una vez que está el resto de mis hijos en el hogar enciendo la estufa eléctrica, y los acuesto relativamente temprano", explica a Emol.

Situación similar vive Alejandra Garcés, quien también reside en Talca: "Tengo estufa de combustión lenta, pero con el tema de la restricción ni siquiera me organicé con la compra de leña este año".

"Lamentablemente no es suficiente el calor emitido con la estufa que tengo ahora (a parafina), por lo que mi horario para acostar a mi hija y el mío se ha vuelto más temprano y le quito horas a mi día. Además, se avisa en la noche si va o no la restricción al día siguiente, porque se va evaluando día a día los sectores con restricción, y eso descoloca un poco", afirma.

Garcés explica que el gran problema pasa por la irresponsabilidad de quienes usan calefacción a leña, ya que "no existe cultura sobre el buen uso de las estufas de combustión lenta, muchos no hacen manutención ni compran leña seca y menos certificada. Nunca faltan los vecinos que a pesar de existir restricción mantienen sus estufas humeantes".

Por su parte, Cristián Carroza no tiene este tipo de estufas, pero también sufre con la contaminación talquina: "Hago deporte regularmente en la semana (correr 3 ó 4 veces semanalmente) y me ahogo, me cuesta respirar, me canso mas rápido". 

Dificultades para trabajar

Pasar por Temuco en las tardes, al igual que en Talca y otras ciudades, es sinónimo de picazón en los ojos, olor a leña y falta de visibilidad, producto de la mezcla del humo con la niebla, lo que dificulta el paso tanto de peatones como automovilistas.

En la capital de La Araucanía también las restricciones son prácticamente pan de cada día (aquí la situación es crítica), por lo que varios han debido cambiar sus costumbres. Así lo explica Loreto Béjares, quien hace unos tres años cambió la estufa a leña por una a parafina, para intentar contribuir un poco a la descontaminación.

Profesora de educación física, afirma que las emergencias ambientales han afectado su trabajo, aunque está consciente que así debe ser. "De repente no tengo actividades después de las seis en recintos municipales (...), tengo que revisar en la tarde si hay entrenamiento o no, porque me cierran el estadio donde yo trabajo. Entonces, hay semanas donde no tenemos entrenamiento", relata.

¿Hay conciencia?

Si bien hay personas como las consultadas que han debido cambiar sus hábitos, varios han decidido pasar por alto las medidas. Así, Béjares indica que "como en todos lados, hay gente que no respeta. Pasa en sectores más abiertos, donde los fiscalizadores andan pasando partes, y hay gente que dice que no sabía, pero ya son excusas, no respetan (...) Hay conciencia hasta cierto punto, porque la gente no creo que sienta que le afecte tanto".

Una opinión más dura tiene Valeria Macuada, santiaguina que vive hace unos meses en La Araucanía: "Temuco es una ciudad más pequeña que Santiago, pero no hay cambios, falta conciencia y hacer algo. La gente sabe que Temuco es peor que Santiago en contaminación, pero pasa a ser casi un orgullo en ser los primeros en algo. No se hace nada para evitar, buscar opciones o hacer un cambio radical".

"La contaminación se siente, con nuestros cinco sentidos, más en Temuco que en Santiago. Aquí es peor la situación, porque es mucho más intenso, y el uso de la leña no es sólo para obtener calor, sino que también para cocinar, secar ropa y abrigarse", agrega. 

Y es a ese punto va Cristián Carroza: "La gente tiene conciencia de la contaminación, pero pocas son capaces de cambiar hábitos. Los jóvenes somos los que usamos estufas eléctricas para contribuir a descontaminar".
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