El Ejército está viviendo una gran transformación. (…) Sin embargo, el tema es más amplio. Debo decirlo: siento que pese a todo seguimos siendo prisioneros del pasado. Tenemos grandes dolores (...) Me refiero al nunca más una clase política que fue incapaz de controlar la crisis que culminó en septiembre de 1973. Nunca más a los sectores que nos incitaron y avalaron oficialmente nuestro actuar en la crisis que provocaron. Nunca más excesos, crímenes, violencia y terrorismo. Nunca más un sector ausente y espectador pasivo. En fin, nunca más una sociedad chilena dividida.
Yo he tenido una carrera muy dura, con muchas vallas, con muchos problemas graves que enfrentar, de decisiones, de cambios, y quizás he tenido asuntos más complejos desde otro punto de vista, pero esto es sin duda lo más doloroso (...). Yo entiendo la labor de un comandante como la de estar a la cabeza de los más complejos temas del Ejército. Hay cruces que uno quisiera que nunca le pasaran, pero la cruz hay que llevarla y no eludirla, por eso encontraría una falta de responsabilidad delegar un tema así.
Pensé que el último verano iba a ser con vacaciones y no será así, salvo dos o tres días que me voy a tomar para descansar un poco, hay que trabajar con todo. Quiero tener la conciencia tranquila de haber terminado hasta el último con las botas bien puestas, dando la cara y haciendo el máximo esfuerzo (...). No quiero despedidas, ni medallas ni nada de eso. Quiero estar con la tropa que es mi gran pasión hasta el final.
Creo que la justicia, para serlo, tiene que obtener la paz social, que conlleva verdad, investigación y definiciones como las que ha habido. Yo no le puedo decir prescripción o amnistía. Lo que le digo es que aquí debemos buscar paz social. No hay que confundir justicia con venganza. 'Ni perdón ni olvido' me parece una frase poco feliz, sobre todo para quienes han cooperado con la justicia y han hecho un esfuerzo por enfrentar el pasado. Serán la sociedad, los tribunales, la política chilena los que digan cómo resolver un tema donde no puede haber prisioneros permanentes del pasado, sobre todo si son de un solo sector.
En general nunca me he referido al gobierno militar ni a la figura del ex presidente Pinochet, porque creo que la historia será la encargada de esa tarea y de ponerlo en el sitial que corresponde. Los hombres y las mujeres de Chile estamos cruzados en lo que respecta a ese tema por un análisis que, creo, no nos permite ser objetivos.
Estoy aquí porque mi vida me mostró y comprometió a cerrar heridas. Para cerrar heridas no se puede olvidar, se tiene que recordar, se tiene que transparentar (...). A los 40 años, es necesario no olvidar, pero a partir de ese dolor construir (...). Yo no soy ningún genocida, contribuí todas las veces que fue necesario a los Tribunales.
No estoy dispuesto a que, a pesar de todos los esfuerzos que el país conoce, aún subsiste una brutal incomprensión del actuar militar y no deseo que habiéndose concentrado en mi persona esa penosa realidad, eso llegue a afectar al Ejército de Chile, al que di mi vida y al que busqué, denodadamente, unirlo a todos los chilenos y chilenas para que fuera respetado y querido (...). Hago presente que mi conciencia está en paz y los asuntos judiciales y de todo orden, en relación a mi vida pública y privada, me siento libre de todo cuestionamiento legal y ético.
Siempre hay posibilidades de hacer algo más, todos los llamados que me correspondieron hacer ustedes los conocen, están explicitados, hace 10 años yo entregué el mando del Ejército (...). Durante los cuatro años que ejercí el mando, ustedes conocieron las sucesivas acciones en que busqué justamente condolerme, reconocer el nunca más, asumir la responsabilidad institucional, llamar a entregar información.