SANTIAGO.- El 16 de enero pasado la tranquilidad del vuelo LAN 187 se vio súbitamente alterada cuando el chileno M.L.K. intentó abrir una puerta de emergencia de la aeronave mientras volaba a 35 mil pies de altura. El 26 de febrero una mujer de iniciales S.D.P.S. generó alarma en la tripulación cuando intentó ingresar agresivamente a un avión Sky a través de la puerta de embarque, por lo que debió ser contenida y entregada a la policía. El 2 de julio del año pasado, durante un vuelo Sky con destino a Sao Paulo, seis brasileños ebrios generaron desórdenes y no acataron las instrucciones del personal de cabina.
Todos fueron puestos a disposición de las autoridades del aeropuerto apenas aterrizaron.
Casos como estos son los que protagonizan los llamados "pasajeros disruptivos". Aquellos que "no respetan las reglas del código de conducta a bordo de una aeronave o no siguen las instrucciones de los miembros de la tripulación (...) afectando la seguridad del vuelo", según plantea la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés).
Un fenómeno que para el organismo internacional muestra una preocupante tendencia al alza. Hace una década se contabilizaban 500 incidentes anuales. Solo el año pasado las compañías aéreas reportaron 10.854 en todo el mundo, informa "
El Mercurio".
En Chile se registraron 8 casos en 2015, y en lo que va de este año ya suman 12, un alza del 50%. Si bien las cifras no son alarmantes, considerando que este año 19 millones de personas se habrán subido a un avión en nuestro país, aerolíneas y organismos aéreos admiten la necesidad de tomar medidas para contener a tiempo estos episodios, que pueden llegar a significar un costo de US$ 10 mil a US$ 200 mil si el capitán se ve obligado a desviar el vuelo o aterrizar de emergencia.
Es lo que buscará resolver a contar de enero una mesa de trabajo en la que participarán aerolíneas que operan en Chile, organismos regulatorios y parlamentarios, entre otros actores.
Por lo pronto, hay algunas experiencias. El presidente de la Asociación Chilena de Líneas Aéreas (Achila) y representante de Air Canada, Alfredo Babún, comenta que una de las medidas que han aplicado en esa compañía es lo que denomina un sistema de bad passengers (malos pasajeros): "Quedan en una lista negra y si quieren volver a volar con nosotros, deben redactar una carta de descargos para que el departamento de seguridad analice su situación". Si bien destaca que es una iniciativa que ha mostrado buenos resultados, asegura que esa es una decisión de cada aerolínea.
Para el gerente de Achila, Rodrigo Hananías, "una lista negra respecto de pasajeros que fueron disruptivos es una actitud legítima, pero de ahí a una lista genérica en que todas las aerolíneas se pusieran de acuerdo para tachar a un individuo y no darle transporte aéreo me parece que excede lo razonable".
Al respecto, el secretario general de la Junta de Aeronáutica Civil (JAC), Jaime Binder, señala que "nuestra visión es que más personas se suban a un avión, sin discriminación alguna, porque el transporte aéreo durante años ha sido exclusivo y nosotros queremos que sea masivo". Admite que este es un tema emergente y los casos aún son aislados, por lo que se debe actuar "con proactividad ante un problema que podría ser creciente".
Otra situación de pasajeros disruptivos en nuestro país es lo que se vive con los vuelos desde y hacia zonas mineras. "No tengo información exacta para decir en qué lugar hay más problemas, pero por cierto que hay muchos incidentes registrados en ellas", acota Binder. Ahí, dice, se conjugan dos elementos que fomentan el descontrol: viajeros en grupos e ingesta de alcohol.
Para controlar el problema de los estados de intemperancia, IATA propone regular el consumo de bebidas alcohólicas en los aeropuertos, ya que el 27% de los casos se relacionan con su ingesta excesiva. Ofelia Bárcena, subdirectora de Asuntos Corporativos de IATA, indica que el control al consumo de alcohol en locales de terminales aéreos ya se está trabajando en América Latina, en países como Colombia.
