COYHAIQUE.- "No voy a hablar hasta después del juicio" dijo categórica a Emol Nabila Rifo, la joven que el año pasado fue agredida brutalmente en Coyhaique, presuntamente, por su pareja de entonces, Mauricio Ortega.
¿La razón? Evitar cualquier comentario respecto a su situación antes de su declaración en estrado, en el marco del juicio que actualmente enfrentra el padre de dos de sus hijos por su supuesta participación en el ataque que sufrió.
La mujer es quizás una de las personas más buscada por la prensa por estos días, pero se ha mantenido firme en su decisión de no mostrarse ni hablar con nadie antes de entregar su testimonio ante los sentenciadores, quienes deberán establecer si las pruebas rendidas en contra de Ortega son suficientes para acreditar su autoría en la golpiza que sufrió la madrugada del 14 de mayo de 2016 y que cambió su vida completamente.
Producto de la agresión, perdió sus globos oculares y la visión. Debió trasladarse a vivir con su madre junto a sus cuatro hijos, y tuvo que someterse a un tratamiento psquiátrico debido a una fuerte depresión generada por su condición actual.
También comenzó a recibir una pensión de gracia por parte del Gobierno -que bordea los $400 mil mensuales- y ciertos beneficios para su vivienda.
Según detalló al respecto la directora regional del Sernam de Aysén, María Francisca Rojas, "se le está reparando su casa, que es lo que prometió la Presidenta de la República".
"Nosotros, como Servicio Nacional de la Mujer, hemos estado siempre con ella tanto en lo legal como en lo psicosocial", agregó, mencionando que "estamos colaborando con su rehabilitación" desde el primer día tras el ataque.
El Ejecutivo también se hizo cargo de la reparación la casa de su madre, Noelia Ruiz, y durante este periodo, ambas viven en un inmueble de propiedad de la Intendencia en el sector alto de Coyhaique.
Allí, la joven víctima -conocida entre sus cercanos como Nadia- vende muebles que compra fuera de la región de Aysén y promociona a través de Facebook.
A diario, Rifo debe salir a acompañada de un tercero y no es usual que comparta con sus actuales vecinos.
Así las cosas, la mujer espera poder recibir pronto su vivienda y recuperar, en cierta medida, su independencia y su vida junto a sus hijos.