SANTIAGO.- La molestia era evidente. Todas las cámaras y asistentes al Tedeum Evangélico realizado ayer captaron el incómodo momento que vivió la Presidenta Michelle Bachelet durante el acto, luego de que pastores y feligreses la reprocharan por impulsar la ley de aborto y el matrimonio homosexual, entre otras medidas.
Luego de escuchar los sermones, la Mandataria comunicó a sus asesores su decisión de retirarse inmediatamente del Templo Catedral Metodista Pentecostal al finalizar la ceremonia. Y es que no estaba dispuesta a seguir escuchando los gritos de quienes la calificaban de "asesina" y "vergüenza nacional" por su agenda valórica.
"La Presidenta estaba muy enojada", aseguran desde La Moneda. Dicho malestar quedó patente luego de que la ministra Secretaria General de Gobierno, Paula Narváez, señalara que "éste ha sido un acto que se ha excedido en algunos puntos" y remarcara que "hubo opiniones que son claramente intolerantes".
Sin embargo, una vez pasado el mal rato, la gobernante determinó no escalar en la tensión con un grupo con el cual históricamente ha tenido buenas relaciones. De hecho, desde el mundo evangélico valoran las medidas que ha concretado para ampliar la libertad de culto y su decisión de crear el Día de las Iglesias Evangélicas en 2008.
Por ello, desde el Ejecutivo aseguran que no habrá queja formal desde la Presidencia por los hechos de ayer y mantendrán las actividades que están agendadas de cara a una nueva celebración del Día de las Iglesias Evangélicas el próximo 31 de octubre en La Moneda, pese a los rumores de quiebre que circularon esta mañana.
Esa determinación llegó luego de ver el rechazo que generó en la ciudadanía e incluso en algunos sectores de oposición la situación. "La sensación es que los únicos que quedaron mal fueron ellos", añaden desde el Gobierno, razón por la cual consideraron dar por cerrado el episodio.
Con esos antecedentes en la mesa, Bachelet decidió expresar su postura ante lo ocurrido esta mañana en el acto organizado en memoria de Salvador Allende. En ese contexto, subrayó que "esta es una fecha que no solo nos une en el dolor, sino también en el compromiso frente nuestra democracia".
"Si hoy podemos hacer esta y otras reflexiones serenas, a 44 años de aquel 11 de septiembre, si podemos mirar hacia atrás y ver cómo hemos sido capaces de dar al país un rumbo de progreso compartido y de ampliación de las libertades, es porque hemos conseguido asentar nuestra democracia sobre bases sólidas", añadió.
En esa línea, recalcó que "en su raíz, encontramos la conciencia extendida de que nunca más nuestra convivencia puede tensionarse al extremo de perder la fraternidad básica que nos define como nación. No podemos permitir que las creencias personales, políticas, religiosas o valóricas nos hagan perder el respeto por la convivencia cívica".
Finalmente, la jefa de Estado remarcó que "las instituciones democráticas de la República sirven para unir al país y no corresponde usarlas como excusa para la división. Quienes no respetan la diversidad de miradas y persisten en la intolerancia no contribuyen a hacer de Chile la comunidad amigable y civilizada que queremos".