SANTIAGO.- "Pese a todo el dolor y la rabia que siento, lo perdono", expresó María Angélica Varas (57), fiscalizadora del Transantiago, respecto al joven que la empujó a la calle, para evitar ser multado por no pagar su pasaje, provocando su atropello por un bus del transporte público.
Pablo Alarcón (22) deberá cumplir con cuatro años de presidio, con el beneficio de libertad vigilada, y con el pago de $10 millones de indemnización por haber sido encontrado culpable del delito de lesiones graves gravísimas en contra de la trabajadora.
Varas, en entrevista con La Cuarta, aseguró que aceptó ir a un juicio abreviado porque "me dio tristeza verlo. No tengo odio contra él".
"Él ese día tuvo un momento de rabia y se desquitó conmigo. Quizás nunca pensó que iba a caer de esa forma. A veces no piensan como uno, que es mayor, y cometen errores", añadió.
La mujer manifestó que "se ve que no es un cabro malo. Es un joven de 22 años, tiene una vida por delante y pienso si hubiera sido mi hijo, que tiene su misma edad. La madre es quien sufre".
A pesar de esto, Varas sostuvo que no ha tenido la oportunidad de hablar con Alarcón sobre los hechos. "Nadie de su familia se ha acercado a mí. Tenemos una conversación pendiente", dijo.
La fiscalizadora estuvo en peligro vital tras el accidente, sin embargo, fue estabilizada con el paso de los días y ahora está en proceso de hacerse una serie de cirugías reconstructivas en la Mutual de Seguridad.
"Ha sido lenta (la recuperación), muy lenta. Mi oído derecho se cerró, no puedo oír. Mi ojo, que antes del accidente estaba bien, no ve más que sombras; mi boca no puede comer bien, se me cae la comida. Me dicen que tengo que someterme a más cirugías", explicó.
