Fundación para el Progreso
SANTIAGO.- El historiador británico Niall Ferguson, de visita en Chile por el quinto aniversario de la Fundación para el Progreso (FPP), abordó el dilema que enfrenta la política nacional ante el debate que produce la eventual elaboración de una nueva carta fundamental a través de una Asamblea Constituyente, indicado que dicho proceso puede derivar en un documento "superfluo o peligroso".
En esa línea, citando parte de su nuevo ensayo "Constituciones Desechables", recordó que en América Latina se suele "tratar a las cartas fundamentales como meros documentos desechables".
Agregó que "las viejas constituciones tienen fortalezas —una suerte de autoridad propia impuesta por la tradición, el éxito alcanzado y la familiaridad con el contenido del texto— que las constituciones jóvenes, por naturaleza, no tienen".
En el caso de Chile, "replantearse por completo un sistema que ya funciona puede parecer superfluo, en el mejor de los casos, y derechamente peligroso, en el peor de ellos", indicó durante su conversación en la que participaron más de 120 jóvenes pertenecientes al Círculo Alumni de la Fundación para el Progreso (FPP).
Además, durante su diálogo con el director ejecutivo de la FPP, Axel Kaiser, Ferguson resaltó el valor de las constituciones que tienen historia, ejemplificando con la fortaleza que tiene la Constitución de Estados Unidos, a pesar de sus enmiendas.
"Las instituciones en América Latina pueden decir que todo se devuelve. Ahora tienen el tipo de Presidentes del estilo Trump: populistas, oligarcas… Tienen que diseñar una constitución que separe los poderes y que asegure que no se establezca una tiranía", aconsejó.
El académico señaló que "ninguna parte del mundo ha producido más constituciones que América Latina. Venezuela tiene el récord… Es mejor dejar que sus instituciones evolucionen que romper todo y empezar del principio".
No somos libres por la suerte
También se refirió a la belleza de la libertad recordando que "somos libres, no por suerte, sino debido a que las generaciones pasadas diseñaron instituciones y tenían ideas que hicieron que nuestra libertad fuera posible".
Para que una sociedad libre realmente florezca enumeró seis cimientos sobre los cuales se debe asentar: La competitividad económica y política, derecho a propiedad, consumo y fabricación con calidad que asegure el progreso material, ciencia y ética laboral.
"La competitividad es buena. No debieran existir monopolios en el poder ni en la economía, es necesario el derecho de propiedad que esté garantizado por ley, no hay libertad sin ciencia; los libertadores revolucionarios y revoluciones nos liberaron de probar hipótesis versus los hechos (…) no es necesario confrontarlos. Una sociedad consumista que fabrique con calidad es motor del progreso material y finalmente, la ética laboral es fundamental porque si no estamos en problemas", enfatizó.