SANTIAGO.- El 31 de diciembre de 2009, a 18 días de la realización de la segunda vuelta entre el candidato oficialista, Eduardo Frei, y el abanderado de la oposición, Sebastián Piñera, la en ese entonces Presidenta Michelle Bachelet marcaba su posición frente a los comicios, que terminarían con una dura derrota para la Concertación.
En una entrevista con La Segunda, la jefa de Estado aseguraba que "yo tengo mi candidato, en este gobierno hemos hecho cambios sustanciales y el único que puede garantizar eso es Eduardo Frei", pero al mismo tiempo recalcaba que su rol ante los comicios sería "cumplir el máximo de compromisos y dejar la casa bien ordenada".
Con ello, notificaba públicamente algo que semanas antes ya había ordenado a sus ministros y colaboradores: Distanciarse de la campaña de Frei para evitar contaminar el cierre de su gobierno, con una aprobación cercana al 80% en ese momento, con el próximo fracaso electoral de la centro-izquierda.
Sin embargo, meses antes, Bachelet se había jugado con todo por el ex Mandatario. En octubre de 2009, puso a su equipo de confianza a trabajar en la campaña sumando incluso a la directora del Sernam, Laura Albornoz, y a su madre, Ángela Jeria, y existía una constante comunicación entre La Moneda y el comando del DC.
Pero el fracaso electoral en primera vuelta, con 14 puntos de diferencia a favor de Piñera, dejaron en un difícil pie a la gobernante. Tanto así que evitó referirse al hecho en su primer discurso después de la elección y tardó más de tres días en abordar el tema; Luego, en un consejo de gabinete post comicios notificó la nueva estrategia.
Pese a que la Mandataria aprobó el desembarco en el comando de la vocera de La Moneda, Carolina Tohá, el Subsecretario de Desarrollo Regional, Mahmud Aleuy, y el director de comunicaciones, Juan Carvajal, en dicho encuentro subrayó que había que priorizar las labores de gobierno por sobre los apoyos a la candidatura de Frei.
La lápida la terminó de poner el ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo, quien señaló que en segunda vuelta el gobierno sería prescindente y que "la popularidad de la Presidenta Bachelet no es endosable a Frei".
El "jugado" escenario actual
Hoy, también a 18 días del balotaje entre Alejandro Guillier y Piñera, otra vez, la postura de Bachelet es diametralmente distinta: Durante meses guardó celosamente la prescindencia del Ejecutivo ante la presencia de dos candidatos oficialistas y decidió tirar toda la carne a la parrilla en segunda vuelta.
"Yo nunca he mencionado candidato alguno, aunque imagino que todo el mundo sabe cuál es mi candidato"
Michelle Bachelet
De hecho, al día siguiente del paso del senador independiente a la siguiente etapa de los comicios, decidió recibirlo en el Palacio de La Moneda, como un claro gesto de respaldo. En la reunión, conversaron sobre la mejor forma en que el Gobierno podría colaborar en la campaña del abanderado.
En ese instante, el Ejecutivo acordó impulsar una serie de proyectos que "sacaran al pizarrón" a Piñera, como la gratuidad en educación superior y las iniciativas de modernización del sistema de pensiones.
Dicha estrategia no es nueva, ya que en 2009 La Moneda también sacó lustre a medidas que complicarían al líder centroderechista. De hecho, en plena segunda vuelta se promulgó la ley sobre transparencia y calidad de la política, en la cual lo cuestionaron abiertamente por su condición de empresario.
El encuentro que tuvo con Guillier genero acusaciones de Piñera por intervencionismo, pero ella defendió la situación. Ayer, en una entrevista con Mega, recordó cuando que él cuando estaba en La Moneda "dijo que Evelyn (Matthei) podía ser una gran candidata y que había que votar por Evelyn, que era una gran presidenta".
"Yo nunca he mencionado candidato alguno, aunque imagino que todo el mundo sabe cuál es mi candidato", recalcó, en referencia al abanderado oficialista.
A ese esfuerzo se ha sumado una ofensiva de Bachelet por distintas regiones de Chile, en las cuales ha enfatizado que no da lo mismo quien gobierne. Asimismo, ha subrayado sus diferencias entre el proyecto progresista que representa Guillier frente al “retroceso” que significaría el retorno de Piñera a La Moneda.
La gran diferencia, comentan en palacio, es la relevancia que la Mandataria le quiere dar a su legado. Esta vez, a contraposición de lo ocurrido en 2009 cuando poseía una alta aprobación y ya se hablaba de su repostulación, puso todo su capital político en las reformas que impulsó y desea ver que estas queden marcadas en la historia de Chile.