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Testigos de Jehová rechazan que se les imponga transfusión de sangre por considerar que "destruye su dignidad"

Como coordinador del Departamento de Información sobre Hospitales de la Asociación Cristiana Testigos de Jehová, Moisés Tabilo asegura que existen técnicas de tratamiento que no requieren el uso de este método.

18 de Julio de 2018 | 14:23 | Por Consuelo Ferrer D., Emol
SANTIAGO.- Lo que la Corte de Apelaciones de Santiago hizo este martes fue algo que ya había hecho por primera vez hace más de veinte años, en 1996: dirimir un recurso de protección interpuesto por el Hospital San José, por la existencia de un paciente que se negaba a recibir transfusiones de sangre.

En ambos casos, se trató de razones religiosas, por ser los pacientes Testigos de Jehová. Aunque la resolución tomada en las dos ocasiones fue distinta. Esta vez, la Corte ordenó al recinto "adoptar y aplicar todas las medidas terapéuticas y tratamientos médicos que sean necesarios para proteger y salvaguardar la vida y la integridad física y psíquica de la paciente, incluyendo eventuales transfusiones de sangre".

Hace dos décadas, se privilegió la autonomía como un derecho fundamental. "Se rechaza el recurso y deniega la transfusión sanguínea sobre la base de que nadie puede ser forzado a defender su propio derecho", decía en el fallo.

Se trata de una discusión que se mantiene abierta y en constante debate, y que ha llevado a la Asociación Cristiana Testigos de Jehová a crear un Departamento de Información sobre Hospitales, que cuenta con veinte comités de enlace con los recintos en todo Chile.

El objetivo que persiguen es que todos los miembros de la comunidad puedan recibir tratamiento médico sin recurrir a transfusiones de sangre, algo que, según ellos, es realizable. "Los doctores están tan acostumbrados a usarla como un medio a la mano, que algunos temen usar otras alternativas", explica el superintendente coordinador del departamento, Moisés Tabilo.

"Nosotros queremos facilitarle el trabajo a los médicos y por eso existe este comité, que les lleva artículos e información, o incluso los contacta con doctores en otros países. Ellos se pueden beneficiar con conocimientos, estrategias y experiencia de otros", añade.

Para los Testigos de Jehová, existen mandatos relativos a abstenerse de la sangre en cuatro libros del Antiguo y Nuevo Testamento de la Biblia, debido a que "para Dios, la sangre representa la vida".

Este aspecto de la religión ha sido señalado por algunos como "fanatismo".

—A veces se le da tanto auge a lo religioso que quizás alguien pueda pensar eso. En realidad es algo muy apegado a lo que dice la Biblia, pero también a los avances de la ciencia. A veces se piensa que es casi como si recurriéramos a la eutanasia, pero en realidad es todo lo contrario: buscamos siempre la vida, por eso acudimos a los hospitales, vemos médicos y tomamos remedios. Pero cuando está este mandato de Dios con respecto a la sangre, comprendemos que nos convertimos un desafío para el doctor.

¿Y cómo suele ser el recibimiento de los recintos hospitalarios ante esta restricción?

—En Chile ha ido avanzando, especialmente en el Hospital Clínico de la U. de Chile. Ahí varios doctores han liderado un buen equipo que no se asusta ante estos desafíos. En el Gustavo Fricke, en Viña del Mar, hay un equipo muy bueno en cardiocirugía que es un referente nacional, donde muchas personas se operan sin sangre.

Operar sin sangre


En la práctica, lo que el equipo del hospital de la U. de Chile ha hecho es crear un Programa de Medicina y Cirugía Sin Transfusión de Sangre (ver nota relacionada), que dirige el doctor Gonzalo Cardemil desde 1998.

El método consiste en prevenir el malgasto de sangre y usar otras técnicas para reutilizar la misma sangre del paciente, como una máquina llamada Cell Saver, que cuesta cerca de 14 millones de pesos y su función es aspirar la sangre que se pierde, limpiarla y devolverla al cuerpo.

Existe maquinaria especializada para este tipo de tratamientos, ¿ha avanzado el abanico de opciones técnicas al cual acceder?

—El Hospital de Coquimbo y el de la U. de Chile tienen cada uno una Cell Saver, que fue donada por comunidades de Testigos de Jehová, y en otros recintos ha existido buena voluntad para adquirirlo, y lo han hecho porque está a la mano y se usa, además, en cirugías cardiacas. Hemos sabido de personas que no profesan la religión y que lo piden.

¿Y con respecto a los profesionales de salud?

—En general, con las nuevas leyes, han mejorado los cuidados hacia el paciente, como que se le trate por su nombre o que puedan realizar un consentimiento informado, para que sepan qué le está pasando y qué tratamiento se va a usar. Con respecto a nosotros ha aumentado la cooperación de los doctores, pero todavía quedan nichos un poquito temerosos.

Usted dijo que se atemorizan porque no están acostumbrados a usar otras alternativas.

—Si lo piensas, el hecho de que alguien se niegue a un tratamiento no debería escandalizar a nadie, porque hay gente que rechaza muchos otros. Hay quienes se rehúsan a someterse a quimioterapia, a veces por razones que a alguien podrían parecerle muy retrógradas, y nadie puede obligar a esa persona a recibirla.

La Corte citó el mandato constitucional de asegurar la vida.

—El derecho a la vida es importante, pero si fueran tan categóricamente importante no podrían existir los bomberos ni los soldados, porque sus vidas corren peligro. En Europa y EE.UU. esto ya se ha hablado: no solamente está el derecho a la vida, sino también el derecho a la dignidad. Sería terrible que por imponerle a alguien el derecho a la vida, destruyeran su dignidad.

Se han conocido casos en el mundo de personas que fueron transfundidas contra su voluntad y sin mediar la ley, cuando estaban sedadas o que son obligadas por la fuerza a hacerlo.

—Esta es una postura que se centra en el deseo personal e íntimo de una persona de poder ser respetada en su cuerpo. Cuando se emite un decreto para que transfundan a alguien, es verdad que el médico y el equipo están amparados por la ley para hacerlo, pero no se dan cuenta de que si esa persona dijo expresamente que no lo deseaba, para muchos es prácticamente una violación. Obligan a una persona sedada a aceptar algo en su cuerpo que no quería. Es una violación de la integridad personal.
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