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A 40 años de la "casi guerra" con Chile: Tres académicos argentinos dan su visión del conflicto por el Beagle

El historiador Pablo Lacoste culpó a la Academía Nacional de Historia de Buenos Aires del origen de la pugna, mientras que su par Felipe Pigna dice que esto derivó de un arbitraje erróneo. En tanto, el polítólogo Julio Burdman señaló que en la época existía "desconfianza" hacia Santiago.

15 de Diciembre de 2018 | 07:14 | Por Tomás Molina J., Emol
SANTIAGO.- Desde que se decidió que el conflicto lo debía destrabar la Reina Isabel II de Inglaterra a través de un arbitraje "el tema venía complicado", explica Felipe Pigna, reconocido historiador y comunicador argentino. Así analiza la tensión territorial entre Chile y el país trasandino que llevó a ambas naciones al borde de la guerra en diciembre de 1978, cuando las dos eran gobernadas por dictaduras militares.

Siete años antes, se comprometieron a zanjar la soberanía de islas al sur del canal del Beagle -entre ellas Picton, Nueva y Lennox- y de estratégicos espacios marítimos en la zona por medio de una mediación que llevaría a cabo la mencionada monarca. El fallo fue a dado a conocer en mayo de 1977 y el Gobierno argentino no lo acató: el general Jorge Videla lo declaró "insubsanablemente nulo". Los movimientos de tropas del país vecino en la zona de conflicto no tardaron en ocurrir. Chile, a su vez, respondió con similares preparativos.

La resolución otorgó derechos de navegación a los dos países, pero se reconoció el dominio chileno en la mayor parte de las islas y soberanía oceánica. "El arbitraje británico obviamente iba a perjudicar a Argentina tratando de que no tuviera salida al Atlántico, por la proyección que esto pudiera tener sobre Malvinas. Eso fue un error gravísimo, y este arbitraje equívoco llevó entonces a que comenzara la campaña belicista en uno y otro lado de la cordillera", sostiene Pigna a Emol.

Sin embargo, Pablo Lacoste, académico trasandino radicado en Chile, afirma haber estudiado el tema "en profundidad", lo ve de otra forma: "Yo soy historiador argentino y le puedo garantizar que el laudo arbitral falló estrictamente en derecho".

Por lo tanto, para el profesor de la Universidad de Santiago, el origen del conflicto no pasa por un dictamen errado o un arbitraje mal estudiado, sino que existe un desencadenante diferente: La Academia Nacional de Historia de Buenos Aires.

"Los militares sabían que perdieron el arbitraje y en un principio esos militares estaban dispuestos a acatarlo, pero hubo un problema con la Academia Nacional de Historia, desde donde se creó una corriente de opinión en que los derechos de Argentina en el Beagle eran irrefutables y que el laudo arbitral se perdió por una actitud absolutamente injustificada de los jueces. Argentina debía rechazar el arbitraje", explica.

"Esos historiadores construyeron un relato que se comunicó a través de la prensa como una verdad dogmática indiscutible. Esa presión de la prensa sobre el Gobierno militar hizo que este cambiara su enfoque, y de la actitud inicial que era de aceptar el laudo arbitral, pasara a tener que rechazar".

Pablo Lacoste
En ese sentido, admite que "lo que estoy diciendo sé que es fuerte", pero enfatiza en que "lo digo con conocimiento de causa: esos historiadores construyeron un relato que se comunicó a través de la prensa como una verdad dogmática indiscutible. Esa presión de la prensa sobre el Gobierno militar hizo que este cambiara su enfoque, y de la actitud inicial que era de aceptar el laudo arbitral, pasara a tener que rechazar", agrega el académico de la Universidad de Santiago, quien reconoce que "originalmente" pensó que esto había sido gestado por los militares, pero tras documentarse descubrió que estos solo fueron empujados.

"Aquí estuvo la madre del cordero. El origen de esta casi guerra que hubiera costado millones de muertos está en una falsa conciencia creada por la Academia Nacional de Historia de Buenos Aires", insiste.

Desconfianza hacia Chile


Para el politógolo argentino, Julio Burdman, en la Argentina de la época, "había un clima intelectual que estaba asignado por una profunda desconfianza hacia Chile y Brasil, teníamos una dictadura militar que trabajaba sobre la hipótesis de conflictos con ambos países (...). La hipótesis de un conflicto de tipo territorial con nuestros dos vecinos, a su vez gobernados también por militares, formaba parte de las alternativas que manejaban los círculos informados de la época".

"Siempre ha sido que los diferentes conflictos territoriales que se presentaban, y que estaban pendientes en la extensa frontera, había una animosidad de parte del Estado chileno de avanzar más allá de lo que se estaba negociando. Esa fue la interpretación política permanente."

Julio Burdman
Con Chile, señala Burdam, los límites territoriales fue un proceso que nunca se terminó de completar, recordando que fue un tema que "se encaró con seriedad" en la década de los 50 entre el Presidente chileno, Carlos Ibáñez del Campo y su par trasandino Juan Domingo Perón.

Pese a ello, afirma, la versión argentina "siempre ha sido que los diferentes conflictos territoriales que se presentaban, y que estaban pendientes en la extensa frontera, había una animosidad de parte del Estado chileno de avanzar más allá de lo que se estaba negociando. Esa fue la interpretación política permanente".

"En el caso de las islas del canal del Beagle se producía el mismo sentido", añade, por lo que, tras el arbitraje, Argentina decidió movilizar sus tropas a la frontera.

Cómo vivió Argentina este conflicto


Según Lacoste, Argentina y Chile abordaron este tema de forma completamente distinta. "El gobierno militar chileno trató de que esto no creara un ambiente de tensión en la población, en cambio en la Argentina fue mucho más público. El Gobierno de Videla usó el Beagle para tratar de fortalecer su posición política interna, algo muy parecido a lo que hizo tres años y medio más tarde con Las Malvinas".

"Los militares argentinos hacían maniobras con tanques, desplazamientos. Hacían declaraciones y bravuconadas en los medios de comunicación, se presentaban con delirios, a ver quién era Rommel, quién era Patton, quién era Einsenhower. Había un clima militar autoritario de mucha parcialidad", recalca el académico, recordando una frase del general Luciano Benjamín Menéndez: "Este problema (con Chile) es tan fácil como tomarse una cerveza en Uspallata y orinarla a la tarde en Viña del Mar".

Pigna también reconoce la figura de Menéndez como "gran promotor" de la campaña belicista y "antichilena" que era difundida en Argentina por "revistas sensacionalistas y de gran difusión, órganos de la dictadura", como la revista Gente y la revista Somos. Todo, indica, para desviar la atención de la "represión" y de la política económica "desastrosa" de la dictadura militar argentina.

"Un espíritu patriotero que no terminó de convencer a la gente (...). Esto no prendió, como sí la causa de las Malvinas después", recalca.

"Los militares argentinos hacían maniobras con tanques, desplazamientos. Hacían declaraciones y bravuconadas en los medios de comunicación, se presentaban con delirios, a ver quién era Rommel, quién era Patton, quién era Einsenhower"

Pablo Lacoste
Chile, en cambio, dice Lacoste, "lo que hizo fue protegerse ante la eventual hipótesis vecinal tres: la invasión simultánea de Perú, Bolivia y Argentina. Pero no hizo, por ejemplo ensayos de apagones" como sí realizó el país trasandino, asegura, añadiendo que "los militares argentinos construyeron un "clima pre bélico" donde circulaban "relatos históricos antichilenos".

"El pueblo era un sujeto pasivo de ver ese ambiente militar que jamás se había venido en Argentina. Esta era una situación creada por los militares", quienes, asegura, intentaron aprovecharse de la efervescencia nacionalista gatillada por el campeonato obtenido por Argentina en el mundial de fútbol de 1978.

Burdman, por su parte, lo relata de forma distinta. "En Argentina y Chile sucedió algo similar: no era un tema que formara parte de la discusión en la opinión pública (...) dado que ambos países tenían dictaduras militares, por lo que el manejo de la información era mucho más hermético. Aquí también se vivía con bastante opacidad la cuestión de lo que estaba ocurriendo en el nivel de la hipótesis de un conflicto en la región, entre nuestros países".

La percepción actual del conflicto


En diciembre de 1978, cuando la guerra estaba a punto de iniciar, intervino el Papa Juan Pablo II: las armas se bajaron y en 1984 se firmó el tratado de Paz y Amistad, donde ambas partes quedaron conformes con lo establecido.

"Fue un gran alivio de ver que los delirantes de los militares no se iban a salir con la suya", sostiene Lacoste, destacando que tras 40 años en el pueblo argentina se le da un importante reconocimiento a la figura de Juan Pablo II, pero que a diferencia de Chile, en Argentina no se ha hecho lo suficiente para hacer más visible este conflicto.

"En Argentina, la guerra de Las Malvinas (contra Inglaterra) cambió la perspectiva y Las Malvinas pasó a ocupar todo el espacio y ha hecho desaparecer el recuerdo del Beagle. La mayoría de la gente no sabe que los dos elementos (Malvinas y Beagle) están conectados", dice.

"Creo que es un tema completamente olvidado (en Argentina). Nadie recuerda el Beagle ni les parece hoy trascendente"

Felipe Pigna
Y es que, según el profesor de la Usach, "la ayuda del Gobierno de Chile a los ingleses durante Las Malvinas (1982) fue el resultado de esas tensiones previas creadas por el conflicto del Beagle. Ahora sí se entiende que la maniobra que hizo Chile fue de supervivencia, no una apuñalada por la espalda como se ha instalado en algunos ámbitos de la opinión pública argentina".

De todas formas explica que el tema del Beagle se habla poco en Argentina, pero enfatiza en que sería bueno que tuviera mayor notoriedad pública "para explicar todo, así mejorarían sustancialmente las relaciones".

"Creo que es un tema completamente olvidado. Nadie recuerda el Beagle ni les parece hoy trascendente", admite Felipe Pigna, mientras que Burdman apunta a que en su país se recuerda más la solución de la tensión en 1984 que la "casi guerra" en 1978.

Según la interpretación de este último, el pueblo trasandino ve este conflicto como un episodio más "signado por la dictadura militar, y buena parte de las efemérides y la lectura de la historia que se impuso en Argentina desde el 83 en adelante, tiene que ver con negar un poco algunos aspectos de lo que sucedió en la dictadura y concentrarse mucho más en la dinámica política posterior".
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