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Rodrigo Álvarez: "Espero que nadie vuelva a interpretar que hay una sola verdad, una sola aproximación"

El constituyente y miembro de la mesa directiva analiza el impacto de los resultados del domingo y proyecta lo que puede ser la relación entre ese órgano y un eventual gobierno de José Antonio Kast.

27 de Noviembre de 2021 | 12:33 | Por Álvaro Valenzuela Mangini, Crónica Constitucional
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El Mercurio
"Si se produce su triunfo, voy a estar disponible para ayudarlo en lo que sea y por supuesto, en su relación con una Convención que va a estar plenamente activa al menos durante el primer semestre de su gobierno". Así responde Rodrigo Álvarez cuando se le pregunta por el rol que él podría jugar si José Antonio Kast gana el balotaje presidencial. Porque aunque no acompañó a Kast cuando en 2016 este dejó la UDI, no solo los une el vínculo generacional —ambos se iniciaron como dirigentes en Derecho en la UC— y la amistad, sino que Álvarez no dudó en declararle públicamente su apoyo ya en primera vuelta, cuando aún el candidato de Chile Vamos era Sebastián Sichel.

Por toda esa cercanía —que hasta incluye el hecho de que Cristián Valenzuela, principal estratega de la campaña kastista, fue jefe de gabinete de Rodrigo Álvarez en su época de subsecretario de Hacienda y, luego, ministro de Energía— es que muchos apuestan a que el actual constituyente y miembro de la mesa de la Convención será un actor clave, una suerte de puente, entre un eventual gobierno de Kast y el órgano constitucional. "No me atrevería a calificarlo así", responde cuando se le pregunta del tema. "Lo único que digo es que yo haría todos los esfuerzos necesarios para la relación y el mejor trabajo conjunto de José Antonio Kast con la Convención", insiste.

¿Pero no está en riesgo la nueva Constitución en un eventual gobierno de Kast?

—No. Él es una persona absolutamente respetuosa de los procesos institucionales y de las normas que tiene la actual Constitución. Y entre esas normas está el desarrollo de este proceso constituyente. Lo que yo sí creo es que, a partir de la elección, hay un claro llamado a actuar con mucha más moderación y prudencia por parte de la Convención.

Pero Kast ha sido claro también en que, si la Convención elabora lo que en su visión sea un mal texto, va a llamar a votar Rechazo en el plebiscito de salida. ¿Qué sería un mal texto?

—Creo que lo primero, más que ver lo que pueda ser el plebiscito de salida, es el llamado a que hagamos nuestro trabajo. Yo también se lo he escuchado y me parece correcto; es un llamado a que la Convención se dedique a la tarea para la cual fue convocada por la ciudadanía, que es redactar una propuesta constitucional. Si es un buen o mal texto, va a depender de nuestro trabajo, de su desarrollo, de responder realmente a lo que quieren los chilenos. En ese sentido, creo que estos cuatro meses, con discursos extraordinariamente refundacionales, que creo no se hacían cargo de la historia de nuestro país, son parte de lo que explica el resultado del fin de semana y espero que eso nos lleve a actuar ahora con mucha más moderación y prudencia.

¿Cómo se entiende que los mismos electores que eligieron esta Convención, seis meses después coloquen en primera mayoría a Kast y voten por el Congreso que votaron? ¿La explicación, según usted, está en la propia Convención y el modo en que ha funcionado?

—Hay varios factores. Desde luego, hay que entender que las condiciones en el mes de mayo fueron absolutamente extrañas: en medio de una pandemia, con una suspensión de campaña, con un muy mal manejo del proyecto de retiros previsionales, con un gobierno con muchos errores... Yo creo que la elección más extraña de todas es la de mayo, realizada incluso con un sistema electoral específico, que solo se usó para esa vez. Ahora, ¿por qué cinco meses después el resultado cambia y tenemos un Congreso muy distinto y a un José Antonio Kast que, con todos sus méritos, obtiene el primer lugar en la primera vuelta? Creo que hay muchos factores, pero no me cabe la menor duda de que entre todos esos factores estuvieron también estos discursos excesivos que uno escuchó de amplios sectores de la Convención, que hablaban de una refundación extrema, donde parecía que todo Chile se había iniciado el 18 de octubre. Creo que mucha gente reaccionó a eso.

¿Es un mensaje de equilibrio el de los votantes? ¿De establecer un contrapeso?

—Por de pronto, es un mensaje de mantenernos en el curso institucional que se había pactado y que se había votado. Cuando en la Convención algunos sectores querían superar el acuerdo de los dos tercios o querían hacer el plebiscito dirimente o extender el período de la Convención, creo que hay una buena cantidad de chilenos que dice no; estamos disponibles a un cambio, a una nueva Constitución, pero dentro del marco institucional que fue votado.

Con esto, ¿la idea de extender plazos queda descartada en los hechos?

—Como sector, nos hemos opuesto a varias de esas ideas. A los plebiscitos dirimentes, a la modificación de los dos tercios y también es un hecho que hay que cumplir el plazo que nos fija la Constitución. Sí debo destacar que había en la Convención más gente partidaria de cumplir el plazo exacto de un año, no solo nosotros, también sectores independientes y de izquierda. Yo ya esperaba que el actual Congreso no aprobara esas ideas de alterar nuestro marco, pero creo que ahora es más probable que, con el nuevo Congreso, que surge de una visión más equilibrada y prudente, sea aún más descartable esa alternativa.

¿Y realmente se alcanza a tener una Constitución de aquí al 4 de julio?

—Desde el día uno, como sector, pedimos que en un mes se tuviera redactado el reglamento y planteamos en los discursos inaugurales una serie de alternativas para acelerar el trabajo. Hubiéramos preferido estar discutiendo las normas constitucionales hace mucho tiempo atrás y por eso fuimos también críticos a haber distraído esfuerzos en otras cosas. Recordará usted nuestra crítica a esa declaración sobre los presos por los hechos de violencia, por ejemplo. Ahora, cuando te queda el tiempo que te queda, no solo tienes que hacer todos los esfuerzos, tienes que cumplir ese plazo. Vamos a tener que hacerlo porque da estabilidad, da un marco jurídico correcto al país que presentemos en el tiempo previsto el proyecto de nueva Constitución.

¿Por qué la Convención debería entender que hay un mensaje para ella en esta elección? Bien podría decir: me eligieron para esta tarea y yo la hago independientemente de lo que pase en otras elecciones.

—Nosotros estamos preparando una Constitución y hemos dicho que para ello hay que escuchar a la ciudadanía. Pero ¿qué mejor voz escuchar que aquella con que se expresaron siete millones de electores hace pocos días? Si el espíritu de la Convención es buscar la opinión de las personas, el pasado fin de semana tuvimos a siete millones de chilenos diciendo lo que esperaban, lo que querían, lo que estaban buscando. Son buenos argumentos para que la Convención diga: voy a escuchar lo que dicen los chilenos ahora y no necesariamente lo que fue el resultado de una elección como la de mayo, donde hubo un sistema electoral distinto, donde hubo, al mismo tiempo, una situación de pandemia distinta, donde hubo elementos políticos muy críticos, y que llevó a un resultado bastante extraño a lo que era nuestra historia electoral y a la que vuelve a ser hace unos días.

Si nos ponemos en el otro escenario de segunda vuelta y gana Gabriel Boric, ¿no podría ser interpretado como la ratificación de que el país sí quiere cambios fundacionales?

—En cualquier escenario electoral, ya lo que ocurrió en el Senado, en la Cámara de Diputados, en los consejeros regionales, y el hecho de que todo el mundo sabe que al menos va a haber un resultado presidencial estrecho, eso debe ser una clara lección, una clara muestra de que hay grandes bloques políticos en el país y que se requieren acuerdos. Espero que nadie vuelva a interpretar que hay una sola verdad, una sola aproximación o que todo lo hecho está mal y, por lo tanto, vuelvan estas posiciones tan refundacionales. Y espero que también los convencionales entendamos que tenemos que aprobar una propuesta constitucional independiente de quién gane la elección presidencial.

Se ha hablado de introducirle grandes cambios a la figura del Presidente de la República, lo cual además involucraría la posibilidad de acortar el período. ¿Entendería la ciudadanía que al Presidente que se elija en diciembre se le acorte a los pocos meses el período o se le quiten atribuciones?

—En términos personales, por suerte lo dije antes de la elección y de saber su resultado, en cuanto a que yo iba a respetar la decisión de la ciudadanía respecto del número de cámaras, de los períodos de las personas y particularmente del período presidencial. Espero que el texto que se redacte sea pensando en lo mejor para Chile, no a partir de un resultado electoral. Pero le agrego que todo el análisis institucional debe hacerse respetando la soberanía de los chilenos recién expresada el domingo pasado, eligiendo a senadores y diputados por un período de tiempo y eligiendo a quien va a ser Presidente de Chile por un período de tiempo. Yo al menos haré todos los esfuerzos posibles para que la soberanía popular se respete. Por supuesto es totalmente válida la discusión de cuál es el sistema político que se le va a plantear a la ciudadanía, con las normas transitorias que eso conlleve, pero respetando lo que fue la soberanía del fin de semana recién pasado.

¿Eso significa que si cambia el régimen político ello solo debiera regir a partir de las autoridades que se elijan en cuatro años más?

—Lo que hay que buscar es preservar la expresión soberana de los chilenos del fin de semana recién pasado. Eso es clave. Dejemos la discusión más de fondo al trabajo que va a hacer la comisión respectiva, pero mi primera aproximación es absolutamente de respeto hacia las autoridades elegidas y al período para el que lo fueron. Veamos cómo se va a poder conciliar con la propuesta que se haga.

Sin embargo, hay quienes han insinuado que esas definiciones podrían depender del resultado de la elección.

—Si alguien va a estar con una calculadora pensando que si gana tal persona puede tener un período presidencial de un año y medio, y si gana tal otra respetarle los cuatro años, se estaría cometiendo un error muy grande.

Hace tres meses, la posibilidad de que el texto que proponga la Convención fuera rechazado aparecía como inimaginable, ¿es hoy una posibilidad más real y que la Convención debe tener en cuenta al desarrollar su trabajo?

—Yo jamás en mi trabajo pensé mucho en el plebiscito de salida y su resultado en una u otra línea. Mi trabajo es tratar de construir una buena Constitución para Chile a partir de una situación de tensión institucional y política. Evidentemente, si hacemos mal el trabajo y la postura no atiende a las necesidades de Chile, a lo que afectivamente los chilenos querían, y no responde a nuestra historia constitucional, va a haber una visión ciudadana crítica. Pero tratemos primero de hacer las cosas correctas. Es cierto, hace tres meses el escenario era otro, pero también deberíamos preguntarnos por qué hoy los niveles de confianza en la Convención han decaído, por qué electoralmente pasó algo distinto a lo ocurrido hace seis meses, y por eso le insistía que uno de los factores a considerar es lo que hemos hecho nosotros en estos meses de funcionamiento. Jamás he pensado que deba ser un elemento de análisis el plebiscito de salida. Lo que debe ser es nuestra obligación de escribir algo correcto, sensato.
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