EMOLTV

Óscar Landerretche: "Creo que hay un riesgo enorme de que fracase el proceso... Me asusta"

El economista confiesa su preocupación y asegura que aunque quiere votar apruebo, "no voy a validar algo que yo crea que no cumple con los estándares democráticos mínimos o que sea peor que lo que tenemos".

06 de Mayo de 2022 | 10:50 | Por Francisco Covarrubias, Crónica Constitucional
imagen
El Mercurio
El economista Óscar Landerretche (PS) es un observador agudo de la realidad. Sus intereses son tan variados, que ha sido desde expresidente del directorio de Codelco a escritor de cuentos infantiles. Recientemente acaba de lanzar el libro "Siete nudos", donde analiza las tensiones económicas del proceso constituyente.

¿Qué describe más su estado de ánimo respecto de la Convención Constitucional: optimismo, escepticismo, pesimismo?

—Mi estado de ánimo es de preocupación. Siento que la mala conducción del proceso constituyente, particularmente por la primera directiva, el desorden y la enorme pérdida de tiempo que ellos permitieron y fomentaron, le pueden haber generado una dificultad estructural a la Convención para llegar a un texto razonable. Además, siento que una proporción de convencionales ha gastado demasiado tiempo y energía en darse gustitos y performances llenas de aspavientos y arrogancia. Y finalmente, siento que los convencionales de mi sector, la centroizquierda, han pasado demasiado tiempo complaciendo a los sectores más extremos de la Convención y demasiado poco pensando en cómo construir una Constitución que dure 50 años y que permita a Chile dar un salto en desarrollo económico, cultural, social y democrático.

¿Dónde estuvo la falla?

—Siento que se ha alienado a muchísima gente que apoyaba el proceso (...), se ha ninguneado la participación ciudadana, ignorado las iniciativas populares, faltado a la promesa de sesionar en regiones y despreciado el conocimiento acumulado que quisieron aportar personas desde la academia y la intelectualidad. Mucha gente a la que se la excluyó del proceso y se la hizo sentir que esa exclusión era a propósito. Me parece extraño que ahora se les exija lealtad a sectores sociales que fueron excluidos del proceso y mandados a callar por la primera directiva. Muy raro eso. En fin, creo que hay un riesgo enorme de que fracase el proceso... Me asusta. No quiero que fracase, porque creo que es una solución democrática, republicana y civilizada a la enorme crisis social que vivimos. Pero estoy preocupado, sin duda.

¿Está de acuerdo con ese viejo constitucionalista francés que dijo, "una Constitución no puede por sí misma hacer feliz a un pueblo, una mala sí puede hacerlo infeliz"?

—Parcialmente, porque creo que la frase está incompleta e induce a la idea de que no hay que abordar el proceso constituyente como algo prioritario. Una Constitución no puede por sí misma hacer feliz a un pueblo, cierto. Una mala puede hacerlo infeliz, cierto. Sí, pero lo que no es cierto, que está implícito en la frase, es que uno pueda desplegar un proceso de desarrollo sin una Constitución que esté a la altura. Es un “desde” que no es evitable.

Hasta ahora, ¿vamos camino a una buena o a una mala Constitución?

—Si estoy preocupado, claramente es porque hay cosas que he visto anunciadas, discutidas, propuestas y aprobadas que no me parecen buenas ideas. Me alarma, de hecho, cuando escucho a los propios convencionales anunciar que creen que saldrá un proyecto de mala calidad, incompleto o "en construcción". No me parece muy aceptable aquello. Hago mías las palabras del senador José Miguel Insulza: creo que los chilenos tenemos el derecho a exigir una buena Constitución, una Constitución de la más alta calidad. No veo por qué tendríamos que renunciar a aquello.

Muchos convencionales han culpado del crecimiento del rechazo a campañas o fake news. ¿Está la gente que manifiesta adhesión al rechazo manipulada o es fruto de una deliberación legítima?

—No estoy de acuerdo. Creo que hay preocupación legítima y real entre personas, como yo, que quieren votar apruebo, pero no están dispuestas a refrendar cualquier cosa. Yo sugeriría a los convencionales la filosofía de "El Padrino", que siempre insistía en saber de inmediato las malas noticias porque eso le permitía enfrentar los problemas oportunamente y no llegar tarde a las soluciones.

¿Habría sido preferible una corrección a lo que teníamos, más que un texto refundacional?

—Posiblemente, pero esa fue una opción que tomó la élite empresarial chilena, la derecha y una parte de élite política de centro cuando ningunearon, festinaron, sabotearon y, finalmente, clausuraron el proceso de reforma constitucional propuesto por la presidenta Bachelet. Esta posición fue famosamente representada por el entonces ministro del Interior del presidente Piñera, Andrés Chadwick, en Icare, en un discurso que envejeció muy mal. Seguramente hoy se arrepienten de ello, pero no creo que sea justo actuar como que no son responsables de lo que ha ocurrido. Ese proceso, por si acaso, fue muy participativo, muy inclusivo e interesante. ¿No sé si se acuerdan de los Encuentros Locales Autoconvocados? Hubo un proceso bastante ejemplar ahí. Yo creo que, si hubiera fraguado y culminado, estaríamos en un país muy diferente al actual. Pero como dicen… ya pasó la vieja.

Aristóteles para escribir "La Política" estudió más de 100 constituciones. ¿Cuáles constituciones le parecen luminosas para Chile en materia económica?

—Me gustan, en general, las constituciones de las democracias liberales socialdemócratas. Me gusta cómo son capaces de balancear un rol de la política y de la iniciativa individual. Me gusta cómo son capaces de balancear lo público y lo privado. El problema es que no es posible hacer copypaste de esas constituciones porque cada país es diferente. Creo que es mejor identificar puntos centrales del problema económico en las constituciones, entender esas tensiones y las opciones que generan. Eso es lo que trato de hacer en mi último libro, "Siete Nudos, las tensiones económicas del proceso constituyente", en que abordo los temas críticos que debemos resolver en la Constitución para la materia económica: el rol subsidiario del Estado, la propiedad privada, los derechos sociales, la descentralización, la iniciativa presupuestaria (y de impuestos o deuda), las agencias regulatorias autónomas (como el Banco Central) y la reforma del Estado. Al final, vamos a tener que encontrar una solución chilena a estos nudos. Si lo hacemos bien, finalmente, mostraremos que hemos aprendido de las experiencias de esos países.

¿Cuáles son los aspectos que más le preocupan de lo que se ha aprobado?

—No me gusta la eliminación del Senado. Yo, a diferencia de la opinión que predomina en la Convención, considero que es bueno que existan cámaras espejo. Considero que es bueno que las leyes sean reconsideradas, repensadas y analizadas varias veces. Creo que es bueno que exista una cámara fuerte, que refleje a las regiones, y creo que es bueno que quienes la componen tengan períodos largos para darles la oportunidad de mantener una perspectiva estratégica y de largo plazo.

¿Le parece que queden los privados explícitamente fuera de determinadas provisiones públicas?

—No estoy de acuerdo con manifestar opciones de política pública específicas en la Constitución. Eso es parte de lo que no me gustaba de la Constitución anterior, que era regularmente usada por la derecha y el empresariado para limitar la acción de lo público e imponer su doctrina de Estado mínimo. No creo en las constituciones hechas a medida de la derecha y tampoco en las que se hacen a medida de la izquierda.

Se ha instalado que los derechos sociales deben estar garantizados. La experiencia muestra que muchos países (mayoría de latinoamericanos) que tienen aquello no los logran satisfacer adecuadamente, en cambio otros (mayoría de europeos) no los tienen, pero los satisfacen muy adecuadamente. ¿Debiéramos haber aspirado mejor sobre "aspiraciones sociales"?

—Bueno, si escribir derechos sociales en la Constitución no los garantiza, no debiera generar demasiada preocupación en los partidarios del Estado mínimo, ¿no? Perdón por la ironía, pero para ser muy sincero, sospecho de esta posición simplemente porque viene de sectores que han resistido por años el establecimiento de un sistema de protección social. Todavía recuerdo la escandalera que le hicieron a Lagos por el AUGE y la forma en que boicotearon la reforma previsional de Bachelet. No creo que tenga nada de malo manifestar la aspiración nacional a ciertas garantías sociales como derechos, siempre que ese mismo texto constitucional sea muy claro en que serán los mecanismos democráticos de la política los encargados de deliberar sobre cómo alcanzar esos derechos y no el Poder Judicial. Creo que el problema de todas esas constituciones a las que se alude, no es que manifiesten aspiraciones como derechos, es que no resuelven bien la "caja de máquinas", no resuelven bien sus sistemas políticos. Y si no resuelves eso, no hay derecho que valga. Para muestra, Perú: el problema de nuestros vecinos no es que tenga derechos en la Constitución, es que la sala de máquinas de su Constitución no funciona.

¿Una Constitución debiera establecer un modelo económico?

—No. Debiera establecer las reglas para que los ciudadanos debatamos y resolvamos democráticamente sobre nuestra estrategia de desarrollo. Entre otras cosas, permitiendo que cambiemos de estrategia en el tiempo si es que llegamos colectivamente a la decisión de que queremos aquello. Uso el término "estrategia de desarrollo" y no "modelo económico". La razón es que los modelos son rígidos, las estrategias son flexibles. Una estrategia se adapta, un modelo se atrinchera. La lealtad de un modelo es a una ideología, la lealtad de una estrategia es a un objetivo que, en nuestro caso, es el desarrollo económico, democrático y cultural de Chile. Prefiero una Constitución que abra el juego, no que determine quién gana por secretaría. Además, creo sinceramente que la realidad que enfrentamos requiere de un país flexible, resiliente, adaptable, antifrágil. No creo que sea bueno establecer un modelo en la Constitución.

¿Le parece que con lo que llevamos hasta ahora lo está estableciendo?

—Prefiero reservarme este juicio hasta ver el documento final. He manifestado mi preocupación y esa preocupación está basada en lo que he ido observando… pero prefiero otorgar la oportunidad hasta el último momento para que la Convención presente un documento más balanceado y razonable. Sé que hay convencionales de centro y socialistas que están haciendo ese esfuerzo. Quizás pudieron haberlo hecho un poco antes… en fin, mejor tarde que nunca… veremos en qué termina esto y ahí tomaremos posición.

¿Cuál es el principal riesgo que ve en la "Constitución del 22"?

—Que se apruebe una Constitución que casi la mitad del país rechace. Me parece que eso simplemente aplazaría y alargaría nuestra crisis política y manifestaría el fracaso del objetivo central del proceso, que era servir para sanar y unificar al país.

La carta de ciertos personeros de la ex-Concertación llamó a votar apruebo, en el fondo diciendo que cualquier cosa sería mejor que la Constitución actual y que ellos no votaban con la derecha. ¿Le ofrecieron firmarla? ¿Por qué no lo hizo?

—No fui contactado para aquello. Creo que mis posturas son muy claras.

¿Tiene decidido su voto?

—No, voy a esperar el texto final. Me desagrada mucho la idea de tener que votar rechazo. No quiero votar rechazo, quiero votar apruebo. Pero no voy a validar algo que yo crea que no cumple con los estándares democráticos mínimos o que sea peor que lo que tenemos. No creo que, como se dijo, “cualquier Constitución sea preferible a la actual”. No estoy de acuerdo con eso, ni tampoco creo que la Constitución actual sea de Pinochet. No es así, está firmada por el presidente Lagos y fue reformada sustantivamente a lo largo de los años de la Concertación. Así y todo, creo que tiene falencias, que puede ser mejorada sustantivamente y, por lo tanto, espero poder votar apruebo. Yo voté por una hoja en blanco, no firmé un cheque en blanco. Espero sinceramente que los esfuerzos que se están haciendo para enmendar el proceso permitan que personas como yo puedan aprobar.

Si el resultado es estrecho para el apruebo o el rechazo, ¿qué ocurrirá el día después?

—Una crisis política muy sustantiva, en una izquierda que se va a haber farreado una oportunidad histórica. Espero que no ocurra.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?