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Bárbara Rebolledo: "Si nos hubiesen dado la oportunidad, hoy tendríamos un texto diferente"

La periodista afirma que centroderecha y centroizquierda fueron marginadas de la discusión en la Convención, incluso cuando se valoraba el contenido de algunas de sus normas propuestas.

27 de Agosto de 2022 | 07:57 | Por Nadia Cabello, Crónica Constitucional
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El Mercurio
"Es duro", dice Bárbara Rebolledo, haber salido a las calles a pedir que votaran por ella para ser convencional y ahora ir de nuevo, pero argumentando por el rechazo al texto de la Convención de la cual fue parte. Pero eso es lo que está haciendo por estos días, como una de las voceras de la Franja Ciudadana por el Rechazo.

La periodista, quien postuló a la Convención como independiente en cupo de Evópoli, cuenta que fue difícil decidirse a dejar el periodismo y entrar a la política, pero que tomó la decisión "por amor al país, por cansancio a cómo funcionaba la política en Chile, a esta constante actitud en el Congreso de una polarización, atomización, en que lo que hay que hacer es negarle la sal y el agua al que gobierna en el minuto".

Sin embargo, plantea que "si se pensó en algún momento que la Convención Constitucional, sobre todo el hecho de que hubiese personas independientes, iba a significar que acá se iba a hacer ‘la casa de todos’ fue un sueño transformado en pesadilla". Acusa que fue un proceso "lleno de rencor, de ideologías partidarias o que respondían a banderas de ciertos movimientos, donde lo único que les interesaba era que esa bandera se pusiera al costo que fuera. Lo que finalmente se logró es decir venga la ideología tanto, la bandera tanto, todo esto orquestado por el Partido Comunista que necesitaba juntar 103 votos y para juntar 103 votos necesitaba incluir a los pueblos originarios que eran 17 y se movían en conjunto (...). Eso significó en la práctica, como las matemáticas las tenían hechas, que la centroderecha y la centroizquierda fuéramos marginadas desde el día uno".

¿Les negaron la sal y el agua?

—La sal, el agua y el aire. Era como "ni siquiera te invito a conversar porque no me sirves, para qué” (...). Fue tan dramático que cuando asumimos, el 4 de julio (de 2021), cada vez que se nombraba a alguien de derecha se pifiaba. Esa falta de solidaridad y de respeto al interior de la Convención nosotros la vivimos desde el día uno. Los primeros discursos eran, "ustedes, los que siempre han negado las cosas". Yo pasé de ser periodista a alguien que siempre se había negado para que se hicieran las cosas en este país. Yo traté de hacer todos mis esfuerzos, de cruzar puentes, de establecer relaciones, de sociabilizar mis normas, pero llega un minuto cuando me dicen, "Bárbara, es que sabes que está súper bueno, pero lo estás presentando tú y tú representas a la centroderecha, así que se te va a rechazar".

¿Se lo decían convencionales?

—Me lo dijo un convencional en la cara. Era la propuesta sobre el derecho a formar familia, que el Estado se hiciera cargo de los tratamientos de infertilidad, porque hoy el que tiene plata se paga el tratamiento y el que no, está frito. Incluso, mi propuesta hablaba de "personas", porque también buscaba incorporar a las diversidades sexuales, a las parejas homoparentales. Era la única propuesta en esta materia y se rechazó y quedó fuera. Presenté otra norma de salud mental con derecho a la rehabilitación de drogas. No se habla de drogadicción ni rehabilitación en toda esta Constitución que es súper maximalista. Es ahí cuando dices, aquí no se está pensando en el bien común, esto del diálogo transversal es mentira. Era un diálogo entre las izquierdas en que los 17 de los escaños reservados pidieron lo que no existe en ninguna Constitución del mundo y se les otorgó para que no se salieran del grupo y se pudiese llegar a los 103.

¿Qué acuerdos hubo entre la izquierda y los escaños reservados? ¿Cómo lograron sumarlos?

—Desconozco si hubo negociación a puertas cerradas y lo que en ella se haya podido determinar. Ahora, a la luz de los resultados, cuando miras que de los 388 artículos 98 hacen alusión a los pueblos originarios, ahí tú dices, hubo una transacción no menor. No creo que haya nada que hayan solicitado los pueblos originarios que no haya quedado incorporado, sobre todo en la primera etapa. Al final de la Convención, yo diría en las últimas dos o tres semanas de votación, la izquierda les empezó a quitar votos a los pueblos originarios, porque se empezaron a dar cuenta de algo que les dije meses antes conversando con algunos convencionales: la plurinacionalidad les va a costar el proceso... es un concepto demasiado amplio para un país donde existe 12% de personas de pueblos originarios y, segundo, un país donde, a excepción de lo que ocurre en la macrozona sur, hemos sabido convivir muy bien.

"En una intervención yo lo dije, estamos saltando del sartén a las brasas. No estamos resolviendo el problema indígena, estamos creando uno nuevo, porque al chileno tradicional, que nunca vio con un ojo distinto a los pueblos originarios, hoy día le empezaron a levantar los pelos".

¿Cuáles eran los temas fundamentales para la izquierda por los cuales necesitaba esos 17 votos?

—Un amigo me dijo algo: con la Constitución del 80 pudo gobernar un dictador, la DC, dos veces una socialista, una vez un PPD y dos veces un liberal. Al único sistema al que no le sirve esta Constitución es al marxista. Entonces, claro, había que debilitar ciertos poderes, como el Poder Judicial, pero por sobre todo, el Poder Legislativo. Incluso al Partido Socialista nunca le gustó la idea de terminar con el Senado (...). El debilitamiento del Poder Legislativo es importante para un sector marxista que lo que quiere, si analizas a lo largo de la historia las experiencias de los gobiernos de corte marxista, es apoderarse del poder, hacerse de un totalitarismo hoy día democrático, porque llegan al poder vía elecciones y para hacer eso necesitan poner banderas.

En medio del proceso, usted tuvo un cambio de tono. ¿Qué pasó?

—Cuando estábamos ad portas de la votación del primer bloque de Derechos Fundamentales, Patricio Fernández (Colectivo Socialista) escribe una columna, creo que fue el 6 de febrero, que se llamaba "Que la derecha no tenga la sartén por el mango no significa que debamos freírla en ella", y él mismo cita que estando en la comisión, luego las izquierdas se juntan y alguien dice algo así como que el que quiera aprobarle alguna propuesta a la derecha que diga altiro, porque la instrucción aquí es no se le va a aprobar nada (...). Y es ahí cuando digo, estoy haciendo de loca porque me dijeron en la cara que no me van a aprobar nada, yo les doy los votos para lo que considero que está bien y más encima salen a decir que aquí hay diálogo, que todas las decisiones se están tomando transversalmente.

"Pero si bien la centroderecha era una minoría, nunca bajamos los brazos. Siempre llegamos preparados a cada una de las comisiones y luego a los plenos habiendo estudiado, hicimos indicaciones. Por eso tú puedes decir que nos rechazaron 16 veces que la casa fuera propia, 18 veces que los fondos de pensiones fueran propiedad de los trabajadores. Porque no nos dábamos por vencidos. Dicen que uno lo hizo a modo de obstrucción y hoy lo ponen en un acuerdo y dicen que lo van a dejar claro. Yo creo que si nos hubiesen escuchado, si nos hubiesen dado la oportunidad, hoy tendríamos un texto diferente".

¿Hay algo bueno en la propuesta de Constitución?

—Lo que más me gusta es que haya sido redactada en democracia y que las personas que la escribieron, aunque no esté de acuerdo con cómo quedó la distribución al interior de la Convención, hayan sido personas elegidas democráticamente por la ciudadanía. Tercero, creo que es importante que se haya incorporado una visión ecológica. Se pasó tres pueblos, sí... Hacer que la naturaleza sea sujeto de derechos me parece que fue un poco demasiado.

¿Por qué habría que creer que si gana el Rechazo se hará una nueva Constitución?

—Lo bonito del Rechazo es que es transversal, no representa una ideología. Por primera vez tenemos trabajando juntos por un mismo objetivo concreto, que es que se rechace esta propuesta constitucional, a la centroizquierda y a la centroderecha. El que se baje del carro de una nueva Constitución post 5 de septiembre tiene todo para perder. Yo no creo que ni la centroizquierda ni la centroderecha se quieran hacer ese autogol (...). Y lo que más me gustaría, si puedo seguir aportando desde mi humilde persona, es invitar a no repetir las malas prácticas. Acá lo que espero y lo que me gustaría que sucediera es que no se excluyera nuevamente al que piensa distinto, al que perdió, al que sacó menos votos.

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