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"Camisetazo": El término ecuatoriano para los díscolos en política que surge a propósito de las polémicas del PDG

El fenómeno de los parlamentarios o alcaldes que se cambian de sector como si fuera una prenda de ropa es tan común en Latinoamérica que hay países que tienen sus propias palabras para describirlo.

15 de Noviembre de 2022 | 08:04 | Por Cecilia Román, Emol.
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Llegan a los espacios de poder en un partido y rápidamente se cambian a otro; se candidatean un año en una lista de izquierda, y otro año, de derecha; se llaman a sí mismos "independientes" y que solo responden a sus votantes. El fenómeno de estos políticos es tan común en Ecuador que hasta tienen un término para eso: "camisetazos", haciendo alusión al cambio de camiseta de los jugadores de fútbol.

En Chile han ocurrido situaciones similares y el término sale a la discusión a partir de lo que ha ocurrido en los últimos días con el Partido de la Gente, que pactó primero con el oficialismo un acuerdo administrativo para liderar la Cámara de Diputados; luego con la oposición, para levantar un candidato propio; y luego la bancada se dividió en dos, unos que mantuvieron un acuerdo y otros, el otro. Todo esto, además, entre amenazas de renuncias a sus colectividades.

Pero la última década en política dejó otros casos también y en todos los sectores. Hubo cambios de parlamentarios que abandonaron la DC y se sumaron al PPD; traslados desde RN al PDG; de RN a los republicanos; y del PS al FA, entre otros.

Según explica la politóloga Javiera Arce, se trata de un fenómeno mucho más profundo y que tiene relación con la crisis partidaria en general, que implica entre otras cosas la existencia de partidos con "baja intensidad ideológica".

"Esta característica de la baja intensidad ideológica responde a las características de la democracia y crisis sistémica que estamos teniendo. Hay una evidente crisis de representación y los partidos lo que están tratando de hacer es acomodarse a eso para no dejar de existir", explica.

"En estas construcciones partidarias que son sin bases sociales profundas, sin un programa profundo, es muy fácil pegarse estos camisetazos, pero esto responde al tipo de democracia que tenemos en la actualidad, que cambian las cosas muy rápido, que cambian los temas muy rápido y ellos necesitan tener más flexibilidad para cambiar de un partido a otro", dice Arce.

En el caso del PDG, además, explica que responde a un modelo de colectividades llamado "business-firm party", algo así como partido que se comporta como una empresa, cuyos militantes son en realidad "colaboradores".

"Estos partidos de colaboradores, como el PDG, son partidos mucho más flexibles, donde no es tan pesada la ideología, te puedes mover, no necesitas tantas estructuras. En esa circunstancia se pueden generar estos camisetazos, pero porque son personas que entraron al sistema con otras ideas, más bien concretas, certeras o del ‘sentido común’, y ese sentido común te puede llevar a cualquier mundo", dice.

La "borocotización" en Argentina


El doctor en estudios latinoamericanos de la Usach, Pablo Lacoste, remarca que esto ocurre con frecuencia en América Latina y coincide con Arce en que es síntoma de la crisis política que atraviesan todos estos países.

"Los partidos políticos son el punto donde lo social se transforma en lo político. En la medida que un candidato se propone en una elección para representar a un partido político, está diciendo cómo piensa, cuáles son sus valores, cuáles son sus fortalezas y debilidades. Pero si lo abandona, ese diputado no representa a una corriente de ciudadanos sino que simplemente se pone al servicio de su vida individual", comenta Lacoste.

En Argentina, recuerda el historiador, le llaman la "borocotización", nombre tomado de Eduardo Borocotó, "un parlamentario que entró electo por Cambiemos y los kirchneristas le ofrecieron una serie de prebendas y comenzó a votar con los kirchneristas", cuenta.

"En Chile se ha visto menos. Para ocultar esto se habla de los independientes, como si pudiera existir alguien independiente que solo va a responder por sí mismo y no está sujeto a los cuerpos orgánicos, a los principios programáticos, porque los partidos son organizaciones de ciudadanos que tienen un ideario común para llegar al poder y aplicar ese ideario común. Si yo saco a esa organización ciudadana detrás, no me queda nada", suma Lacoste.

Esta situación, según Lacoste, es "gravísima" si se vuelve una práctica constante, porque pondría en riesgo la legitimidad del sistema completo.

"En un tiempo de crisis se podría comprender, porque hay una redefinición de los principios de los partidos, que tienen que ir aggiornando sus propuestas, algunos van quedando anquilosados y fuera de foco, entonces los segmentos más dinámicos van empujando en otra dirección. En algunos casos se puede comprender la necesidad de renovación, pero tiene que ser un período corto, porque si es una práctica permanente, se licúan las bases del sistema", concluye.

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