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Pablo Ortúzar: "Boric estuvo contra Carabineros cuando estaba de moda estarlo y ahora está a favor cuando la moda es otra"

Frivolidad. Victimismo. Moralismo identitario. Postcristianismo. Paternalismo. Esos son algunos de los conceptos con los que el antropólogo social se explica el "momentum" de la izquierda chilena y global.

03 de Abril de 2023 | 08:01 | Por Marlén Eguiguren, Emol
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El académico y antropólogo social, Pablo Ortúzar.

El Mercurio (archivo)
"Nuestra escala de valores dista de la generación que nos antecedió". Esa frase del 2 de agosto del año pasado del entonces ministro Secretario General de la Presidencia, Giorgio Jackson, causó polémica. Tanto, que salió a "explicarse". Incluso el Presidente Boric trató en ese entonces de matizarlas. Sin embargo, el concepto que envolvían esas palabras sigue resonando y fuerte en la clase gobernante actual. Porque el realismo político inundó al país. La inflación y la inseguridad, entre otros, desbordó la agenda. Y los métodos para enfrentar esas complejas tareas ha obligado a algunos a desdecirse en ocasiones del estricto pensamiento que tuvieron cuando el deber de entregar soluciones concretas a la sociedad no estaba en sus manos.

"La adoración de la materia por la generación de izquierda anterior es objetable en muchos aspectos, pero el culto en tono victimista a la propia identidad de esta nueva generación de izquierda es harto más insoportable"

Pablo Ortúzar

"El golpe de realidad, por supuesto, ha sido brutal", sentencia el académico y antropólogo social, Pablo Ortúzar.

"Es mucho más fácil que terminen primando las bajas pasiones, las élites prefieran seguir en su guerra civil entre Tunquén y Zapallar y terminemos derivando hacia un régimen autoritario de corte populista que prometa pasar la escoba de una buena vez"

Pablo Ortúzar
Porque, tal como postula la filosofía confuciana, el yin y el yan, los opuestos complementarios se dan siempre y por eso lo taxativo, la mofa, el actuar solo desde uno de los polos que devela una "superioridad moral", según Pablo Ortúzar, es peligroso.

"Yo entiendo que el movimiento del poder es pendular y por eso la moderación y la seriedad son importantes", profundiza.

"Me encantaría pensar que la nueva izquierda lograra una renovación ideológica y política que los volviera serios, y que sean capaces, junto con los restos de la Concertación y la centroderecha, de forjar una tregua de élites que permita un nuevo pacto de clases centrado en la consolidación de las clases medias", revela desde Europa, donde está terminando un doctorado en teoría política en la U. de Oxford.

"Los moralistas identitarios no negocian nada; todo es de importancia existencial para ellos. Todo es grave, todo ofende"

Pablo Ortúzar
Sin embargo, no se entusiasma y dice basarse en sus estudios, en la historia y en la forma de actuar de la humanidad durante milenios para asegurar que lograr ese pacto es "altamente improbable".

"Es mucho más fácil que terminen primando las bajas pasiones, las élites prefieran seguir en su guerra civil entre Tunquén y Zapallar y terminemos derivando hacia un régimen autoritario de corte populista que prometa pasar la escoba de una buena vez", reflexiona.

Desde su prisma personal y siendo contemporáneo a la generación que hoy gobierna -aunque su interpretación de la realidad diste completamente de la que tienen las actuales autoridades- Ortúzar entrega su particular visión.

- Volvamos a la frase de Jackson del 2 de agosto pasado, cuando dijo que "nuestra escala de valores dista de la generación que nos antecedió" y analicémosla hoy, ocho meses después, a la luz de todo lo que ha pasado, ¿cómo la interpretas?

- El Ministro Jackson proviene de una izquierda no formada en el marxismo, sino en el moralismo culposo de ciertas corrientes postcristianas. Me atrevería a afirmar que su mayor influencia es el cura Felipe Berríos S.J.. Jackson ve a los pobres, a los débiles, como gente ignorante y buena -porque la pobreza material y espiritual se entrelazan-, que debe ser protegida de la corrupción moral. Así, se termina identificando paternalistamente como un guardián, y ve en la Concertación a malos pastores, que no cuidaron a su rebaño, dejando en cambio que el mercado todo lo abusara y corrompiera. No es casualidad, entonces, que la matriz de su crítica a la generación pasada sea moral y no política o económica. Él, que es moral e intelectualmente superior, puede mancharse las manos con tal de proteger a los inocentes. Lo hace por ellos, para salvar su santa ingenuidad. Y, claro, toda esta fantasía salvífica se viene abajo cuando el "rebaño" no se identifica como tal, sino como sujetos autónomos, que además parecen valorar los 30 años no como puro pecado, sino como una etapa de avances valiosos. El 4 de septiembre le dieron vuelta el púlpito al Ministro Jackson, y yo no sé si le interese mucho seguir en política después de eso, porque no parece ser su vocación primaria.

- Sin embargo, responder "en clave moral" no es propio sólo de este gobierno y de Chile, sino que es una forma de mirar la realidad bastante extendida en occidente...

- Es que es una generación de izquierda que es hija de la crisis intelectual e ideológica que produce el hundimiento de la Unión Soviética. Al perder la competencia por liberar las fuerzas productivas en beneficio de las clases trabajadoras, se olvidan de la economía y de los trabajadores, y se fondean en las universidades y los estudios literarios. Desde ese cómodo espacio se identifican patéticamente con los "pobres de la tierra": todas las identidades y grupos marginales que pudieran encontrar. El vínculo con esos grupos es paternalista y, las más de las veces, imaginario: la función de imaginar ese vínculo es una autoafirmación narcisista. Y luego engendran ese moralismo culposo pero también supremacista que hoy los caracteriza: "perdimos la carrera económica porque somos moralmente superiores". En su imaginación, cambiaron el juego perdido por otro en que se declaran de antemano ganadores. De ahí que sean postcristianos: lo suyo es un victimismo sin Dios, donde ellos acumulan el prestigio de las víctimas y lo usan de forma estratégica. La adoración de la materia por la generación de izquierda anterior es objetable en muchos aspectos, pero el culto en tono victimista a la propia identidad de esta nueva generación de izquierda es harto más insoportable. Discrepo en la misma medida con Aleksandra Kolontái que con Irina Karamanos, pero sólo la primera genera alguna simpatía intelectual.

- El Presidente ha dicho que "vale la pena reflexionar respecto a nuestras actuaciones en el pasado", refiriéndose a la actitud que su grupo tuvo frente a carabineros. ¿Lo tomas como un mea culpa?

- No lo sé. Sé que Boric estuvo contra Carabineros cuando estaba de moda estar contra Carabineros y ahora está a favor cuando está de moda estarlo. ¿Hay madurez en la actual moderación? Puede ser. Pero estaría en estado bruto. Tendría que ser reflexivamente elaborada e incorporada a la ideología de la nueva izquierda. Y eso no ha ocurrido todavía ni sabemos si va a ocurrir. A nivel intelectual la nueva izquierda sigue en su rigidez irreflexiva. Los moralistas identitarios no negocian nada: todo es de importancia existencial para ellos. Todo es grave, todo ofende. La nueva izquierda necesitaría otra generación de intelectuales para procesar esa moderación. Y Noam Titelman, en ese sentido, es una golondrina que no hace primavera, pero que ojalá haga escuela.

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