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¿Es Chile un país "consumidor de drogas"?: Las secuelas de la "inacción" del Estado, el exitismo y el avance de la narco-cultura

Ex autoridades, expertos y desde el propio Senda analizan los alcances y evolución del fenómeno, con una premisa: el país dejó de ser lugar de tránsito y las sustancias ilícitas se comenzaron a quedar, gracias a la alta demanda.

15 de Mayo de 2023 | 08:00 | Por Daniela Toro, Emol.
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Imagen referencial.

LUN / Archivo.
Sin consumidores, ningún negocio puede mantenerse a flote. Esa es la premisa de cualquier actividad económica; más simple aún: la oferta y la demanda, como principio básico que sustenta la economía de mercado, y aquello también corre para las economías ilegales.

Y aunque estas prácticas no tienen ninguna novedad, el acelerado avance de actividades ilícitas trasnacionales ha llevado a que en Chile se abran complejos desafíos en seguridad y prevención frente a las drogas y su consumo; "producto" que pese a las cifras oficiales de Senda, parece permear distintas capas sociales; aunque algunas con más rimbombancia que otras.

Y es que la narcocultura y el fácil acceso a las drogas -especialmente marihuana y cocaína- ha llevado a que para muchos expertos en el tema Chile hace rato haya dejado de ser un país de tránsito de estas sustancias; hoy convive en una sociedad que parece tener una moral distinta a la de antaño frente al consumo.

Pero el diagnóstico también apunta a esa "falta de preparación" que ha tenido el Estado ante un fenómeno que se desborda hace años en la región; como si Chile, en el afán del cultivo de una sociedad exitista, y muchas veces tuerto de si mismo ante la desigualdad, no hubiera podido prever que, tarde o temprano, la globalización llegaría -también- con sus efectos negativos.

¿Es hoy Chile un país consumidor de drogas?, ¿qué tan fácil es el acceso a las sustancias ilícitas?, ¿por qué la narco-cultura hoy se instala con fuerza en la sociedad?, ¿cómo y cuánto incomoda a los barrios y a las élites? Expertos desglosan los datos y entregan su perspectivas de un fenómeno que, dicen, preocupa y que exige celeridad para enfrentarlo.

Los últimos diagnósticos


Una primera mirada, obligada, es la de Senda. El servicio tiene datos disponibles hasta 2020, correspondientes al 14° estudio de drogas para la población general. Hasta ese entonces, "el uso de marihuana se mantuvo estable, en un 11,4%; mientras que el de cocaína bajó significativamente de 1% a 0,5%", señalan a Emol desde el Servicio. En tanto, afirman que "hoy estamos en el levantamiento de la muestra del 15° estudio y los datos estarán disponibles en los próximos meses".

En cuanto al consumo de drogas en la población escolar, el último estudio disponible data de 2021. En él, el Senda detectó una baja en el consumo de marihuana, que pasó de 26,8% a 18,8%, y también en el caso de la cocaína, que pasó de 2,9% a 1,9%. "Pese a todos estos descensos, no perdemos de vista que estamos hablando de niños, niñas y adolescentes, donde todo consumo es de riesgo", sostienen.

La teoría que manejan al interior del organismo es que en estos resultados pudo haber incidido el fenómeno y las restricciones asociadas al covid-19, pero precisan que "en población general la tendencia se ha estabilizado". En materia de acceso, agregan, "el último estudio de población escolar nos mostró que los adolescentes señalaron recibieron menos oferta de marihuana, cocaína y pasta base en el último año".

Un informe de 2019 de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el consumo de drogas en las Américas, situaba a Chile por ese entonces con un consumo de marihuana del 14,5%, mientras que en Canadá y Estados Unidos era del 14%. En tanto, la mayo prevalencia se situaba en el segmento entre 18 y 34 años; y en este grupo "Chile y los Estados Unidos presentan registros sobre el 25%; Canadá en torno al 25%; y Jamaica en torno al 20%".

Más reciente, el informe de 2022 de la OEA, sobre Oferta de Droga en las Américas, da cuenta de la intensificación del tráfico transnacional de cannabis en América Central y del Sur. En el caso de Chile y Perú, predomina la variedad "creepy"; lo mismo que advirtió el VII informe anual del Observatorio de Narcotráfico de la Fiscalía Nacional (2022), donde también hacen alusión al aumento de consumo de drogas sintéticas en el país.

"Lo que antes era una tendencia, ahora se instalaba como una conducta dominante en todo el territorio nacional. Por por ejemplo, el uso de mensajería encriptada, el dominio de la marihuana 'creepy', el uso intensivo de la violencia, el trasiego a través de nuestros puertos, y la masificación de la producción y el consumo de drogas sintéticas en el país", sostiene el documento.

Según Senda, "es importante evitar cualquier tipo de comparación o ranking con otros países. Chile tiene la serie de estudios de drogas en población general y escolar más consistente de la región, con una periodicidad bianual". El siguiente sondeo del organismo, correspondiente al 15° Estudio de Drogas en Población General, estará disponible a fin de año, y considerará datos entre fines de 2022 y mayo de 2023.

"Un problema acentuado de consumo"


"Chile dejó de ser un país de tránsito y la droga comenzó a quedarse", dice el ex director del Senda, Carlos Charme. Detrás de eso, comenta, por supuesto está el narcotráfico, el crimen organizado, el control territorial, pero también esta droga se ha ido quedando en Chile porque "hay una gran demanda, y eso está, de alguna manera, invisibilizado en la discusión".

"Chile tiene un problema acentuado de consumo de drogas y no solamente por el consumo en población adulta, sino que está concentrado en la juventud".

Carlos Charme, ex director de Senda
Es más: afirma que es en los jóvenes donde existe un gran mercado para las drogas, "sobre todo, de las ocho drogas principalmente consumidas de en nuestro país, los más jóvenes consumen siete de ellas en mayor cantidad que los adultos. Por ejemplo, consumen 1,6 veces más marihuana que los adultos, más cocaína, éxtasis, tranquilizantes sin receta médica, entre otras".

¿Por qué ocurre esto? Según comenta Charme, hay distintos factores que inciden. Uno de ellos, es que los jóvenes -en base a las respuestas de los sondeos- "muchas veces dicen estar buscando a través de ella la felicidad, evadirse", y esto sería parte de la carencia alternativas de prevención, "en cultura, en deporte, u otras actividades".

Así las cosas, el análisis del ex director del Senda no es alentador: "Chile tiene un problema acentuado de consumo de drogas y no solamente por el consumo en población adulta, sino que está concentrado en la juventud. Si bien hemos tenido cifras buenas en el último tiempo, tenemos todavía un gravísimo estado de consumo, que se acentúa por la inacción del Estado y de quienes tienen a cargo las políticas públicas y se están quedando callados".

"Despertando al fenómeno": Las causas psicosociales


"Chile está despertando al fenómeno de la circulación masiva de drogas; esto es, nunca se entendió a si mismo como un país que comercializaba, exportaba y recibía tanta droga", comenta a este medio Mauro Basaure, sociólogo de la Universidad Andrés Bello e investigador asociado de la línea Conflicto Político y Social del COES.

Lo anterior trajo una consecuencia: los mecanismos de seguridad o control -jurídicos, tecnológicos o policiales- prácticamente "no existen", y el país termina por llegar "atrasado" a la explosión que hoy tiene el fenómeno. A juicio de Basaure, el país "se preocupó mucho de la globalización económica, de las importaciones o exportaciones de materias primas, pero se despreocupó de lo 'negativo' de la globalización".

"Somos un país donde nos desvivimos por el trabajo, por el éxito, por el consumo, lo que termina por poner una presión sobre el ciudadano. Allí, la droga parece convertirse en una forma de destape, de compensación a ese esfuerzo y estrés".

Mauro Basaure, sociólogo UNAB
Ahora bien, más allá del "descuido" del Estado, que permitió que los grupos del crimen organizado y el narcotráfico convirtieran al país en un blanco para el comercio de su mercancía ilícita, hay otros factores que han permitido que este negocio sea fructífero.

Para Basaure, quien recalca que hay pocos estudios al respecto, hay dos explicaciones: "en general, países con índices de desigualdad altos como Chile, desempleo y falta de oportunidades en los jóvenes, hacen que sea atractivo vincularse con la droga, tanto desde el punto de vista del consumo como el tráfico. Sabemos que la droga está en las poblaciones, allí están los soldados".

Una segunda dimensión tiene relación con las altas exigencias del exitismo que caracteriza a Chile. "Somos un país donde nos desvivimos por el trabajo, por el éxito, por el consumo, lo que termina por poner una presión sobre el ciudadano. Allí, la droga parece convertirse en una forma de destape, de compensación a ese esfuerzo y estrés".

Esto último, además, es potenciado por el acceso a drogas como la cocaína, que no sólo son de fácil acceso, sino que también porque su costo es inferior al que tenía hace una década. Esto, sin contar que se trata de drogas adictivas, cuyos consumidores van automatizando su relación con la misma.

Pero hay un último punto: hoy, la sociedad -esa misma, la exitista- parece estar un poco menos preocupada a la condena moral por el consumo de droga. "Esto ocurre especialmente en las nuevas generaciones, donde algunas normas sociales están más laxas y más abiertas a la experimentación; pero es cierto que en general hemos tenido un devenir menos crítico sobre el tema del consumo, especialmente con la marihuana", comenta el sociólogo.

El "auge" de la narcocultura


"Las canciones dicen: si mueres haciendo esto, es mejor que morir trabajando, ganando el mínimo", comenta Basaure. El ejemplo apunta a la llamada "narco-cultura", es decir, a esa influencia cultural que ejerce el nercotráfico en una sociedad; desde la forma de vestir, el tipo de lenguaje utilizado, la ostentación del "lujo", la música, y sobre todo, la violencia, caen en una estetización para el consumo.

Pero hay varias capas que mirar. La primera, es que parte de ese producto de consumo no problematiza la cuestión del narcotráfico y sus externalidades negativas. "A mí me preocupa que el diagnóstico y la solución está capturado por las élites. Esto, porque hay una disociación de las élites respecto a lo que está ocurriendo en los territorios. A las élites, la narco-cultura llega a través de series como "Narcos" en Netflix, o escuchan música asociada al tema en Spotify", dice Charme.

"Pero hay gente que sale de su casa y ve la realidad, cómo las bandas han capturado el territorio, casi como con un control policíaco. Muchas veces, incluso se convierten en una fuente de recursos económicos. Y como ellos viven en la realidad, ven también cómo sus hijos caen en las garras de la narcocultura y del narcotráfico. Eso está pasando ahora mismo, en este minuto", complementa el ex director del Senda.

Por su parte, Basaure comenta que esta estetización opera muchas veces como un "fomento" a pertenecer al mundo narco, y en el uso de esas vías, para llegar a tener autos, armas, dinero o droga. "Habemos personas que aceptamos los medios -trabajar de manera honrada- para determinados fines, como vivir bien o tener cosas para nuestras necesidades; y estos grupos, aceptan los fines, pero no aceptan los medios, y utilizan otros, como la violencia. Y como muchas veces esos medios llevan a la cárcel o a la muerte, le adosan a eso una producción cultural que termina justificando ese 'costo'", comenta el sociólogo.

Eso, por cierto, explica los "narco-funerales" que alteran la vida diaria de cientos de personas y que se han replicado en comunas como Valparaíso o Pedro Aguirre Cerda. "Celebran una muerte casi superior, es una forma de 'morir en la gloria' para los que son parte de estos grupos", sentencia Basaure.

Desde el Senda, dicen sobre este punto que "estigmatizar a ciertos grupos sociales, estilos de música o culturas, como si fueran los únicos responsables de la promoción de determinadas conductas es contraproducente y una mirada corta". Según comentan, "centrarse únicamente en la "narcocultura" como la causa del consumo de drogas, puede desviar la atención de otros factores relevantes, como la pobreza, la exclusión social, la falta de oportunidades educacionales y laborales, acceso a servicios de salud mental, entre otros".

Las medidas preventivas de Senda


Para Charme, "se ha visto un deterioro" en materia de prevención, y en esto es clave "la colaboración público-privada, aunque desde el Estado tienen que comenzar a trabajar de manera intersectorial, en pos de una política preventiva, a través de dar oportunidades a los jóvenes".

Según comentan desde el Senda, existen programas permanentes de prevención a nivel familiar, escolar, laboral. "Son ámbitos en los que el servicio ha trabajado históricamente y estamos manteniendo estas iniciativas, siempre con la perspectiva de llegar a más personas. Por eso, el programa de prevención universal para escolares dejó su formato impreso, que nos limitaba según el presupuesto y era poco ecológico. Hoy está en formato online, lo que nos permite llegar a más establecimientos y escuelas. Para enfrentar la brecha de conectividad, también tenemos una alternativa offline".

"Pero uno de los énfasis que tenemos como servicio es la prevención en la comunidad y en el territorio, porque el consumo de drogas es un fenómeno que tiene particularidades diversas en todo el país". Para ello, no sólo han recogido la experiencia con el modelo islandés Planet Youth, sino que están ampliando a 241 comunas la cobertura del programa Senda Previene, y triplicando la cobertura de una estrategia comunitaria para llegar a barrios de más de 190 comunas.

"Además, impulsando una estrategia que nos permitan intervenir antes de que un consumo se transforme en problemático, a través de dispositivos de detección breve y referencia a tratamiento", sostienen.
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