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Abogada constitucionalista Constanza Hube: “El Gobierno es un perfecto espejo de lo que fue la Convención”

Asegura que la soberbia y el amateurismo que observó en el órgano redactor los ve “perfectamente expresados” en el Ejecutivo. Sobre el rol de la administración de Gabriel Boric en el actual proceso, dice que debe informar sin caer en el intervencionismo, aunque no cree que haya interés en querer llamar a votar Apruebo “en esta ocasión”.

14 de Julio de 2023 | 08:36 | Por Nadia Cabello F., Crónica Constitucional
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Constanza Hube.

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Para Constanza Hube, abogada constitucionalista y académica de la U. Católica, es “predecible y razonable” que el proceso constitucional experimente mayor desconexión con la ciudadanía que el de la Convención Constitucional de la cual fue parte. Entre las razones, argumenta, además del desgaste de una discusión que se ha extendido ya por varios años, está que “las prioridades ciudadanas son otras. La inseguridad, el empleo, la economía son hoy los temas urgentes para las personas”.

Igualmente, afirma la exconvencional UDI, “si bien la Constitución no es una urgencia, sí es muy importante. El costo que ha pagado el país durante estos años, desde octubre de 2019, ha sido muy alto como para no ponerle ganas en la última milla”.

—Hace años hubo quienes advirtieron que no todos los problemas se resolvían con una nueva Constitución. ¿Es eso lo que la gente está sintiendo ahora?

—Creo que hubo un proceso por parte de la ciudadanía y hoy tiene muy claro que la Constitución no va a solucionar todos los problemas, que no es una varita mágica. Sobre todo en el primer plebiscito, donde el Apruebo ganó con un 78%, había muchas expectativas puestas en que los problemas sociales se iban a solucionar con la Constitución. Obviamente, se generó una frustración muy grande y hoy las personas tienen bastante claro que no es así. Yo creo que, en parte, por eso el desánimo, la desconexión, esa lejanía; pero hay que tratar que las personas se interesen, porque va a haber un plebiscito en diciembre y ese voto, para que sea libre, tiene que ser informado.

—¿Por qué dice que la Constitución, sin ser prioridad, es igualmente importante?

—Este es un proceso radicalmente distinto al anterior y el producto que va a salir, probablemente, va a ser extraordinariamente distinto y mejor que el de la Convención. En términos generales, la actual es una buena Constitución, pero hay varias cosas que me gustaría que fueran distintas, particularmente en el sistema político. Si uno junta todas las piezas de nuestro sistema político, no cuajan. Ese ha sido un factor de por qué hemos tenido crisis institucionales, y esta puede ser una buena oportunidad para solucionarlo.

—En este escenario de desafección, ¿qué temas pueden ser claves para interesar a la ciudadanía?

—Lo que esperaría que tuviera esta Constitución es un sistema político que funcione, que busque privilegiar la gobernabilidad sobre la fragmentación que hace imposible gobernar a cualquier Presidente, de cualquier color político. Lo que tenemos hoy es una combinación de factores que genera una tormenta perfecta para una parálisis institucional, o lo que se denomina gobierno dividido. Es un tema quizás no tan cercano, pero muy importante. Lo segundo, creo que las personas están decepcionadas de cómo funcionan los servicios públicos y nosotros propusimos en la Convención, no nos fue bien, por cierto, pero algo se tomó ahora en el anteproyecto de los expertos y se podría profundizar, poner a las personas en el centro, el Estado al servicio de las personas. El trato, la oportunidad, la resolución de problemas, la eficiencia y la eficacia pueden ser un eje central de la Constitución, un verdadero estatuto de derechos de las personas frente al Estado.

—Desde su experiencia, ¿qué les ha transmitido a los consejeros de su sector?

—Entender que uno está ahí para representar a quienes votaron por uno y no enamorarse del rol, del proceso. Creo que es algo que les pasó a algunos expertos y les pasó a muchos convencionales que se enamoraron de su cargo. Hay que entender siempre que al final del día aquí lo importante no pasa por los egos personales, sino por sacar un buen producto. Es fácil pensar que se tiene un rol histórico, que va a quedar mi firma, entonces tengo que defender el proceso. En la Convención era muy común escuchar “tenemos que defender la Convención”. No, yo no tengo que defender la Convención, tengo que defender a las personas que votaron por mí para que los representara bien. Por otro lado, que actúen en equipo, es la mejor manera de lograr resultados.

—Sectores de izquierda llamaron a anular en la elección de consejeros y en el plebiscito de salida, y hay quienes han dicho que el PC podría llamar a rechazar...

—No me sorprendería para nada que eso pasara. El PC y, en general, la izquierda que podríamos denominar no democrática tienen una actitud de “o lo escribo yo o no vale”. Es legítimo en la medida en que diga lo que ellos quieren que diga. Esa lógica de cancelación permanente que tiene el PC, el hecho de que la discrepancia o el desacuerdo pasen a ser una mentira; el tener una verdad oficial, que ahora lo vemos a propósito de los 50 años... Puede terminar pasando lo mismo con este Consejo.

—¿Hay temas que puedan ser determinantes en el resultado de diciembre?

—Hay algo que es medio incomprensible que a estas alturas no se haya querido incluir de manera expresa, que es la heredabilidad e inexpropiabilidad de los fondos previsionales, que puedas elegir libremente quién administra tus ahorros previsionales. Uno podría decir que por técnica constitucional debería ser algo más mínimo, pero las constituciones son hijas de su tiempo y este es un tema que en el contexto político en el que estamos ha sido muy importante. Por qué no incluirlo para dejar a las personas tranquilas con eso. También en materia del derecho a la salud, la libertad de elección, son cosas donde se podría profundizar de forma que no sean una razón para rechazar. El texto de los expertos es un buen punto de partida, pero no es perfecto.

—¿Qué opina del anteproyecto?

—Uno podría decir que es una Constitución, algo que no puedo decir del texto de la Convención, que era más cercano a un programa de gobierno. Creo que en sistema político, por ejemplo, hay avances. El umbral del 5% me parece razonable, en la línea de dar mayor gobernabilidad, tratar de disminuir la fragmentación, el multipartidismo. Es razonable el avance del Estado al servicio de las personas, incluir el trato digno, oportuno. Creo que es relativamente sobrio en materia de derechos; no es esta hiperinflación de derechos que se incluían en la propuesta de la Convención.

—¿Y qué se debería corregir?

—Creo que al sistema político le falta mucho todavía. Si bien los sistemas electorales no tienen que estar en las constituciones, juegan un papel constitucional importante, y el sistema electoral que tenemos hoy día es un desastre. La paridad, independiente de que aparece como norma transitoria, no es un tema de qué herramienta es mejor, sino una cuestión de principios, con que todos los votos valen lo mismo, y me parece que ahí hay una vulneración a la igualdad del voto. En seguridad social, incluir que las personas sean dueñas de sus ahorros previsionales, que van a ser heredables, que el Estado no se los puede quitar; la libertad de elección en los distintos servicios son temas importantes de incorporar. La sociedad civil y los privados aportan mucho y me parece que eso también tiene que estar bien claro. Y cambios centrales tienen que hacerse en materia laboral. Esto de que no se establecen prohibiciones de huelga o que se le disocia de la negociación colectiva genera mucha incertidumbre en un momento en que la Constitución tiene que dar certezas.

—¿Qué habría que hacer en el sistema político, que usted señala que es importante, pero quizá para la gente no es tan cercano?

—Es el tema más relevante, el corazón de la Constitución. Los derechos terminan robándose la película, pero desde mi perspectiva, la mejor manera de defender derechos es teniendo un buen sistema político. Con buenos controles, pesos y contrapesos, con un sistema electoral que dé garantías de gobernabilidad, con mejor calidad parlamentaria, vas a poder defender mejor los derechos que con establecer un gran catálogo.

—¿Y para eso, qué se tendría que corregir del anteproyecto?

—Yo creo que el umbral de 5% es un avance, pero es insuficiente. Establecer, por ejemplo, que el sistema electoral debiera propender hacia un efecto mayoritario permitiría dar una luz de que la ley no va a incluir un sistema electoral como el que tenemos hoy. El que tú elijas, por ejemplo, ocho parlamentarios en un distrito que tiene 1,5 millones de habitantes, como el distrito 8, da cuenta de muchas deficiencias que tiene el sistema electoral. Preguntémosle a un ciudadano que vive en Maipú si conoce a dos de sus parlamentarios. Genera mucha fragmentación, arrastre de diputados del 1%, perjudica la cercanía del elector con el representante, y la posibilidad de pedirle cuentas al parlamentario baja mucho (...). La idea de que las elecciones del Congreso sean en la segunda vuelta presidencial yo creo que es una propuesta muy interesante porque apunta a una lógica de mayoría y no de fragmentación.

—¿Qué expectativas tiene de este proceso?

—Espero que termine bien. La Convención... todos sabemos lo que fue. Esta lógica refundacional que sigue vigente, ojo, pasa más desapercibida quizás, pero el Gobierno es un perfecto espejo de lo que fue la Convención, quizás un poco más ordenado, menos lúdico, menos amuletos, menos votos en la ducha, pero está ahí.

—¿Por qué dice que se parecen?

—La Convención generó una propuesta que nació de la soberbia, del amateurismo, desde el odio, la revancha, de entender que acá hay vencedores y vencidos, buenos y malos. Esa soberbia yo la veo perfectamente expresada en el Gobierno, y ese amateurismo también. El no ser profesional, riguroso al momento de hacer las cosas. No darse cuenta de que uno está ahí para servir y no para ser servido. Los mismos vicios que vi en la Convención los veo en el Gobierno.

—En el proceso anterior se acusó al Ejecutivo de intervencionismo. ¿Cuál debiese ser su rol en este proceso?

—Tiene que ser un rol informativo. Al texto de los expertos se le debiera dar difusión. El borrador que saque el Consejo Constitucional debiera tener una difusión importante para que exista voto libre.

“Creo que hubo un intervencionismo brutal en el plebiscito de salida del proceso anterior (...). En todo caso, creo que el Gobierno no tiene ningún interés en querer llamar a votar Apruebo en esta ocasión”.

—¿No le conviene al Gobierno que el proceso funcione?

—Yo creo que para sus intereses políticos, probablemente no. Pero pensando en el país, porque es un proceso que ha durado tres o cuatro años y es un tema que cada cierto rato vuelve a salir, sería bueno darle un cierre. Me gustaría que este proceso cerrara bien y para eso tienen que ofrecer al país una Constitución mejor que la que tenemos hoy día.
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