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Felipe Harboe y el trabajo del Consejo Constitucional: "Parece que no se hubiese aprendido la lección"

Aunque el equilibrio de fuerzas es muy distinto al de la Convención, en que el abogado y exparlamentario participó, advierte similitudes y recalca que Chile no respaldaría ideas refundacionales, pero tampoco más conservadoras. Además, asegura que entrar en discusiones como el aborto o propuestas que sean percibidas como matices al Estado social y democrático ampliarán el riesgo de rechazo en diciembre.

26 de Julio de 2023 | 10:38 | Por Valentina González, Crónica Constitucional
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La Segunda
Junto con Andrés Velasco, Antonio Bascuñán, Carolina Goic, Cristóbal Bellolio y Javiera Parada, el pasado fin de semana Felipe Harboe —exsubsecretario del Interior y exconvencional— firmó una carta con un llamado ya familiar. El grupo pedía realizar esfuerzos para que el texto que se plebiscitará en diciembre sea el de una Constitución que "nos una"... tal como ya habían hecho previo al fracaso de la Convención.

"Estamos mirando con preocupación que, al igual que en el proceso anterior pero con un tono distinto, se está llegando probablemente a un resultado parecido”, explica el abogado. Aunque el signo político de la mayoría cambió, la alerta que transmiten sigue vigente. “Chile requiere de un texto constitucional nuevo, pero no se puede pretender usar la Constitución como forma de resolver las principales, y legítimas también, diferencias que tenemos. Para eso están los legisladores", añade.

¿Es un problema más estructural, si ven que le pasa a sectores tan distintos?

—La política no está sabiendo administrar una necesidad real de cambio constitucional. El país no está dispuesto a aceptar propuestas maximalistas, identitarias ni refundacionales, pero tampoco puede aceptar propuestas absolutamente conservadoras y que impongan otra visión de la sociedad. El país no está pidiendo que quien gane las elecciones imponga su visión.

Una Constitución "que nos una", ¿cómo debería ser, en qué debería enfocarse?

—Las constituciones son justamente un pacto social que tiene que buscar los elementos comunes que unen a una sociedad para vivir en conjunto (...), en ese escenario debieran concentrarse los esfuerzos. Ser capaces de identificar cuáles son los valores que nos unen, no los que nos dividen.

¿Ese espíritu de mínimos comunes estaba en el anteproyecto de los expertos?

—Creo que sí. Cuando terminó el proceso de los expertos destaqué la sobriedad que tuvieron para realizar su trabajo. No solo que hayan estado ajenos a la contingencia, sino también que hayan sido capaces de anteponer la idea del consenso por sobre la del legítimo interés que puede existir, natural en la política por lo demás, de dejar instalado un legado propio. El anteproyecto de los expertos no dejó contento ni enojado a nadie, lo que demuestra que efectivamente tenía falencias pero también aciertos. Creo que por ahí iba el camino.

Después de la elección de mayo, el Partido Republicano habló de hacer una Constitución para todos. ¿Han actuado de modo coherente con esa intención?

—Que haya más de mil enmiendas da cuenta de la incapacidad de ponerse de acuerdo. También, al observar el tipo de enmiendas o algunas de ellas, es evidente que el Partido Republicano está más preocupado de mantener su línea política y conservar su nicho electoral, que de avanzar en una Constitución que tenga una mirada más transversal. Cuando uno ve, por ejemplo, el tema de Punta Peuco (propuesta para que reos mayores de 75 años puedan cumplir su pena en su domicilio)... parece que no se hubiese aprendido la lección.

Luis Silva dijo que era el momento de mostrar la identidad. Pero incluso si muchas enmiendas no llegan al texto final, ¿puede quedar instalada la imagen de estas propuestas en la opinión pública?

—Es muy probable. Hay incentivos perversos. En el caso de los republicanos, el instalar enmiendas imposibles de asumir para la izquierda puede generar una sensación de intento de boicotear el proceso. El rechazo del texto tendría como efecto la mantención de la Constitución del 80 y eso es un incentivo perverso. En el caso de la izquierda, un eventual rechazo podría dar la oportunidad de mantener viva la cuestión constitucional hasta tener un mejor momento político donde pudieran reivindicar nuevamente aspectos que el pueblo rechazó en el último plebiscito. Esos dos polos tienen incentivos perversos para que este proceso no llegue a buen puerto.

"Confío y espero, siempre parto del principio de la buena fe, que estén instalando ciertas discusiones pero más bien con el tejo pasado, para después volver al punto medio que el país, creo yo, requiere hoy".

Las encuestas ya muestran que la opinión pública está reticente al proceso, ¿es un escenario como para tirar el tejo pasado?

—Puede que haya un incentivo que no es el adecuado, pero sería una mirada muy miope porque si este proceso vuelve a fracasar no veo espacio para otro de inmediato, pero la cuestión constitucional se va a mantener y probablemente en la próxima presidencial, el tema va a estar presente. Eso podría generar, en desmedro del Partido Republicano y la derecha, que el escenario ciudadano se mueva más, nuevamente, hacia aquellos que queremos hacer algunas modificaciones importantes.

Entre todas las enmiendas, las derechas tuvieron consenso en cuatro temas. ¿Qué señales da esto sobre la mayoría?

—Probablemente será la primera muestra de cuál va a ser el destino político de la derecha tradicional. Vamos a ver si Chile Vamos intenta diferenciarse, manteniendo la idea de respetar libertades y tener un texto más bien abierto, o va a apoyar los textos de los republicanos. Eso puede condicionar o por lo menos dar una señal de lo que viene para los próximos procesos electorales. Esperaría que el mundo de Chile Vamos entienda que Chile no es un país que busque la instalación de una Constitución conservadora, sino más bien una de libertades.

¿Podrían quedar muy fortalecidos, si sus votos pasan a ser claves en materias sensibles para otros sectores?

—Si Chile Vamos asume que la nueva Constitución tiene que ser una más libertaria, más igualitaria, donde el Estado social y democrático de derechos sea el piso en la conversación, podría proyectarse una nueva alianza política en el futuro, de ese mundo de Chile Vamos más libertario con el mundo de centro o centro izquierda que históricamente estuvo en la Concertación.

"Tratar de sintonizar es clave"


En la Convención, la incorporación del aborto hizo imposible para algunos sectores aprobar. ¿Podría ocurrir lo contrario, esta vez?

—No estoy en condiciones de respaldar un texto constitucional que impida la interrupción del embarazo. Las mujeres libremente deben tener la posibilidad de elegir. No me parece que se imponga la obligación de hacerlo ni menos aún de no hacerlo. Ahí, efectivamente, el mundo republicano o de la derecha arriesga que muchos que estuvimos por el rechazo del texto anterior rechacemos un texto si es que se intentan imponer visiones conservadoras.

Para la izquierda es muy relevante el Estado social y, con las enmiendas, algunos han afirmado que se desdibujaría. ¿Existe ese riesgo, aún si está en las 12 bases?

—Si el Estado social y democrático de derechos se desdibuja a través de enmiendas destinadas a reducir las capacidades públicas para lograr la consolidación de un sistema como ese, el riesgo de rechazo de la Constitución es aún más alto.

"Mi percepción es que mucha gente que rechazó el texto constitucional no lo hizo por eso. Lo hizo por un conjunto de otras consideraciones, como las justicias diferentes para pueblos originarios".

Algunos sectores de izquierda están en alerta, hay organizaciones o movimientos que ya están en contra. ¿Se puede aprobar un texto que la izquierda no apoye?

—La experiencia que tuvimos en el primer proceso constituyente es que muchos de los que se esconden tras la lógica de movimientos sociales son actores políticos duros y puros. Le ponen la lógica del movimiento social para sintonizar con la ciudadanía. Algunos, no todos. Ahí hay un primer punto que es bueno transparentar. Esos, yo creo, los más radicalizados, no participaron del segundo proceso porque como decía, tienen el incentivo de que el rechazo de este texto les abra la puerta a un nuevo proceso en un contexto distinto.

"Si los partidos de izquierda que hoy son gobierno sienten que el Partido Republicano o la derecha les pasó máquina, probablemente se resten de participar activamente de la idea del Apruebo. Pero eso van a tener que equilibrarlo con un problema mayor, que es que son gobierno. Si llaman a rechazar o no se suman al Apruebo de un texto que sea adecuado, la pregunta es cómo queda este Presidente, uno en cuyo mandato habría habido dos fracasos constitucionales. Lo deja en un mal pie. Y al revés: si se llegara a tener un texto adecuado, que garantice libertades, que enfrente los temas, y este Presidente firma, va a quedar en la historia republicana como quien fue capaz de cambiar la Constitución".

"Si este Presidente no firma la Constitución es muy difícil que pueda dejar algún legado, porque ya sabemos que sus grandes reformas no las ha podido materializar, y es muy difícil que pueda en años electorales".

"La disyuntiva que van a tener los partidos oficialistas es si dan la espalda al Presidente para que deje un legado constitucional o aprueban un texto que no les satisface del todo. Así todo, la gran responsabilidad es con Chile, más que con el Presidente".

Este proceso no ha tenido mucho respaldo en las encuestas, la Convención también tuvo problemas en ese ámbito. ¿Qué tan distintos son los motivos?

—Es difícil que los procesos constituyentes tengan un gran apoyo ciudadano porque la Constitución en sí misma es una norma más bien alejada de la cotidianidad. Para explicar la importancia que tiene el texto en la vida cotidiana, se requiere un ejercicio pedagógico bastante razonable.

"En segundo lugar, creo que parte importante de las razones del rechazo del texto anterior tuvo que ver con nosotros, los y las convencionales. El fenómeno Rojas Vade pegó muy fuerte, las frases desafortunadas de Stingo, la arrogancia de Atria y Bassa, la mala conducción de Bassa y Loncon, las salidas a regiones que fueron un derroche de plata y de tiempo que no sirvió para nada... La gente dijo ‘no estoy disponible para esto’. Sumado a eso los dinosaurios, la ducha, todos estos elementos. Creo que los actores fueron un elemento determinante a la hora de tomar una decisión respecto del texto y hoy me da la impresión de que eso no es así. La discusión respecto de las posibilidades de aprobar van más bien por el contenido que por los actores, porque no se ve un protagonismo de quienes están en el Consejo, no tienen la misma cobertura".

¿Y cómo se revierte?

—Tratar de sintonizar es clave. Que se haga pedagogía constitucional, que se explique la importancia del texto.

"Lo segundo probablemente va a ser hacer sentir a la ciudadanía que un texto constitucional se haga cargo de sus principales dolencias y creo que ahí hay un punto que no he visto en la discusión. A la gente le importa mucho más si se estableciera por ejemplo que el mal servicio tiene aparejada una sanción. El concepto de eficacia, eficiencia en el uso de recursos públicos; que la decisión de resolver el problema se tome en el territorio y no en Santiago, por ejemplo... Este tipo de cosas creo que son las que sintonizan con la gente".

¿Qué margen de posibilidad ve de generar un texto que se apruebe en diciembre?

—Está muy líquido, porque se acaban de presentar las enmiendas y vamos a ver si esta presentación es táctica o estratégica. Una vez que empiecen las votaciones del pleno, vamos a estar en presencia del momento de saber si el texto es viable o no.

"Hay que esperar todavía, por eso nuestra carta es desde la humildad, pero también desde la esperanza. Es decir ‘ustedes hoy tienen la manija. Criticamos a quienes la tuvieron en el proceso anterior y se la farrearon, bueno, no hagan lo mismo’. Todos los que firmamos somos personas que nos hemos jugado siempre por un cambio constitucional. Vimos con impotencia y cierta rabia que en el anterior proceso esa izquierda maximalista se farreó esa oportunidad, y vemos con mucha preocupación que ahora el Partido Republicano se farree esta".

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