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Abogada constitucionalista Soledad Bertelsen: "Quitémonos los enojos rápido y empecemos a conversar sobre el texto"

La académica descarta que haya enmiendas que vulneren las bases, pero sí advierte que varias son guiños a los electores de cada bloque. Son señales, dice, pero ahora es momento de dialogar para conseguir un texto “que sea aprobado en distintos domicilios políticos”.

28 de Julio de 2023 | 08:35 | Nadia Cabello F., Crónica Constitucional
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La investigadora en la U. de los Andes, abogada Soledad Bertelsen.

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Entre sus labores académicas y de investigadora en la U. de los Andes, la abogada Soledad Bertelsen ha dedicado buena parte de su tiempo a analizar las enmiendas al anteproyecto constitucional que presentaron los consejeros.

Y en su diagnóstico, la doctora de la U. de Notre Dame y master of Laws de la U. de Harvard expone que todos los sectores políticos incluyeron normas que buscan hacer guiños a sus electores, que se ve tensión en varios temas cruciales, como los derechos sociales, pero que también hay puntos en que observa coincidencias, por lo que se mantiene optimista de que los bloques podrán acercar posiciones.

Eso, claro, dependerá del trabajo que realicen los consejeros los próximos días, pues hasta ahora el debate ha sido a través de declaraciones públicas donde todavía no se avizoran eventuales acuerdos.

—En una declaración el Frente Amplio acusó a los republicanos de “desmantelar por completo el anteproyecto de nueva Constitución”. ¿Es intocable ese texto?

—El anteproyecto no es intocable. Este proceso se pensó con una primera etapa en que un grupo de expertos redactara un anteproyecto para que después el órgano electo por la ciudadanía no partiera de una hoja en blanco, que es un correctivo del proceso anterior. Ahora, la Comisión Experta hizo un esfuerzo genuino por llegar a acuerdos entre distintas visiones políticas. Se vio un esfuerzo positivo de negociar, no fue solo un trabajo técnico, para llegar a un texto que tal vez no les parece a todos cómodo, pero no le es incómodo a ninguno de los sectores. En eso sí tomo el punto de que la idea no es desmantelar todo. Es positivo quizás mirar, en esta etapa que está partiendo, ese espíritu de negociación que tuvo la Comisión Experta.

—¿Qué cambios cree que necesita el anteproyecto?

—El anteproyecto no es perfecto. Yo creo que en Poder Judicial es perfectible; también en el área de gobierno y administración regional había cosas que no habían quedado muy claras, se hablaba de gobierno comunal, había que precisar qué significa que una municipalidad gobierne, las atribuciones de los gobernadores. E independiente de temas específicos, había algunas redacciones que quizá quedaban redundantes (...). No es echarle la culpa a la Comisión Experta de que no quedó perfecto; al contrario, es parte del diseño del proceso.

—¿Se subsanan los aspectos que necesitaban mejoras con las enmiendas?

—Aquí cada profesor de Derecho constitucional va a tener su opinión de cómo debería quedar la versión final. Para mí, hay cosas que no se tocaron, probablemente por decisiones políticas, pero en Poder Judicial da la impresión de que las enmiendas no son mayores. Las mejoras de implementación, de cómo van a funcionar estos nuevos órganos que se crean, van a quedar a nivel legislativo, que es algo factible, pero yo esperaba más cambios ahí.

“Creo que en gobierno regional sí fueron subsanando temas que me preocupaban, pero también va a depender de la negociación que se produzca porque hay enmiendas muy distintas de lado y lado. Hay otras áreas, en cambio, que no consideraba necesario enmendar tanto y que sí se ampliaron bastante, probablemente por hablarles a sus votantes. Hay varias menciones a temas de migración. Yo entiendo que hay una preocupación por la migración ilegal, pero no necesariamente es un tema que tiene que resolverse a nivel constitucional. Yo habría preferido una Constitución más breve, pero hemos visto, tanto en el proceso anterior como en este, que ningún lado del espectro político está en esa posición. Más bien, quieren hacer constituciones extensas, que desarrollen y fortalezcan temas que les importan”.

—¿Es conveniente incluir temas como migración, seguridad, que no necesariamente son propios de las constituciones?

—Creo que para lograr una Constitución en que distintos sectores políticos se sientan cómodos, habría sido deseable que fuera más breve y no incluyera esos temas que no son estrictamente constitucionales. Sin embargo, entiendo el sentido de realidad, de ver que la ciudadanía está muy distanciada del proceso actual y estos son temas que le importan (...). Probablemente a la ciudadanía no le interesa tanto si se establece un umbral para los partidos de 5% u 8%, pero sí le es cercana la seguridad.

—¿Qué cuidados debiesen tener los consejeros para que si incluyen estos artículos de temas contingentes, envejezcan bien?

—Entiendo que por razones estratégicas se pueden nombrar los temas, pero no necesariamente desarrollarlos en detalle. En medio ambiente, por ejemplo, tenemos un desarrollo legislativo, no podemos subir toda la ley a la Constitución. Lo mismo con seguridad. Al ir al detalle, los temas podrían envejecer mal, podrían requerir muchos cambios. Y ahí hay otro punto: una enmienda sube el quorum para modificar la Constitución a dos tercios. Es un quorum bastante rígido comparado con el actual y con el de la Constitución del 80, que no pedía los dos tercios para modificar todos los capítulos. Con una Constitución de mucho detalle y con un quorum muy alto, corro el riesgo de que quede obsoleta. Y sabemos que un sector político ha criticado siempre que la Constitución del 80 tenía estas especies de cerrojos, que ya no están. Volver a caer en ese argumento no es sano para la sociedad.

—Cuando el anteproyecto no estaba terminado, usted y otros académicos advirtieron que, por falta de acuerdo, temas clave podían no quedar en la propuesta. Ahora, en el Consejo, ¿se corre el riesgo contrario, de constitucionalizar materias que son de ley?

—Efectivamente, podemos estar más en el otro escenario, que haya temas que son de ley en el texto constitucional, pero también es una decisión política, del estilo de Constitución que se decidió redactar. En eso me parece que todo el espectro político, por el tipo de enmiendas que presentaron, ha decidido que sea una Constitución de mucho detalle. Es algo que ya vimos en la Convención, aunque con diferencias de contenido.

—¿Es una tendencia eso? Porque se habla del constitucionalismo latinoamericano...

—En Latinoamérica sí ha habido cierta tendencia a eso, pero el que sea tendencia no te lleva a que sea necesariamente positivo, por el temor de quedar obsoleto y no sea fácil de modificar. Te puede producir problemas sociales. La idea es que este pacto se mantenga en el tiempo.

—A la luz de las enmiendas, ¿cuáles cree que serán los debates más intensos?

—Probablemente en materia de derechos, porque hay algún sector de izquierda que ha dicho que sus ideas serían inconstitucionales en caso de aprobarse las enmiendas presentadas por los republicanos. Algunos han llegado a decir que indicaciones van en contra de las bases institucionales, que irían contra el Estado social y democrático de derecho. Eso anticipa un debate duro en materia de pensiones, salud, educación. En cómo incorporar los tratados internacionales al ordenamiento jurídico interno, en reforma constitucional, en la reducción del número de parlamentarios, probablemente también va a haber mucho roce.

—¿Ve alguna enmienda que atente contra las bases?

—Yo, personalmente, no veo enmiendas que vayan contra las bases.

—Marcela Cubillos defendió que las enmiendas del Partido Republicano no son refundacionales como las ideas, dijo, que impulsó la Convención. ¿Usted ve propuestas refundacionales de los republicanos?

—No, porque hay un respeto a las instituciones: tenemos un Congreso bicameral, tenemos un presidencialismo, un Estado unitario, un Poder Judicial con una modificación en su gobernanza, pero que se respeta. Hay que recordar, antes de hablar de radicalización o no, que los consejeros fueron elegidos democráticamente y en el momento en que se diseñó el proceso se resaltó mucho la importancia de que hubiera un elemento democrático, ya que no podía quedar solo con expertos elegidos por partidos políticos. No nos podemos olvidar ahora de que tienen nombre, apellido y cara, que ese es el rol que se buscaba que tuvieran. Esto de decir que las enmiendas son refundacionales (implica que) están cometiendo el mismo error de la Convención de tratar de quitarle legitimidad a un proceso que la tiene desde su diseño.

“Segundo, las enmiendas no son todo, estamos empezando el proceso de negociación. Y hay que ver que la izquierda también presentó enmiendas que llaman la atención porque repiten cosas de la Convención: los derechos sexuales y reproductivos, los escaños reservados para pueblos originarios. Uno podría decir que ellos saben que no tienen mayoría y no van a ser aprobadas, que es una señal a sus votantes. Bueno, probablemente la derecha está haciendo algo parecido”.

—Con los plazos acotados de este proceso, ¿era conveniente entregar estas señales?

—Es una decisión compleja de si convenía o no, porque creo que tiene el riesgo de que luego se vea que cediste y eso al votante duro le duele. Y tiene el riesgo también de que el otro sector político, que no se identifica con tus enmiendas, se cierre a la negociación cuando lo que necesitamos es dialogar (...). Probablemente no deberíamos meternos en todos los temas que le gustan a mi votante, para conseguir un texto que sea aprobado en distintos domicilios políticos y eso vale para los dos lados.

—¿Le preocupa algo de lo que viene ahora en el proceso?

—Lo que más me preocupa es que se radicalicen las formas. Insisto, creo que es el momento en que se sienten a conversar. Yo entiendo que los consejeros del oficialismo dijeron que iban a negociar todo como bloque. No sé si eso ayuda a la negociación. Si ayuda, fantástico, pero si no, me preocupa. ¿Va a significar eso que no se va a poder conversar con un consejero de manera individual? ¿Que en una comisión el consejero oficialista va decir “tengo que hablar con todo el resto antes de responderte”? Creo que eso puede dificultar el diálogo (...).

—¿Y ve que las enmiendas puedan radicalizar el ambiente?

—La izquierda ha dicho que hay enmiendas de los republicanos en las que no podrían ceder jamás. Lo sienten como una radicalización de la derecha. A la vez, la derecha, probablemente al ver indicaciones de la izquierda, sienta que siguen en lo mismo de la Convención. Creo que se puede haber producido un poco este ambiente, pero no está todo escrito en piedra, se tiene que empezar a conversar, está todo por hacerse. Puede afectar el ánimo del trabajo que viene y eso es lo que me preocupa porque tienen poco tiempo. Entonces, quitémonos los enojos rápido y empecemos a conversar sobre el texto y sobre qué estamos dispuestos a ceder y qué no.

—¿Y hay coincidencias que permitan empezar ese trabajo?

—Hay coincidencias y en temas técnicos importantes. Si bien hay discusión sobre reducir o no el número de parlamentarios, parece haber consenso en reducir la fragmentación para que sea más fácil gobernar. Es probablemente el cambio más importante a nivel de gobernabilidad en el texto constitucional y no hay que pasarlo por alto. En Poder Judicial parece haber acuerdo en la creación de los nuevos órganos. Es otro gran acuerdo. Si bien tenemos discusiones sobre cómo redactar los derechos sociales, en judicialización creo que nos estamos acercando a clarificar hasta dónde pueden actuar los jueces. También es un avance. Hay otros temas quizás más puntuales, en las enmiendas o en los temas a los que no se les hicieron indicaciones, que permiten avanzar.

—¿Cuál es su expectativa para los meses que vienen?

—Tengo fe en que sí se van a poder sentar a conversar, porque tengo la sensación de que esto ya ocurrió. En la Comisión Experta aprobaron las normas en general y luego presentaron 900 enmiendas. Hubo críticas, acusaciones cruzadas de que se estaban rompiendo los acuerdos, pero finalmente fue posible dialogar.

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