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Una historia que se repite en el Maule: La zona que se debate entre la "resiliencia" y las "deudas" de otras catástrofes

La región se convirtió en la más afectada por el sistema frontal que se dejó sentir desde el sábado en el centro sur del país, y que volvió a poner en el debate la urgencia por dotar a la zona de una planificación acorde a su historia y necesidades, ante un acelerado cambio climático.

25 de Agosto de 2023 | 18:01 | Por Daniela Toro, Emol
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La región del Maule se convirtió en la más afectada tras el sistema frontal, con varias localidades y comunas inundadas tras el desborde de ríos.

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Un desolador panorama dejó en varios puntos de la zona centro sur del país el sistema frontal que se desarrolla desde el sábado, y que llevó a las autoridades a tomar una serie de medidas para enfrentar la emergencia, incluyendo el decreto del estado de catástrofe en las regiones de O'Higgins, Maule, Ñuble y Biobío.

Pero el Maule ha sido particularmente la región más azotada por este frente. El desborde del río Claro, en Talca, desató una crítica situación en la comuna, donde cientos de personas se vieron obligadas a evacuar en botes, mientras algunos intentaban llevar consigo algunos escasos enseres.

El agua arrasó con kioscos, casas e incluso destruyó por completo el Parque Río Claro, zona de esparcimiento que había sido inaugurado el pasado 24 de abril, y que había significado una inversión de $16 mil millones. Otra gran infraestructura malograda fue el estadio fiscal, que contempló una inversión de unos $30 mil millones.

Hasta el momento, en la comuna, se estima una cifra de 1.200 viviendas afectadas por daños por inundaciones y anegamientos, lo que ha dejado un total de 4.760 personas damnificadas, según el último reporte del municipio. "Llevo 24 años en el municipio y no había visto una emergencia, una catástrofe de esta magnitud. Todos los esteros, todos los caudales de ríos superaron todas las medidas de mitigación", comentó este miércoles el alcalde, Juan Carlos Díaz (RN).

Licantén, en paralelo, vivió su propia catástrofe. La propia ministra del Interior, Carolina Tohá, dijo tras el Cogrid de ayer martes que el 50% de de la población "está bajo el agua en este momento". El hospital de la zona quedó destruido, al igual que la comisaría, y también se registró el corte de suministro de servicios básicos.

En Constitución, en tanto, varios sectores cercanos a la ribera de los esteros fueron evacuados durante la madrugada del lunes, luego que varias casas comenzaran a inundarse; también hubo desbordes y los balances no son más alentadores que en el resto de la región. El Complejo turístico La Piedra del Lobo, por ejemplo, quedó completamente destruida.

"Ahí se perdió todo, no hay nada, absolutamente nada. Ayer nos informaban en el Cogrid, el río en el suceso anterior (junio), el río subió 14 metros, con la situación que ocurrió en estos días, llegó a los 25 metros de altura. Entonces, cuando se recogió, y con la fuerza que venía, se llevó todo", dijo el alcalde de la comuna, Fabián Pérez a CNN. Esto, junto con destacar que hubo personas que no evacuaron cuando se hizo el llamado, "ojalá la gente aprenda y sea obediente".

Una historia que se repite


La Región del Maule alberga zonas que se han convertido en símbolo de grandes tragedias. Durante el terremoto de 2010, Constitución fue una de las comunas más afectadas, a raíz del tsunami que arrasó con la infraestructura de la ciudad costera y dejó más de 100 personas fallecidas.

La misma suerte corrieron Licantén, y otras localidades como La Pesca, Iloca y Duao, que si bien ya habían resultado dañadas por el terremoto, las gigantescas olas del tsunami terminaron por llevarse todo lo que quedaba.

El pasado junio, el desborde del Río Mataquito ya había dejado gran parte de la comuna totalmente inundada, con viviendas, locales y el hospital comunal como parte de la infraestructura dañada. El agua del río ingresó al menos 500 metros hacia la zona céntrica, lo que provocó además que los caminos terrestres quedaran inutilizables. Esa vez, al igual que en esta emergencia, la gente salió en bote a evacuar y a intentar rescatar sus pertenencias.

En 2017, Santa Olga, localidad ubicada a 15 kilómetros de Constitución que en 2017 resultó completamente arrasada por los incendios forestales de ese verano y cuya reconstrucción tardó poco más de dos años. La zona es una de las más recordadas por la tragedia que arrasó con más de un millón de hectáreas entre la Región de Valparaíso y La Araucanía.

Rescate de personas tras el desborde del río Claro. Foto: Aton.

Defensas fluviales y reconstrucción


Mientras el sistema frontal comienza a abandonar el Maule, las autoridades ya piensan en la forma de evitar que estos escenarios se repitan en los siguientes inviernos, e incluso antes de hablar de reconstrucción, apuntan a lo preventivo, a cómo reforzar las defensas fluviales para evitar estos escenarios cada vez más acelerados por el cambio climático.

"Esto va a volver a ocurrir el próximo año, porque estos son efectos del cambio climático (...) cada vez va a ser con más fuerza, por lo mismo, vialidad y el MOP tienen que trabajar con mayor celeridad. Nosotros tenemos que reforzar las defensas fluviales de aquí al próximo invierno, si ya sabemos que se va a desbordar el río Mataquito, no basta con alertar solamente a la población, basta con tener las defensas que sean necesarias para poder mitigar el impacto del agua", dijo a EmolTV la gobernadora del Maule, Cristina Bravo.

"En el caso de Licantén, la única opción es que la gente no construya en terreno inundable, y toda la gente que vive en calle Lautaro, todo eso es terreno inundable. No tenemos dónde construir".

Cristina Bravo, gobernadora del Maule
En la misma línea, el alcalde de Talca, reflexionó que "estas crecidas (de ríos) nos van a permitir tener otra dimensión. Uno hace estudios de retorno de 50, 100 años, y yo creo que en el año '80 hubo una crecida similar. En esta intervención se subieron las cotas y pese a eso, igual se inundó el estadio fiscal, lo que nos muestra un poco que la crecida fue mayor que la de ese año".

A su juicio, habrá que ver en adelante cómo pensar en un "plan maestro de evacuación de aguas lluvia. Cuando la magnitud de las precipitaciones son tal, poco se puede hacer frente al caudal del río Claro; por mucha defensa fluvial, se supera todo tipo de medida de mitigación. Pero al interior de la ciudad, hay que ver cómo no sólo construimos, sino que diseñamos un plan maestro de colector de aguas lluvias que soporte de mejor manera, a lo mejor no va a evitar una inundación, pero va a permitir resolver la situación con mayor celeridad".

La gobernadora agregó que hay un gran desafío para la reconstrucción. "En el caso de Licantén, la única opción es que la gente no construya en terreno inundable, y toda la gente que vive en calle Lautaro, todo eso es terreno inundable. No tenemos dónde construir. El hospital y el retén de Carabineros debe ser en un terreno no inundable".

"Hay que volver a generar un plan de ordenamiento en Licantén, Linares, Constitución y en todas las comunas que se vieron afectadas", acotó. Según sus proyecciones, para que la zona se vuelva a poner de pie pasarán "varios meses", aunque dijo esperar que "de aquí a fin de año estemos bien avanzados, por lo menos, desde el gobierno regional vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para lograrlo", cerró.

El estadio fiscal de Talca inundado. Su inversión para la construcción fue de $30 mil millones. Foto: Aton.

Planificación urbana, clave para la mitigación


Para la directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, Blanca Zúñiga, el principal problema de la región tiene que ver con la falta de planificación en términos de prevención. Si bien destaca que hay factores que tienen que ver con el cambio climático, también han surgido otras problemáticas.

"Hemos estado en una lógica muy permisiva, sin planificación de por medio, donde aparecen muchos permisos de construcción tardía cuando ya está el proyecto levantado, y es una realidad creciente en la región".

Blanca Zúñiga, directora Escuela Arquitectura U. de Talca
"Claramente, producto de la aparente sequía de la última década, han aparecido todos estos terrenos disponibles que, en rigor, eran parte de las cuencas de los cursos de agua y que el mundo inmobiliario los ha ido tomando desmedidamente. Hemos estado en una lógica muy permisiva, sin planificación de por medio, donde aparecen muchos permisos de construcción tardía cuando ya está el proyecto levantado, y es una realidad creciente en la región", comenta a Emol.

Zúñiga cuenta que la reconstrucción post terremoto ha sido compleja en la zona, donde más de 54 hectáreas quedaron vacías en el casco histórico "y eso está así desde entonces; uno se pasea por el centro de Talca y está todo tal cual. Entonces, cuando hablamos de planificación, yo diría que es casi inexistente, o si está, no se puede verificar que se cumpla", acotó. Por el contraste, dice que los esfuerzos por levantarse "han sido más en base a los esfuerzos particulares, individuales, más que estrategias impulsadas por los distintos gobiernos centrales".

Por eso, la académica destaca que por cierto la resiliencia en la zona "es una capacidad que está; a mí me impresiona muchísimo esa capacidad de rearmarse, aunque muchas veces es una capacidad de acción, quizás falta una capacidad de reflexión, para ver cuál es la mejor estrategia a seguir".

En la misma línea, Lorenzo Agar, doctor en sociología y especialista en temas demográficos, comenta que "sin duda alguna que los temas de planificación urbana son muy importantes para mitigar los impactos de estos atentados de la naturaleza. Cuando uno piensa, por ejemplo en el tsunami de 2010 en la misma región del Maule quedó todo destruido y ¿dónde se volvió a construir? en el mismo lugar, y diría que más cerca del mar todavía, es como un desafío del ser humano de decirle a la naturaleza aquí estamos y volvemos al mismo lugar".

"Finalmente el ser humano vive donde quiere vivir, donde hay comida para vivir y ahí me refiero al tema de la pobreza, de dónde podemos construir, dónde están nuestras relaciones sociales, etc., y no allí donde la autoridad nos va a decir que nos coloquemos", sostiene.

Según el académico, el gran desafío es "acercar una planificación urbana y regional que sea coherente con estos atentados de la naturaleza y los cambios climáticos y la pulsión de la gente por vivir en aquellos lugares que se siente cercano, familiar o desde el punto de vista económico que es asequible para su desarrollo", cerró.
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