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Ex director de Gendarmería relata apertura de Punta Peuco y asegura que "no hay que confundir justicia con venganza"

Ad portas de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, el también arquitecto, Claudio Martínez, abordó los cuestionamientos que se han realizado en torno al centro penitenciario y las decisiones que se podrían o no, tomar al respecto.

07 de Septiembre de 2023 | 08:08 | Por Javiera Riquelme, Emol.
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El arquitecto Claudio Martínez era director de Gendarmería cuando se creo el penal de Punta Peuco.

La Segunda (Archivo)
"Ese tipo de cosas se hacen, no se anuncian. Si es, sabrán. No quiero generar una polémica". Esas fueron las palabras que emitió el Presidente Gabriel Boric durante el fin de semana frente a la posibilidad de cerrar el penal Punta Peuco.

Si bien el debate ante el cierre o no, el cambio de destino o no, del centro penitenciario construido tras el retorno a la democracia (en 1995) con el fin de albergar a condenados por violaciones a los derechos humanos en dictadura, ha estado instalado desde hace años en la opinión pública, justamente ha tomado fuerza este tiempo, pues se está ad portas de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado.

El arquitecto Claudio Martínez -quien hizo el primer boceto de la cárcel- era director nacional de Gendarmería en ese entonces. De hecho, estuvo entre los años 1993 y 1997, durante los Gobiernos de la Concertación de Patricio Aylwin Azócar y Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Tal como lo indica en su libro, fue un "protagonista inesperado" del momento, ya que durante ese periodo lo marcaron dos hitos carcelarios: ejecutó la construcción de Punta Peuco y pagó los costos de la fuga de cuatro miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, todos condenados por delitos terroristas ocurridos después del retorno a la democracia: Mauricio Hernández Norambuena, Ricardo Palma Salamanca, Pablo Muñoz Hoffmann y Patricio Ortiz Montenegro.

En conversación con Emol, el también histórico militante del PS, relató que la creación del recinto penitenciario se produjo en un contexto de "tensión", puesto que Augusto Pinochet era comandante en jefe del Ejército, Manuel Contreras -jefe de la DINA condenado por el crimen de Orlando Letelier- "públicamente había anunciado que no iba a ir nunca a una cárcel, cosa que le habían refrendado algunos militares en servicio activo", y ocurrió después de la asonada conocida como "el boinazo".

Siempre según Martínez, la idea de una cárcel surgió tras una reunión que sostuvieron militares con el Gobierno, aunque inicialmente -y ese era el planteamiento de los uniformados-, se pensó en territorio militar. No obstante, el Gobierno fue claro en que tenía que ser de Gendarmería.

"Aquí hay dos cosas importantes. Es una primera señal respecto a que los militares están dispuestos a aceptar el fallo judicial que se veía que iba a ser adverso a la cúpula de la DINA, que era Manuel Contreras y Pedro Espinoza, los dos estaban procesados y, en segundo lugar, el Gobierno fue muy firme y claro desde el comienzo en que el recinto tenía que ser de Gendarmería. Ahí inicia el proceso de creación de esta cárcel, que tiene una serie de idas y venidas, hasta que, finalmente, se ubica el lugar que era una colonia penal de Gendarmería", comentó.

Añadió que "este proceso fue extremadamente tenso, porque significó un hecho histórico, que no siempre es suficientemente valorado, que es el hecho que el jefe de la policía secreta y el subjefe de la policía secreta, que es el ícono de la violación de derechos humanos de la dictadura, vayan a una cárcel en democracia post dictadura, y con el dictador ocupando el cargo de comandante en jefe. Más allá de los juicios que tengamos respecto al tema, ese es el escenario bien único en la historia política del mundo".

El penal de Punta Peuco se encuentra en la comuna de Colina a 43 kilómetros de Santiago. Foto: El Mercurio

Por lo mismo, aseveró que en su opinión, ello "marca un antes y un después respecto al proceso de transición y consolidación del proceso democrático. Abre el campo a otros juicios, porque hay numerosos juicios frente al tema, estos fueron los más emblemáticos. Y finalmente, creo que esta cárcel tiene un valor histórico y simbólico de este momento, más allá de cualquier juicio, es un lugar donde se hizo justicia cuando parecía casi imposible y fueron presos los más grandes violadores de derechos humanos en la historia de Chile".

A días de que se cumplan 50 años, Martínez aborda los cuestionamientos que se han realizado en torno al centro penitenciario ubicado en Tiltil, al norte de Santiago, y las decisiones que se podrían o no, tomar al respecto.

-¿Por qué no estar todos juntos como cualquier preso en una cárcel normal?

Cuando se anuncia la cárcel, primero en Colina, hubo una gran controversia al interior del Gobierno. No hay que olvidar que el ministro de Obras Públicas era Ricardo Lagos y renunció al cargo en protesta de que se estaba haciendo una cárcel que él interpretaba como una cárcel de privilegios. Incluso, la expresión cárcel cinco estrellas nace de una conversación que él tiene con dirigentes políticos.

Entonces, en ese momento de gran tensión al interior de la coalición, uno de los presidentes de los partidos políticos me llamó por teléfono y me hizo exactamente la misma pregunta que usted: "¿por qué no van a una cárcel común?". La respuesta nuestra fue "porque en una cárcel común no estaba garantizada la seguridad de estos presos, y eso es una obligación de Gendarmería, del Estado". Nosotros no podíamos correr el riesgo de que estos presos sufrieran un atentado, por mucho que haya un juicio respecto a ellos, nosotros no podíamos cometer, en el fondo, la misma falta o delito que era violar sus derechos humanos, que en ese caso era la seguridad de ellos al interior de la cárcel, y nosotros técnicamente consideramos que una cárcel común no da esa garantía.

-Y usted que creó la cárcel, ¿descarta que sea "cinco estrellas"?

Es una cárcel parecida, con buen estándar, yo diría similar a la Cárcel de Alta Seguridad (CAS). Yo invito a los que dicen que es una cárcel cinco estrellas a que vayan a pasar un fin de semana allá. Yo creo que es una conclusión equivocada. Los privilegios los consagra el régimen, no el edificio. El régimen puede ser más o menos estricto, más o menos restrictivo respecto a las visitas, con más o menos facilidades para algunos beneficios al interior, por lo tanto, el privilegio lo consagra el régimen, no el edificio. Esa es una cárcel común y corriente.

Al comienzo, hay que reconocerlo, hubo un permanente contacto con el Ejército que hacía una especie de "padrino" de estos presos en relación al régimen, discusión que se da por lo demás con los presos comunes. Por la Cárcel de Alta Seguridad hubo una larga discusión respecto al régimen. Consideraban que era muy duro, finalmente el régimen se flexibilizó y terminó con la fuga en helicóptero, entonces, esa es una discusión muy técnica. El régimen que consagra o no privilegios. La cárcel de Punta Peuco es común, pequeña, con celdas individuales como lo tiene la de Alta Seguridad. Entonces, la discusión corresponde más a una idea que la gente tiene, que a la realidad.

-¿Quién establece este régimen y, a su juicio, el régimen de Punta Peuco tiene privilegios?

Lo desconozco en este instante. La impresión que tengo es que no tiene privilegios. Ahora, en ese momento hubo algunas situaciones que podían entenderse como privilegios, pero que también corresponden a un proceso de gestión de una cárcel, como por ejemplo, en la Cárcel de Alta Seguridad se autorizó visitas conyugales, a los presos de la Cárcel de Alta Seguridad que eran presos procesados por ley antiterrorista. Eso podría interpretarse como un beneficio o un privilegio, porque no todos los presos de Chile lo tienen. Sin embargo, hay ciertas circunstancias, porque también el sentido de la pena es generar la reinserción.

Por otro lado, el cumplimiento de las penas no puede tener un sesgo justiciero más allá del fallo judicial. El derecho que se pierde al estar preso es el de la libertad fundamentalmente, los otros derechos se conservan, por lo tanto, aquí hay una cosa media de la memoria colectiva, de rabia contra estos presos, que dicen "por qué no cumplen en una cárcel común como todos los presos chilenos", asumiendo que en la cárcel común hay carencias, incluso, han establecido algunos organismos, que sí violan los derechos humanos por deficiencias del Estado. Entonces, no hay que confundir la justicia con la venganza. Hay que tener claro eso.

Además, pienso que esta cárcel es un edificio histórico en la transición política chilena. Yo siempre he sostenido que tiene que conservarse como un museo y decir "aquí cumplieron pena los violadores de derechos humanos que causaron muchísimo daño a Chile".

Vista aérea del penal de Punta Peuco. Foto: El Mercurio.

-En el debate actual, considerando además que hace unos días el Presidente Boric no descartó cerrar Punta Peuco, en su opinión, ¿qué camino debería seguir esta cárcel?

Si se cierra o deja de funcionar para este tipo de presos, estos presos van a irse trasladados a otro lugar. Ahí hay una tremenda responsabilidad de Gendarmería, que es garantizar su seguridad tanto física como también su salud, etc. Entonces, a cualquier recinto que se traslade debe reunir esas condiciones.

Sería impensable que este tipo de presos sufrieran algún tipo de atentado de parte de los presos comunes en una cárcel común, eso sería un desastre para la gestión del Estado frente a su obligación con los presos. Por lo tanto, si esta cárcel se traslada, ese es un elemento esencial. Lo que se haga con el recinto de Punta Peuco, eso ya es más una decisión política que técnica. He escuchado a algunos que sugieren que vayan mujeres con hijos, embarazadas, menores, yo pienso que esa cárcel debe ser conservada como un testimonio de la historia.

-Y si continúa abierta ¿qué vía debería tomar?

En Francia hubo una cárcel en la que estaban los presos nazis, de la II Guerra Mundial, y hay una cárcel muy famosa que se cerró cuando murió el último preso. Entonces, esa cárcel fue un símbolo de la sanción punitiva para una atrocidad, la persecución contra los judíos.

Pienso que aquí, esto tiene un valor simbólico. Muchos piensan que es privilegio y se cuestiona eso, pero hay un tema esencial: estos presos causaron muchísimo daño y hoy están viejos, enfermos, algunos incluso con enfermedades terminales, pero la única forma de tener una mínima reparación para la víctimas, que son víctimas brutalmente agredidas con un régimen dictatorial que fue despiadado con ellos, es que los presos se mantengan presos, cumplan su condena integralmente.

En ese sentido tengo mucha claridad, hay que respetar los derechos humanos de los presos, pero si se liberan prematuramente, creo que es un agravio para las víctimas, y aquí hay un espacio sagrado que son las víctimas, y una forma de reparación es que estos presos cumplan su condena. Probablemente es la única forma de reparación que ellos sienten. Entonces, si la cárcel se mantiene yo creo que debe mantenerse hasta que se extinga por efectos de la propia naturaleza.

-Entonces ¿apoya que siga como está?

Creo que uno es el valor simbólico y lo otro, desde el punto de vista político, en alguna medida, la cárcel también cumple un ciclo, se genera en un escenario muy distinto al actual, pero hay que ser cuidadoso, creo yo, en mantener los equilibrios, porque este es un proceso, lo estaba mostrando la discusión de los 50 años, que no está cerrado, por lo tanto, hay que mirar un poco lo que ocurrió en ese momento, la historia, el pasado y tomar las decisiones de cara a lo que fue la historia de la transición, de la recuperación de la democracia y la historia de la instauración de una convivencia que hoy día apreciamos y que, de pronto, sentimos cierta preocupación por las tensiones que se están produciendo.

- ¿Cree que sea posible, ad portas de la conmemoración de los 50 años, que se tome la decisión de cerrar el centro? Y en una mirada más política, ¿considera que sería una buena determinación hacerlo en este momento?

Mi percepción es que no aporta cerrar la cárcel ahora a lo que se pretende, que es buscar cierto consenso respecto al futuro, un consenso en el cual la amistad cívica debe recuperarse.

Yo creo que se debe examinar si estos presos tienen o no privilegios, que es una cosa distinta a cerrar o no la cárcel, porque la cárcel es un edificio. Si van a ser trasladados a otro lado y se mantienen "los privilegios", la situación es la misma. Por lo tanto, yo creo que en este momento no aporta mucho a establecer un escenario que permita mirar al futuro, un mayor consenso respecto a estos temas tan sensibles como son los derechos humanos.

- Lo mencionaba anteriormente. En agosto se presentó un proyecto que propone convertir el centro en un espacio para madres y embarazadas privadas de libertad, ¿qué opinión tiene al respecto?

Yo soy arquitecto y me he especializado en conservación del patrimonio que significa conservar la memoria, y yo pienso que lo que ocurrió ahí, bueno o malo, cualquiera sea el juicio, es un elemento de la memoria que hay que conservar. Borrar el pasado no va a borrar los dolores, ni las injusticias, ni las violaciones de los derechos humanos.

Voy a poner un ejemplo distinto. En la cárcel de Valparaíso había un pabellón que tenía inscripciones de hace 120 años, de los presos en sus celdas. Cuando se restauró, se borró absolutamente esa huella y se borró una huella que significa la historia del ser humano finalmente, entonces, creo que lo que se haga a futuro no debe borrar lo que ocurrió en el pasado. Una forma de conservar el patrimonio es esa y, una forma de mirar al futuro, como dicen los patrimonialistas, es escuchar los susurros del pasado.
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