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Harald Beyer, rector de la U. Adolfo Ibáñez: "El mundo político no ha considerado que si se rechaza este nuevo texto, ninguno resultará ganador"

Asegura que, de haber otro proceso fracasado, emergerá el riesgo de aparición de movimientos para “que se vayan todos”. Y concluye: “Si hay una oportunidad de populismo y de algún líder autoritario, va a ser producto de que no se zanje este hecho”.

08 de Septiembre de 2023 | 08:21 | Por R. Olivares, Crónica Constitucional
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Harald Beyer, rector de la U. Adolfo Ibáñez.

El Mercurio
Cuando se le pregunta si ha seguido la discusión sobre el Consejo Constitucional, contesta que “bastante”. El rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, exdirector del Centro de Estudios Públicos (CEP) y exministro de Educación, Harald Beyer, tiene una mirada crítica de cómo se ha abordado la discusión constitucional y, en particular, del rol que han jugado los partidos políticos en ella. Sin embargo, se muestra optimista respecto de la posibilidad de que el proceso de elaboración de una nueva Carta Fundamental fructifique, en este detenido análisis de los escenarios posibles para los próximos meses.

—Las encuestas muestran una gran ventaja de la opción “En contra” para el plebiscito de diciembre, pese al consenso de que se necesita una nueva Constitución. ¿Ve usted espacio en este proceso para que el texto se apruebe?

—Primero hay que advertir los riesgos. Creo que el mundo político no ha tomado en consideración que si se rechaza este nuevo texto constitucional, ninguno va a resultar ganador. Aquí la sensación de la población va a ser esta: han estado cuatro años discutiendo, porque esto hay que vincularlo con el acuerdo del 15 de noviembre de 2019. Entonces, claro, han pasado cuatro años y no han sido capaces de ponerse de acuerdo en las reglas del juego con las que van a hacer la política del país. Y quieren que nosotros confiemos en ellos.
“Ahí emerge un riesgo que yo creo que no ha estado bien presente, que es el de que surja un movimiento para ‘que se vayan todos’. O sea, si hay una oportunidad de populismo y de algún líder autoritario, va a ser producto de que no se zanje este hecho. Y eso creo que se ha visto de manera muy asimétrica, porque la gente dice muy sencillamente ‘bueno, si no se aprueba esto, tenemos la Constitución vigente, igual tenemos un cuerpo constitucional’; pero eso no es cierto, porque la población creo que no le va a perdonar al mundo político que haya dedicado cuatro años a esto y que aun así no hayan podido lograr un acuerdo razonable. En esta materia que para la población, además, no es muy prioritaria. Entonces, si en un asunto que no es prioritario no se ponen de acuerdo, ¿qué cabe esperar para los demás temas? Y ese riesgo, que es alto, creo que el mundo político no lo ha dimensionado adecuadamente”.

—¿Cómo impacta esa desafección de la ciudadanía? ¿Qué es lo que, a su juicio, espera la gente de sus políticos?

—La segunda dimensión es que los ciudadanos están, de alguna forma, dispuestos a recompensar a las personas que, teniendo la posibilidad de imponer sus ideas, estén dispuestas a cederlas en beneficio de un bien mayor. Y el bien mayor es, en este caso, el acuerdo. Eso aparece con mucha fuerza en las encuestas. O sea, aquí no vale la idea de que yo me tengo que aprovechar de que tengo mayoría o cualquier otro fenómeno para imponer mis ideas, porque es mucho más importante el acuerdo. Y esto, por ejemplo, en el caso de la encuesta CEP se ve claramente. Allí, el votante que podría simpatizar con el grupo de los republicanos, por ejemplo, los que mencionan como primera preferencia o primera preocupación la seguridad ciudadana, la violencia, ellos, frente a la pregunta de si prefiere que los líderes políticos busquen acuerdos o que impongan sus ideas, dicen que busquen acuerdos, porque entienden que sus problemas son más fáciles de resolver si el mundo político logra ponerse de acuerdo.

“Una cosa es que el mundo de derecha al que los republicanos apelan, a los grupos sociales a los que apelan, sientan que hay que ser muy duro con la delincuencia, pero la otra es qué es lo que les piden a sus líderes. Y lo que les piden a sus líderes es que logren acuerdos. Entonces, eso es un elemento que yo creo que debería posibilitar, por así decirlo, la convergencia, porque quienes proyecten el futuro político del país van a ser aquellos sectores que, a pesar de que no estén totalmente contentos con lo que está resultando, estén dispuestos a ceder en sus aspiraciones para lograr este acuerdo sobre las reglas del juego a futuro”.

—¿Cómo se reflejaría esa búsqueda de liderazgo en el voto? Porque los partidos políticos parecen no estar dando el tono que usted menciona, sobre la búsqueda de acuerdos y la negociación con ánimo de ceder…
—La tercera dimensión que incluye es que este ciudadano, como es crítico del mundo político, está distanciado, pero no es que lo odie. No, no tiene preferencias demasiado marcadas por un sector en específico en cada uno de los grupos políticos que existen en el país, pero la gran mayoría fluye. Está dispuesta a darle su confianza y su voto a un grupo en particular, y después, a otro grupo que puede ser muy distinto y que está un poco probando distintas iniciativas. Entonces, la fluidez electoral hace que el hecho de que yo sea fuerte en un momento particular no está asegurado para el futuro, a menos que yo cumpla, por así decirlo, con las dos primeras indicaciones que he hecho.

—Durante las últimas semanas se han votado enmiendas en las comisiones del Consejo, etapa previa a la discusión en el pleno. Hasta ahora se han visto deliberaciones en los temas menos álgidos, para intentar conseguir un acuerdo. De lo que usted ha visto en estas votaciones, ¿hay algo que le llame la atención en el sentido de que pueda poner en riesgo, por ejemplo, la institucionalidad o que haya materias identitarias que sean impropias de una Constitución?

—Claro, pero yo diría que todavía no están aprobadas. Están en las comisiones, por lo que yo creo que hay un espacio grande todavía para la negociación. Más allá de que incluso se hayan aprobado algunas de ellas en las respectivas comisiones.

“Creo que es un error pensar que lo que hay detrás de esto es una demanda identitaria de estas comisiones, incluso con lo del rodeo (donde se aprobó una enmienda que le da estatus de deporte nacional a nivel constitucional). Yo creo que lo que hay detrás de los republicanos es un intento de aprovechar esta coyuntura para consolidar su posición política. Y lo que están buscando son medidas populares, que les permitan proyectarse más allá de este proceso. Y, claro, ellos perciben que en el caso del baile nacional, hay un sector que cree que el tejido social chileno está debilitado. Por lo tanto, están buscando elementos de unidad social a través de esas iniciativas”.

Y Beyer agrega: “Después, votaron que la primera vivienda no tiene que pagar contribuciones. De nuevo, esa es una medida popular que es transversal, digamos, de izquierda a derecha. Ahora, yo creo que esa pregunta está mal formulada en las encuestas, digamos, porque mucha gente no paga contribuciones y, por supuesto, no quiere pagar contribuciones. Pero las encuestas son medio engañosas en la manera en que formulan la pregunta. En todos estos temas, cuando no hay mucha deliberación, si las encuestas no son cuidadosas en formular las preguntas, generan un escenario político que yo creo que es muy equivocado”.

“Entonces, lo que yo creo que hay es esta mezcla de decir ‘hoy día se está rechazando la Constitución’, entonces nos planteamos ¿cómo logramos que se apruebe con una mayor probabilidad? Y con estas (medidas con alta popularidad) apropiarme de ese resultado. Pero la Constitución que emergería de allí sería demasiado controversial, porque tiene muchas políticas de esta naturaleza que son aparentemente populares. El clima que va a generar es un clima de división y ahí la población va a ir a rechazar, aunque tenga estas medidas que son atractivas. Es mala la lectura política”.

—Sobre las responsabilidades, usted mencionaba el rol de republicanos y de Chile Vamos, subsidiariamente, porque tienen una mayoría dentro del Consejo y, finalmente, son ellos los que tienen la carga de la prueba, por decirlo así, para llegar a un acuerdo. ¿Cómo ve que ellos han abordado esta responsabilidad?

—Lo que pasa es que esto se da, y eso es parte del problema, justamente con una disputa por el liderazgo del país. Y eso ha complicado las relaciones que hay entre estas dos almas de la derecha, y tiene que ver con otro fenómeno, que es que el centro está desaparecido. Entonces, el grupo potencial es muy grande.

“Lo siento para estos dos grupos, porque el Socialismo Democrático no ha encontrado su camino, por así decirlo. Está en una alianza un poco con cierta incomodidad y, al estar en esa alianza, también desaparece su vocación de centro. Y la Democracia Cristiana está muy debilitada. Los nuevos movimientos, como Amarillos y Demócratas, está por verse si van a cuajar”.

“Y, por lo tanto, lo que siente el mundo de la derecha es que hoy día tiene un 62%. Y creo que es muy atractivo tratar de consolidar ese grupo y ganar ahí la partida. Y eso es lo que yo creo que ha complicado mucho a la derecha, pero la derecha no se da cuenta de lo castigada que va a ser si es que fracasa en este proceso. Y, como tiene el liderazgo y tiene los votos, es la que tiene que hacer los mayores sacrificios. Entonces, le está pasando un poco lo mismo que le pasa a la coalición gobernante: el Presidente no se da cuenta de que, como en este caso tiene los votos, él tiene que hacer mayores sacrificios en un momento político como el actual”.

“Esto es interesante porque funciona como asimétricamente para cuajar la Constitución. Los que tienen la manija son los de la derecha y, por lo tanto, tienen que estar dispuestos a hacer los mayores sacrificios para que se logre un acuerdo”.

—¿Usted cree que, tomando sus palabras, todavía estamos a tiempo de que se den cuenta de esto, de que todavía hay posibilidades de lograr un texto que le haga sentido a la ciudadanía?

—Yo creo que sí. En política una semana es muchísimo tiempo. Y, por lo tanto, hay pasos para lograr estas transformaciones, que podrían generar un espacio para que esto se vote el 17 de diciembre, con mucho mayores acuerdos y si le dicen “aquí hay un acuerdo”, la población va a cambiar rápidamente y estará dispuesta a votar a favor del proyecto de Constitución que presenten.

—¿Hacia dónde debería moverse la discusión para salir de esta suerte de empantanamiento en que está?

—Yo creo que la discusión debería ir fluyendo gradualmente hacia cómo mejoramos el anteproyecto de los expertos. Es decir, van a tener que reflexionar y plantearse que hemos discutido mucho, tenemos diferencias, pero ahora nos vamos a concentrar en mejorar el texto, más que en agregar nuevas cosas. No vamos a entrar a agregarle y agregarle cosas, porque eso es lo que hemos estado viendo, al proyecto de Constitución, como una suerte de arbolito de Pascua. Ese es el peor error que se puede cometer, porque todos tenemos diferencias sobre cuáles son los adornos más bonitos. Entonces, si lo armamos todos con los adornos que más nos gustan, el riesgo de que quede cualquier cosa es altísimo.

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