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La crispación derivó en graves niveles de violencia política en las ciudades y en el campo

La acción de grupos armados, los atentados contra figuras políticas y uniformados y la violencia callejera fueron prácticamente una constante durante la Unidad Popular.

11 de Septiembre de 2023 | 08:59 | Por Gonzalo Vega Sfrasani
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El 8 de junio de 1971 fue asesinado Edmundo Pérez Zujovic, exministro de Eduardo Frei Montalva.

El Mercurio
Doce impactos de bala en distintas partes del cuerpo. Fue lo que recibió mientras conducía su auto, en la mañana del 8 de junio de 1971, Edmundo Pérez Zujovic, exministro del Interior de Eduardo Frei Montalva. Un asesinato que, además de generar importantes consecuencias políticas, confirmaba que Chile emprendía un camino irreversible hacia una confrontación en que la violencia política sería protagonista.

Pero se trataba de una ruta que Chile comenzó a recorrer antes de la llegada de Salvador Allende a La Moneda. Como muestra, inspirado en la Revolución Cubana, en 1965 había surgido el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y en 1967 el Partido Socialista declaraba que “la violencia revolucionaria es inevitable y legítima” y que “solo destruyendo el aparato burocrático y militar del Estado burgués puede consolidarse la revolución socialista”.

Un fallido plan


La mañana del 22 de octubre, a dos días de que el Congreso se reuniera para ratificar a Salvador Allende como Presidente de la República, era asesinado el comandante en jefe del Ejército, general René Schneider.

El auto en el que circulaba, en la comuna de Las Condes, fue emboscado por cinco vehículos, desde los cuales se bajó un grupo de hombres, uno de los cuales intentó romper el vidrio del auto del general. Este hizo un intento por alcanzar su pistola, gesto suficiente para que los jóvenes abrieran fuego de inmediato en contra del uniformado, quien recibió cinco disparos.

Schneider fue rápidamente trasladado al Hospital Militar, pero murió la mañana del domingo 25 de octubre, causando una gran conmoción en la opinión pública.

La idea de los atacantes era secuestrar al general para crear un clima de crispación y desestabilización que impidiera la ratificación de Allende por parte del Legislativo. Sin embargo el plan falló en todo sentido. El secuestro terminó en asesinato, y el Congreso ratificó al abanderado socialista, quien horas después declaraba que Schneider había pagado “con su vida su decisión inquebrantable de conservar la tradición de las Fuerzas Armadas de nuestra patria, de velar por la soberanía nacional y de mantenerse leales a la Constitución, a las leyes y al régimen democrático”.

La investigación del caso concluyó que el plan había sido organizado por un grupo de extrema derecha con vínculos con altos miembros de las Fuerzas Armadas.

“Jóvenes idealistas”


Ya con Allende en La Moneda, en los primeros meses “aunque hubo algunos incidentes aislados, la violencia anunciada o temida no se presentaba en las calles de Chile, no en la gran mayoría de ellas. La toma de fábricas, el comienzo de la estatización de la banca y las tomas de terrenos no alteraban, en lo inmediato, ni la vida cotidiana ni el funcionamiento general del país”, describe Joaquín Fermandois en “La Revolución Inconclusa”.

Sin embargo, tempranamente, cuando finalizaba 1970, hubo una señal preocupante y que confirmaba la existencia de grupos armados: en Concepción un joven perteneciente al MIR, Arnoldo Ríos, fue muerto a manos de militantes comunistas de la Brigada Ramona Parra. Un editorial de “El Mercurio” advertía la gravedad de lo ocurrido: “Es de toda evidencia que mientras el MIR mantenga una organización armada bien abastecida y por su parte, los comunistas perfeccionen su brigada de combate ‘Ramona Parra’, los choques entre las distintas fuerzas serán inevitables y, más que eso, la posibilidad de que el régimen del Presidente Allende avance en cauces legales se hará extraordinariamente difícil”.

Días después, el Presidente Allende firmaba el decreto 2071, que indultaba a 43 personas involucradas en hechos de violencia y que estaban procesadas o prófugas, la mayoría perteneciente al MIR. El Mandatario justificó la decisión diciendo que se trataba de “jóvenes idealistas”. Entre ellos estaba Arturo Rivera Calderón, quien solo meses después participaría en el atentado contra Pérez Zujovic.

El VOP en acción


En 1971 el nivel de violencia ya era preocupante. “Prácticamente no hubo mes en que no tuviéramos que lamentar una o más muertes provocadas en enfrentamientos o por hechos delictuosos (...) De todas esas muertes, la que causó mayor conmoción fue la de Edmundo Pérez Zujovic”, describe el expresidente Patricio Aylwin en su libro “La experiencia política de la Unidad Popular 1970-1973”.

La mañana del viernes 8 de junio de 1971, el exministro de Frei Montalva salió en auto en dirección a su trabajo. Minutos después su trayecto fue obstruido por un auto que los venía siguiendo, y desde el cual bajaron dos hombres y abrieron fuego contra Pérez Zujovic, quien murió cuando era trasladado al hospital. ¿Quiénes cometieron el atentado? Miembros de la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP), entre ellos Arturo Rivera Calderón, quien había sido amnistiado por el mandatario.

“El gobierno se lanzó a una persecución completa del grupo, el que terminó arrinconado en un garaje en Santiago, siendo muertos casi todos sus integrantes por la Policía de Investigaciones (...) En el último momento cayó (Ronald) Rivera Calderón y su hermano Arturo se habría suicidado (...) Un sobreviviente de esta organización, en una acción suicida, intentó asaltar el cuartel de la Brigada de Homicidios de Investigaciones matando a tres policías y en un acto también inusitado en Chile, hizo estallar una bomba que tenía adherida en el cuerpo” (“La Revolución Inconclusa”).

El VOP, entre otras organizaciones de izquierda, responsabilizaba a Pérez Zujovic por los sucesos ocurridos en 1969 en Pampa Irigoin, Puerto Montt, que costaron la vida a ocho pobladores mientras carabineros intentaban desalojar a ocupantes ilegales de aquellos terrenos. “La izquierda en su conjunto participó de la campaña de demonización de Pérez Zujovic, en la que destacó una popular canción de Víctor Jara, que hacía parecer al ministro como asesino de los pobres” (Alejandro San Francisco, “Historia de Chile 1960-2010”, CEUSS).

El GAP y el MIR


Uno de los aspectos más controversiales del Gobierno de la Unidad Popular fue la existencia del Grupo de Amigos Personales (GAP), una organización de tipo paramilitar, fuertemente armada, que se conformó como guardia personal del mandatario, ya que la izquierda pensaba que solo un grupo que fuera absolutamente leal al Presidente y al proyecto político de la Unidad Popular podía velar por la seguridad de Allende.

Ante los cuestionamientos de la oposición, en el oficialismo respondían señalando que los asesinatos de Schneider y Pérez Zujovic justificaban la existencia de este grupo, integrado, entre otros, por miristas y sobrevivientes de la guerrilla del “Che” Guevara.

“Las críticas al GAP se magnificarían con motivo de un incidente el 31 de marzo de 1972, cuando una camioneta Chevrolet de la Dirección de Asistencia Social de la Presidencia sufrió un choque en el poblado de Curimón. Carabineros detuvo a sus dos ocupantes, que eran miembros del GAP, descubriéndose que llevaban un cargamento de municiones para metralletas, una granada del Ejército, manuales de guerrillas y planos para ubicar establecimientos militares en las provincias de Valparaíso y Aconcagua” (“Historia de Chile 1960-2010”, CEUSS).

La violencia política que azotaba al país estaba tan presente, que ni el campo pudo escapar de ella. “El MIR, inspirado en la Revolución Cubana, promovió la vía armada en el campo a través del Movimiento Campesino Revolucionario. Tuvieron como base de sus operaciones la Región de La Araucanía, donde, bajo consignas como ‘tierra o muerte’ ocuparon el predio Tres Hijuelas, fundando ahí el Campamento Lautaro. En un importante discurso en Temuco, en noviembre de 1971, el líder del MIR, Miguel Enríquez, llamaba a ‘expropiar toda la gran propiedad agraria sin indemnización’ y a ‘instaurar un gobierno revolucionario de obreros y campesinos’”, escribe José Manuel Castro en “Violencia y muerte en el campo chileno”.

Patria y Libertad


La derecha más extrema también “aportaba” lo suyo a este ambiente de violencia. Fue así como en abril de 1971 nacía el Movimiento Nacionalista Patria y Libertad, que buscaba concentrar a gente “que tenía una gran inquietud por luchar en contra del Gobierno de Salvador Allende, pero frontalmente, sin ningún tipo de escrúpulos parlamentarios o de cosas por el estilo”.

“En efecto, por un tiempo sus militantes serían los únicos opositores capaces de defenderse por la fuerza de los puños y de los palos para permitir a algunos sectores de oposición manifestarse en la calle. Fue destacada su participación en la Marcha de las Cacerolas Vacías, en diciembre de 1971, todo un punto de inflexión” (“La Revolución Inconclusa”).

Informaciones de la época también vinculaban a Patria Libertad con algunos de los cerca de 80 uniformados que el 29 de junio de 1973 protagonizaron la rebelión posteriormente conocida como el “Tancazo”: al mando del coronel Roberto Souper, y apoyados en más de una decena de tanques, se dirigieron a La Moneda, provocando un cruento intercambio de disparos con francotiradores que rodeaban el palacio presidencial. Si bien el hecho fue controlado en pocas horas por el mismo Ejército, dejó un saldo de 22 fallecidos.

El 26 de julio, el país se veía impactado por el asesinato del edecán naval de Allende, capitán Arturo Araya, quien fue baleado por extremistas opositores cuando se encontraba en el balcón de su casa, de calle Fidel Oteíza. Los jefes de partidos de la UP destacaron la lealtad del comandante, cuya última acción “fue enfrentar con valentía a la banda fascista que lo asesinó”.

Y un mes después, el 29 de agosto, era asesinado, por un disparo percutado por un militante de izquierda, el teniente de Ejército Héctor Lacrampette... una de las últimas víctimas de la violencia política que se vivió durante la Unidad Popular.


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