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Zarko Luksic (Amarillos por Chile): "Votar En contra es mantener un sistema político inestable, ingobernable"

“Es un buen texto”, dice el abogado respecto de la propuesta del Consejo que, a su juicio, “le da viabilidad a Chile, permite cambio, es capaz de hacernos salir de este atolladero, de este pantano en que estamos, de 12 años en que no hay crecimiento económico”.

17 de Noviembre de 2023 | 07:48 | Por Nadia Cabello F., Crónica Constitucional
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Zarko Luksic.

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Con el inicio hoy de la franja televisiva, y a un mes del plebiscito del 17 de diciembre, la campaña electoral entra en tierra derecha.
Zarko Luksic, abogado, académico de la U. de los Andes, exsubsecretario del Trabajo durante la primera administración de Michelle Bachelet, exdiputado DC y hoy miembro del comité constitucional de Amarillos por Chile, cree que “hay muchas posibilidades de que la gente termine votando A favor”. Y argumenta: “Si realmente a mí no me gusta el origen de la Constitución de 80, voy a votar A favor; si efectivamente necesitamos una institucionalidad que persiga a los corruptos, (en la propuesta) está la agencia contra la corrupción; si necesitamos un mayor rol del Estado a través de instituciones que defiendan a las víctimas, está acá; si yo soy de regiones, hay un impulso para descentralizar (...)”.

—¿Por qué deciden apoyar el texto?

—Nosotros participamos en el grupo que diseñó el itinerario del nuevo proceso y las 12 bases que son el sustrato de este proyecto. E hicimos un discernimiento bastante profundo desde el punto de vista jurídico y observamos, primero, que se cumplían las 12 bases en su cabalidad (...) Se mantiene la tradición jurídica en lo que se refiere al sistema político, un gobierno representativo, presidencial, separación de poderes, Congreso bicameral, un Estado unitario descentralizado, cuestiones que estuvieron en controversia en el texto de la Convención. En segundo lugar, Amarillos y Demócratas trabajamos juntos y pusimos especial énfasis como partidos de centro y centroizquierda en dos elementos vitales para nosotros: el Estado social y democrático de derecho y un sistema donde existe un rol del Estado, pero a la vez hay un sistema de mercado, lo que se denomina un sistema social de mercado desde el punto de vista económico”.

Asimismo, señala “para nosotros es muy importante que se consagren derechos sociales amparados a través de acciones de protección y se agreguen nuevos como vivienda y acceso al agua y al saneamiento (...) El modelo que se instala en este texto es el que uno puede observar en países desarrollados que han logrado equilibrar Estado social y democrático de derecho con un Estado subsidiario, donde se le permite al sistema económico actuar a través del mercado. Es una muy buena mixtura que se plasma y en eso supera notablemente a la Constitución del 80”.

—Durante años, algunos sectores argumentaron que la subsidiariedad se opone al Estado social. ¿Eso queda descartado con este texto?

—Queda absolutamente descartado. Son complementarios y lo que le falta a la Constitución del 80 es precisamente este principio del Estado social que se incorpora ahora. Hay un complemento que es tremendamente virtuoso desde el punto de vista económico, social y cultural.

—¿Cómo entiende usted que la izquierda, que durante décadas pidió cambiar la Constitución, que dijo que Chile necesita un Estado social, ahora vote en contra de la propuesta que lo incluye?

—Es realmente sorprendente, porque todas las banderas que levantó la izquierda respecto del Estado social y democrático de derecho hoy día no las mantienen y yo creo que es por una cuestión puramente política. En el momento en que se produce la elección del Consejo, donde la derecha obtiene una gran mayoría, yo creo que la izquierda oficialista abdica de seguir debatiendo y construyendo una nueva propuesta. Muchos de ellos dicen que la solución que hubieran preferido es el texto de los expertos, pero si uno hace un análisis concienzudo, no hay mucha diferencia: un 70, 80% del texto de los expertos está plasmado acá. Incluso, en algunas materias hubo un intento del sector de más de derecha, y a través de nuestra participación y de otra gente de la centroderecha, se lograron rechazar cosas como la jurisdicción militar, la libertad de conciencia institucional...

—Usted ha dicho que el texto no es perfecto. ¿Qué temas cree son perfectibles?

—No es perfecto. Ninguna Constitución es perfecta. Claramente se podría remirar, por ejemplo, en materia de tributos. Yo creo que es una exageración aquello de que —lee el texto— “el Estado deberá compensar las cargas públicas discriminatorias, desproporcionadas o de alcance retroactivo”. Esta es una práctica que se realiza en algunos lugares de Estados Unidos y este trasplante hacia esta Carta Fundamental, en la práctica, esa ley sería tan complicada que va a tener poca viabilidad. Después, si ya hablamos de libertad de conciencia y libertad de religión, me parece exagerado volver a señalar que los padres o tutores, según sea el caso, tienen derecho a educar a sus hijos o pupilos y a elegir la educación religiosa, espiritual y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Podríamos haber sido más pulcros, más austeros en las palabras. En el tema de nombramientos del Poder Judicial, nosotros siempre estuvimos por que hubiera alguna participación de la Corte Suprema, que no fuera mayoritaria, pero que sí tuviera una participación, y también en el tema de esta potestad disciplinaria.

“Más que estar en contra de algunas definiciones, tengo la impresión de que hay muchas materias que son propias de ley. Esta Carta Fundamental, si se aprueba como creo que se va a aprobar, después debería tener una suerte de aggiornamiento en un momento de mayor tranquilidad del país, porque hay que reconocer que está influenciada por la contingencia”.

—Quienes rechazaban la propuesta de la Convención afirmaban que ponía en riesgo al país. Los temas que usted menciona que habría que remirar en la propuesta del Consejo, ¿no son igualmente riesgosos?

—Categóricamente no. No. Son textos absolutamente diferentes en cuanto a su efecto. La propuesta (de la Convención) establecía un sistema unicameral, una justicia indígena, hablaba de naciones indígenas, de un Estado plurinacional. Son ideas que no obedecen a la realidad de Chile. En esta (la del Consejo), quizá uno de sus defectos es que responde de manera muy directa a situaciones que está viviendo el país: inmigración, delincuencia, propiedad de los fondos previsionales. Estoy dando tres casos que desde el punto de vista de la perfección del texto quizá no deberían estar, pero sí responden a realidades que existen en el país. Sin lugar a dudas, esta propuesta da respuesta al tema de la delincuencia y se crea una agencia en materia de defensa de las víctimas. En materia de corrupción, sí se crea una agencia de probidad. Uno se pregunta, ¿será necesario, si tenemos la Contraloría? Y, pensándolo, yo creo que sí es necesario. Las constituciones tienen que dar una señal y aquí se está dando una señal de la lucha contra la corrupción.

—Pero se podría argumentar, y es algo que se le criticaba a la Convención, que no porque algo se escriba en la Constitución va a cambiar inmediatamente…

—Claro, de ninguna manera, pero son señales que quizá la gente está esperando. Desde el punto de vista del preciosismo jurídico, y de nosotros que somos profesores de Derecho Constitucional, puedo encontrar que es aberrante desde el punto de vista de la formalidad, pero una Constitución tiene que conectar con el momento que se está viviendo (...) Este es un texto que va a permitir que el Estado tenga un rol más preponderante en materia de salud, de ninguna manera lo prohíbe. O que tenga mayor preponderancia en materia de seguridad social; no hay ningún impedimento para que el Estado haga una gran administradora previsional. Y tiene derechos muy buenos. Se ha dicho que es “antimujeres”, pero tiene sala cuna, conciliación de vida familiar y trabajo, participación de las mujeres en política, paridad.

—En octubre se conoció una alerta de Amarillos donde manifestaban que los extremos políticos “nos tienen ad portas de uno de los fracasos políticos más graves de nuestra historia democrática”. ¿Qué cambió para que se definieran A favor?

—Para nosotros cambió algo muy importante que me tocó vivirlo junto con Andrés Jouannet y Gonzalo García, que estuvimos ahí en la negociación, y la izquierda no accedió a ninguna de las propuestas que nosotros hacíamos para mejorar el texto. Hicimos una indicación que permitía que la huelga se regulara a través de la ley y no restringirla a la negociación colectiva o dejar la negociación colectiva más abierta. La izquierda no lo aprobó. Intentamos conversar, pero la estrategia de la izquierda fue obstruccionista.

“Y, además, leímos con calma la propuesta, porque muchas veces uno en el debate se centra en algunos aspectos del texto. Lo miramos en su totalidad y es verdad que es un buen texto. Lo que pasa es que se concentran en algunas materias que quizá habría sido mejor haberlas resuelto de otra manera, pero es un buen texto: le da viabilidad a Chile, permite cambio, es capaz de hacernos salir de este atolladero, de este pantano en que estamos, de 12 años en que no hay crecimiento económico. Las cartas fundamentales también ayudan a generar un clima de mayor capacidad de buscar acuerdos. Si se vota En contra, vamos a seguir empantanados en esta discusión y yo creo que es bueno salir”.

—¿Qué se juega Chile en este plebiscito?

—Yo creo que el cambio. Votar A favor significa un cambio. Votar En contra es la continuidad, es mantener el statu quo, es mantener un sistema político inestable, ingobernable, que lo tiene trabado. Y yo creo que esta propuesta permite tener otra mirada, cambiar el folio por un buen tiempo. Podría haber modificaciones posteriores, pero al menos permite destrabar y empezar a preocuparnos del crecimiento, de sacar adelante las leyes. Permite terminar con una Constitución que desde el tiempo del Grupo de los 24 en que yo participaba, consideraba que era una Constitución ilegítima en su origen y que puede haber tenido muchas reformas y puede haber mejorado mucho, pero nadie le va a quitar el sello de que es la Constitución “de cuatro generales” como dice el Presidente.

—¿Qué les pasa a ustedes, como Amarillos, cuando les dicen que están aprobando un texto de derecha, que están trabajando con la derecha? Porque ustedes efectivamente en los últimos dos plebiscitos han tomado la misma opción que la derecha.

—Nosotros somos partidos donde hay gente de centro y también de centroizquierda, que estamos mirando el futuro del país, no estamos con una calculadora. Por ejemplo, el 5% de umbral para tener representación parlamentaria es algo que nos perjudica directamente: nosotros ni cerca vamos a estar de ese 5%, pero creemos que es lo mejor para el país. Creemos que la rebaja de diputados de 155 a 138 es una buena señal para la ciudadanía. Creemos que reducir los distritos de 8 a 6 diputados también va a significar menos partidos. Hoy existen 22. Con solamente la regla del 5%, los cálculos que hemos hecho es que vamos a llegar a siete. No es solamente un tema de números, significa que va a haber mayor estabilidad, mayor facilidad para llegar a acuerdos, una representación más legítima, acorde con el electorado y no como hoy, que hay parlamentarios que salen con 1%. Yo cuando opino de la Constitución lo hago no desde la trinchera política, estoy realmente poniendo los textos al frente y ante esta circunstancia a la cual nos vamos a ver enfrentados en el plebiscito, sin lugar a dudas que esta propuesta, con defectos, es muy superior a la Constitución del 80 (...) Si alguien serio me dice que la Constitución del 80 es mucho mejor que la propuesta, perdóneme, hay ignorancia o simplemente mala fe, porque claramente en dos aspectos principales, estructurales, como el Estado social y democrático de derecho y Estado descentralizado, la propuesta es muy superior.

“Este es un texto que interpreta a nuestra gente desde el punto de vista del pensamiento socialdemócrata y socialcristiano”.

—¿Cuáles van a ser sus énfasis en esta campaña?

—Yo creo que nuestro leitmotiv tiene que estar puesto en que este texto interpreta a la socialdemocracia y al socialcristianismo. Y ahí hay que poner los énfasis: Estado social y democrático de derecho, Estado unitario descentralizado. Lo otro es que este texto significa un cambio y dejar atrás una Constitución que desde su origen es ilegítima, por lo tanto, significa terminar un debate que ya nos tiene cansados y esta es una buena oportunidad. Y de ahí vamos a ir construyendo en cada uno de los aspectos que ofrece respecto de mujer, pueblos originarios, delincuencia, probidad, etcétera.

Este artículo es parte del suplemento Crónica Constitucional publicado por el diario El Mercurio el viernes 17 de noviembre de 2023.
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