Columna de Astronomía | El universo también se estudia desde un Boeing 747
Mientras la mayoría de los telescopios observan desde tierra o desde el espacio, hay uno muy especial que se sube a un avión para trabajar entremedio.
11 de Enero de 2017 | 09:26 | Por Gaspar Galaz
Por Gaspar GalazAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile
Doctor en astrofísica de la Universidad de París y fue investigador postdoctoral de la Carnegie Institution for Science (EE.UU.). Actualmente es profesor asociado del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, del cual también es su director, miembro del Centro de Astro-Ingeniería UC e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).
La astronomía basa sus descubrimientos a partir de observaciones hechas en tierra o desde el espacio. Desde "acá" es posible detectar luz visible, pequeñas ventanas del espectro electromagnético en el infrarrojo cercano y algo de ultravioleta, así como también bandas sub-milimétricas y milimétricas, y ondas de radio de baja frecuencia. Todas las demás ondas deben ser captadas desde el espacio, pues son absorbidas por la atmósfera terrestre. Por ello tenemo telescopios espaciales como Galex (que detecta ultravioleta), Herschel en el infrarrojo lejano, NU-star en rayos X, etc.
Pero el ingenio humano es sorprendente. Existe una ventana en el infrarrojo, para lo cual no es posible realizar observaciones desde tierra, pero tampoco es obligatorio hacerlas desde el espacio. Basta con realizarlas donde casi no hay vapor de agua: la estratósfera. Un Boeing 747SP (Special Performance) especialmente adaptado, está equipado con un telescopio de 2,5 m de diámetro, el que puede observar la porción del infrarrojo que es absorbida por las capas más bajas de la atmósfera, pero no por la capa intermedia o estratósfera. El conjunto avión y telescopio es llamado SOFIA (Stratospheric Observatory For Infrared Astronomy). Es administrado y operado por la NASA, la Agencia Aeroespacial Alemana, la Universities Space Research Association (USRA) en EE.UU., y el Instituto Alemán SOFIA (DSI, en la Universidad de Stuttgart), y ha funcionado desde hace unos 10 años.
Volando entre 37 mil y 45 mil pies de altitud (entre 11 y 13 km), una gran compuerta del avión se abre para que el telescopio pueda realizar observaciones con sus 8 instrumentos. Durante el viaje (cada misión puede durar 10 horas), se compensa el movimiento de las turbulencias del vuelo con un sistema de giroscopios muy rápidos, los que permiten "fijar" sin temblor alguno el objeto astronómico en la imagen por varias horas. Además, el colchón de aceite en el que descansa el telescopio amortigua algunos movimientos propios del vuelo del avión.
Volando entre 37 mil y 45 mil pies de altitud (entre 11 y 13 km), una gran compuerta del avión se abre para que el telescopio pueda realizar observaciones
Gaspar Galaz
El telescopio ha generado nuevos conocimientos especialmente sobre la física del polvo interestelar y su relación con la formación de estrellas en nuestra galaxia, y la observación de objetos del Sistema Solar, como los planetas y cometas. También ha permitido responder preguntas sobre galaxias cercanas que tienen propiedades extraordinarias en su formación estelar.
Como algunas ideas de diseño y soluciones imaginativas, la operación del telescopio es cara, comparado con otros instrumentos (cada misión cuesta unos US$ 300,000), y lo usa una comunidad relativamente pequeña de astrónomos. Esto ha hecho que el proyecto esté en riesgo cada año, ya que sucesivos ajustes presupuestarios de la NASA y de la agencia alemana lo dejan en la cuerda floja a menudo. Sin embargo, el proyecto ha resistido fundamentalmente porque es en sí, tal como lo fue el Concorde, bello y muy original. Además no tiene fecha límite de operación, como es el caso de los telescopios espaciales.
Curiosamente, en la última FIDAE realizada en marzo 2016, SOFIA estuvo a punto de hacer su aparición en Chile, pero por razones que escapan a mi conocimiento no fue posible. Mientras SOFIA permanezca en vuelo, existirá la posibilidad de verlo en vivo en el país, y seguirá abierta la oportunidad para realizar observaciones con este valioso instrumento para la investigación. De hecho Chile sería una base de operaciones muy interesante en el sur, hemisferio donde vuela muy poco. Es posible que el apoyo de otras naciones, incluyendo a Chile, permita que este hermoso instrumento astronómico siga funcionando, generando nuevo conocimiento, iluminando nuevas preguntas e inspirando a mentes originales.