SANTIAGO.- 2016 no fue fácil para Samsung. Los buenos resultados de los teléfonos Galaxy S7 se vieron opacados en la segunda mitad del año luego que el esperado Galaxy Note 7 tuviera que ser retirado del mercado debido a problemas en su batería que lo dejaban en riesgo de incendio. Ahora la firma surcoreana vuelve, buscando recuperar la confianza de los clientes y del mercado, con el Galaxy S8.
Por la presión del Note 7 y los riesgos de diseño que toma, los modelos S8 (el estándar de 5,8 pulgadas y la variante "+" de 6,2) son los teléfonos más importantes que ha hecho Samsung en años, y son mayoritariamente un éxito (probamos el S8+, pero los comentarios se aplican también al modelo base ya que la única diferencia es su tamaño de display y su batería, con más capacidad para el equipo más grande).
Lo más llamativo del S8 es su pantalla, que cubre casi por completo la parte frontal. Samsung lo bautizó como "infinity display", apuntando a que hacia los lados la pantalla parece no tener fin, gracias a las curvas que el modeló heredó de los Galaxy S6 y S7 Edge. Parte importante de la novedad también está en la reducción al mínimo de los bordes arriba y abajo, lo que se logró eliminando el botón físico de inicio. También destaca el nuevo aspecto de pantalla, que deja el tradicional 16:9 para pasar a un 18:9, que se traduce en una pantalla "más alta". Esto tiene efectos positivos -hay más espacio útil- pero también tiene efectos secundarios en el hecho de que ahora casi todos los videos se ven con franjas negras a cada lado.
La pantalla es sin duda la mejor que se ha ocupado en un smartphone, al menos en el mercado local. El uso de la tecnología OLED permite una muy buena reproducción de colores, acompañada de la alta resolución del display.
En su interior el S8 cuenta con el último procesador Exynos de Samsung, 4 GB de RAM y 64 GB de almacenamiento (ampliables vía microSD). Esto, sumado al uso de Android 7.1 Nougat (más una capa de personalización de Samsung que por primera vez no molesta y de hecho suma interesantes detalles, como una llamativa animación cuando llega una notificación) permiten un muy buen rendimiento. Esto motiva a, por ejemplo, sacar provecho de la pantalla más grande y usar el sistema para tener dos apps en el display al mismo tiempo.
La cámara -técnicamente la misma del año pasado, al menos en hardware- sigue logrando muy buenos resultados, tanto en video como en fotografías. A su capacidad para buenas capturas se suma ahora la inclusión de filtros y "máscaras" virtuales, similares a la de Snapchat.
Lo innecesario
Una de las novedades que Samsung ha impulsado en el S8 es el asistente digital Bixby. Es tan importante que incluso tiene su propio botón, ubicado al lado izquierdo del dispositivo. Pero lamentablemente, por ahora Bixby no hace mucho. No cuenta con funciones de voz (como otros asistentes como Siri, Alexa o el Assistant de Google) y sus capacidades de entregar información adelantándose a las necesidades del usuario no superan las de Google Now (disponible en el teléfono, aunque escondido). Su función para identificar objetos y ofrecer comprarlos en Amazon es interesante, pero no pasa más allá de eso.
Bixby no es el único problema del teléfono. La ubicación del lector de huella dactilar es una mala idea de diseño en un equipo que tiene pocas. El sensor fue trasladado a la parte trasera del dispositivo -como se hace en muchos smartphones Android- pero dejándolo al lado del lente de la cámara, haciendo que sea muy fácil confundir ambas partes. El S8 incluye otros dos métodos de desbloqueo biométrico: reconocimiento facial y un lector de iris, pero el primero puede ser engañado con una foto y el segundo no funciona si se usan anteojos. Además, ambos funcionan de tal manera que hacen imposible la revisión de notificaciones en la pantalla de bloqueo.
También hay que mencionar el audio, que con un solo parlante ubicado en la parte inferior, no es tan bueno como en otros tope de línea. Es una queja que puede parecer menor pero en este rango de precio (sobre $650 mil) toma mayor importancia. Por otro lado, hay que destacar la inclusión de los audífonos AKG que vienen con el teléfono y que entregan buena calidad de audio.
En cuanto a batería, los teléfonos logran resistir un día de uso, pero no ofrecen más allá de eso. Samsung argumenta que el uso de nuevos procesadores de 10 nm y sistemas de software para ahorro de carga compensan el hecho de que los teléfonos no incluyen baterías más grandes que el año pasado pero sí usan pantallas de mayor tamaño. Además, dice la compañía, permitirá una menor degradación a largo plazo.
El problema que tiene Samsung es que la crisis del Note 7 posiblemente esté en la mente de muchos usuarios. Y con razón: fue un problema público, que puso en riesgo a muchas personas. Si bien la compañía ha aplicado una serie de medidas para evitar que la situación se repita (incluyendo una revisión de ocho puntos para sus baterías), la situación actual del S8 es similar a la de ese teléfono tras su lanzamiento, con muy buena crítica especializada e interés del público. Si los usuarios son capaces de superar ese antecedente y optan por el S8, recibirán un teléfono que busca innovar y que en varios puntos -en particular su pantalla- puede definir el futuro del mercado del smartphone.