LIMA.- En un descampado de un barrio pobre de Lima, un santuario prehispánico de 3.500 años que ha sobrevivido a invasiones, construcciones y hasta atentados con dinamita del grupo guerrillero Sendero Luminoso. Hoy, arqueólogos desentierran sus muros con diseños esculpidos en alto relieve.
Se trata de unos frisos de rasgos felinos en barro de varios colores, muy parecidos a los hallados en piedra en la cultura Chavín (1500 y 300 a.C.), que se desarrolló lejos de allí en la región andina de Ancash, en la zona noreste del país. Estos diseños se encuentran en una pilastra -columna adosada a una pared- en el atrio ceremonial del santuario Garagay.
Los investigadores también hallaron escalinatas anchas de bloques de barro que dan acceso desde la gran plaza hasta el atrio, donde están los frisos, y de ahí a la pirámide mayor del complejo arqueológico.
"Todo el atrio habría estado rodeado de frisos de colores de alto relieve con marcada presencia de cultura Cupisnique (1500 a 1000 a.C.) y Chavín", explicó el arqueólogo Héctor Walde, quien encabeza el grupo que desde enero de este año intervino el lugar sagrado ubicado en el populoso distrito de San Martín de Porres, en el norte de la capital.
Hace 43 años el arqueólogo Roger Ravines descubrió en el atrio de la pirámide mayor dos frisos, uno parecido a una araña y el otro, un medallón con la imagen de una cabeza de jaguar. En los noventa, ante la falta de vigilancia, fueron destruidos por presuntos vándalos y consumidores de droga que convirtieron el lugar en su guarida.