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Columna de Astronomía | El cambio climático, el Sol y los volcanes

Eventos de enfriamiento global del pasado podrían ayudarnos a mitigar el calentamiento global.

15 de Noviembre de 2017 | 09:33 | Por Márcio Catelan
Por Márcio CatelanAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile

Doctor en astronomía de la Universidad de São Paulo (Brasil), y fue investigador postdoctoral del Centro Espacial Goddard de la NASA y de la Universidad de Virginia (EE.UU.). Actualmente es profesor titular del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, miembro del Centro de Astro-Ingeniería UC, lidera el área “Vía Láctea y Grupo Local” del Instituto Milenio de Astrofísica y es investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA).

El cambio climático se ha transformado, en los últimos años, en tema de muchas discusiones, involucrando igualmente a presidentes de países y a la gente en la calle. Lamentablemente, los argumentos utilizados no son siempre los más acertados. La toma de decisiones por parte de las autoridades, sin embargo, debe estar basada necesariamente en los más sólidos argumentos esgrimidos en el seno de la comunidad científica.

En ese sentido, está muy bien establecido que la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera presenta una fuerte correlación con la temperatura promedio del planeta, y que ha sido así desde hace al menos cientos de miles de años. A la vez, también es cierto que dicha concentración ya ha alcanzado niveles sin precedentes en los últimos milenios, y que eso se debe a efectos antropogénicos, es decir, causados por los seres humanos. Por ende, la temperatura de la Tierra deberá seguir subiendo –y potencialmente en forma muy substancial– en los próximos años y décadas. Las consecuencias, como se sabe, podrán ser catastróficas.

Por otro lado, resulta instructivo mirar los registros históricos, en búsqueda de episodios en que haya ocurrido justamente lo opuesto, es decir, enfriamiento global. En ese contexto, un período relativamente reciente de nuestra historia, la llamada Pequeña Era Glacial (PEG), que se inició a fines del siglo XIII y duró hasta mediados del siglo XIX, surge con especial interés. En ese período, la Tierra experimentó un claro enfriamiento, con inviernos especialmente rigurosos y los glaciares alcanzando su máxima extensión. ¿Podríamos ser capaces de voluntariamente desencadenar una nueva PEG, como forma de contrarrestar los efectos de las altísimas concentraciones de CO2 y los aumentos de temperatura correspondientes?

La Pequeña Era Glacial posiblemente se debió a la combinación de dos factores principales, los volcanes y el Sol

Márcio Catelan
Según el informe del 2014 del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), la PEG posiblemente se debió a la combinación de dos factores principales: los volcanes y el Sol. En efecto, ocurrió un mínimo histórico en el número de manchas solares entre 1645 y 1715, período que quedó conocido como el Mínimo de Maunder (MM). Sin embargo, el hecho de que el comienzo de la PEG haya precedido el comienzo del MM sugiere que la ausencia de manchas solares no fue el principal factor que afectó al clima en ese período. Dicho rol lo habrían tenido las erupciones volcánicas, las que habrían desencadenado el enfriamiento global a través de la emisión de grandes cantidades de dióxido de azufre (SO2) y otros aerosoles en la atmósfera. Luego de eso, las corrientes oceánicas, con sus efectos estabilizadores, habrían asegurado la mantención del clima frío por muchas décadas. Recientemente, se ha propuesto que una descomunal erupción del volcán Samalas, en Indonesia, ocurrida en 1257, sería el evento específico responsable por gatillar la PEG.

Para contrarrestar los efectos del calentamiento global, ¿valdría la pena, entonces, desarrollar técnicas de geoingeniería para producir erupciones volcánicas controladas, o bien para inyectar, en forma artificial, grandes cantidades de SO2 u otros tipos de aerosoles en la atmósfera? Alternativamente, ¿deberíamos intentar controlar la cantidad de radiación solar que alcanza nuestro planeta, como forma de regular su temperatura? Aunque se traten de temas altamente complejos y controversiales, más vale que empecemos el debate ahora, mientras se siguen desarrollando técnicas de captura directa del CO2 atmosférico y tecnologías cada vez más limpias para la generación de energía.

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