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Los niños y los chimpancés disfrutan los castigos que perciben como "justos"

Ante la situación de castigar a alguien que no se ha comportado de acuerdo a las normas, todos los sujetos del estudio valoraron la aplicación de un castigo como respuesta a su actitud "antisocial".

18 de Diciembre de 2017 | 16:03 | EFE
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NatGeo (Archivo)
MADRID.- Los seres humanos pueden sentir angustia ante el padecimiento de otros pero si ese sufrimiento forma parte de un castigo justo, los niños de seis años y los chimpancés valoran que se imponga la justicia, aunque suponga dolor.

Este hallazgo, liderado por científicos del Instituto Max Planck de Neurología y Ciencias Cognitivas de Leipzig, en Alemania, y publicado este lunes en la revista Nature Human Behaviour, aporta una nueva perspectiva de la evolución del castigo entre iguales como herramienta para hacer cumplir las normas sociales y garantizar la cooperación en una sociedad.

Investigaciones anteriores habían demostrado que tanto los seres humanos como algunas especies animales sienten angustia al ver a semejantes lastimados pero, también, que los adultos humanos sienten placer si perciben ese daño como un castigo merecido.

El trabajo se enfocó en "schadenfreude", la palabra en alemán utilizada para describir el sentimiento de alegría que nace del sufrimiento del otro. Para esto, los científicos hicieron un experimento con chimpancés. En él participaron individuos que alimentaban a los animales y que, por tanto, eran percibidos como 'buenos' (prosociales), y otros que les quitaban la comida y que eran vistos como 'malos' (antisociales).

El actuar de los chimpancés

El experimento simulaba agresiones a individuos prosociales y a individuos antisociales; previamente, el chimpancé había aprendido a abrir una puerta para abandonar la sala, es decir, podría evadir la situación.

Sin embargo, los chimpancés no abrieron la puerta prácticamente en ningún caso, fuera quien fuera el individuo golpeado.

El experimento se repitió pero, esta vez, la mitad de la agresión se realizaba tras una mampara que entorpecía la visión del animal, lo que le obligaba a actuar (abrir la puerta) para poder seguir viendo el castigo.

En ese caso, los chimpancés abrieron la puerta de manera proactiva para continuar viendo cómo golpeaban al individuo antisocial, lo que "nos hace pensar que si abren la puerta es porque tal vez efectivamente le gusta verlo", explica Nereida Bueno-Guerra, actualmente investigadora en la Universidad Pontifica de Comillas.

Los niños también disfrutan del sufrimiento de otros

Luego de ver los resultados con los chimpancés, los expertos repitieron la situación con niños de 4, 5 y 6 años en un teatro de marionetas.

Para el experimento de los niños, la dinámica se mantuvo, modificando ciertos aspectos. Al grupo de menores se les entregó unas monedas que podían entregar si querían seguir viendo cómo castigaban a la marioneta antisocial, o quedárselas, y obtener unos stickers como recompensa si no gastaban las monedas.

Los niños de seis años, como los chimpancés, se mostraron motivados, actuaron activamente para seguir viendo cómo castigaban a los individuos antisociales, lo que significa que los chimpancés y los niños de seis años tienen interés por formar parte de un castigo justo, incluso aunque conlleve sacrificios, como dejar de lado los stickers.

En tanto, los de 4 y 5 años, sin embargo, no mostraron comportamientos claros, "probablemente porque aunque comprendan la situación, aún no son capaces de discernir cómo actuar", puntualiza Bueno-Guerra.

El trabajo, por tanto, constata otros hallazgos anteriores que sugieren que los 6 años es una edad importante para el desarrollo emocional y cognitivo del niño, en el que aumentan las conexiones del cerebro que les ayudan a desarrollar estrategias de cooperación, empatía o justicia social.
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