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Columna de Astronomía | El fugaz encanto del rayo verde

Con mucho de mito y romanticismo, este efecto es el resultado de la propagación de la luz a través de la atmósfera cuando se dan condiciones muy especiales de refracción.

11 de Abril de 2018 | 09:45 | Por Leonardo Vanzi
Por Leonardo VanziAcadémico del Centro de Astro-Ingeniería de la U. Católica de Chile

Doctor en Astronomía en la Universidad de Florencia (Italia). Fue investigador postdoctorado en la misma universidad, en la Universidad de Arizona y en el Observatorio Europeo Austral. Fue astrónomo en los observatorios La Silla y Paranal y actualmente es profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile en el área de instrumentación astronómica. Dirige el Laboratorio de Instrumentación del Centro de Astro Ingenieria UC.

Todos nos quedamos fascinados con la magia de una puesta del Sol. Todo paisaje adquiere algo especial al atardecer. Ese color rojo y los matices anaranjados del horizonte se deben a las diminutas partículas presentes en la atmósfera, a moléculas y a minúsculos granos de polvo, los cuales transmiten la radiación de color rojo mientras que esparcen la luz de color azul desviándola. Básicamente, la atmósfera actúa como un filtro. Cuando el Sol está cerca del horizonte, su luz atraviesa una mayor cantidad de aire y, por lo tanto, se aprecia más el efecto de la absorción. Por esta razón vemos el Sol de color naranja al atardecer y al amanecer. Este fenómeno, estudiado por el físico británico Lord Rayleigh, también explica el color azul del cielo durante el día. En este caso la luz solar es desviada por la atmósfera y, como vimos, la luz esparcida tiene color azul.

Sin embargo cuando los astrónomos nos reunimos al atardecer para mirar la puesta del Sol, antes de comenzar una noche de observaciones, no es por el color rojo, sino por ¡el verde! Lo que esperamos ver es el mucho más fugaz e insólito "rayo verde". Este es un fenómeno óptico que se puede observar a simple vista con un poco de paciencia y suerte, e incluso fotografiar. Para ello se necesita el horizonte más libre, limpio y definido posible. De hecho, la más mínima humedad en la atmósfera o la más liviana capa de neblina hacen imposible observar este fugaz fenómeno. Por esta razón, los observatorios astronómicos del norte de Chile son lugares ideales para ello. Bajo estas condiciones únicas, a medida que el Sol se hunde bajo el horizonte límpido, su borde superior mostrará un inconfundible e inolvidable color verde muy intenso y brillante. En su novela "El rayo verde", el escritor Julio Verne habla de "un verde que ningún artista podría jamás obtener en su paleta".

Los observadores más atentos también se darán cuenta que la imagen del borde superior del Sol poniéndose se separa del disco solar

Leonardo Vanzi
Este efecto no es producto del esparcimiento Rayleigh, sino de la refracción atmosférica. En este caso la atmósfera actúa como un prisma dispersando la luz y separando los colores, lo que vuelve al borde del Sol verde.

Los observadores más atentos también se darán cuenta que la imagen del borde superior del Sol poniéndose se separa del disco solar que se va deformando y ensanchando. Esto se debe a un fenómeno de espejismo parecido al que se observa en un camino asfaltado en un día muy caluroso. Las capas de aire muy caliente sobre el asfalto desvían el trayecto de la luz distorsionando la imagen. Es una combinación de la dispersión y espejismo la que origina los rayos verdes más impresionantes.

Algo similar se puede observar al amanecer y los más afortunados podrán incluso observar un rayo azul.

La refracción de la atmósfera afecta la observación de todos los astros, no solamente el Sol, tanto que a menudo los astrónomos ocupan un dispositivo para corregir el efecto (o un corrector de dispersión atmosférica)

Alguien podría opinar que la inquietud de los científicos por analizar incluso una puesta del Sol, termina quitando lo poético y la magia del asombro. Pero el premio Nobel Richard Feynman, en cambio, sostenía que conocer la física de los fenómenos naturales permite asombrarse y capturar incluso más su profunda belleza. Creo que todos los científicos estamos de acuerdo.

Cabe mencionar que la observación directa del Sol puede causar serios daños a la vista, solo los últimos instantes de una puesta del sol sí pueden ser observados sin protección.

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