Sin duda, Samsung es la empresa que más ha avanzado en la idea del teléfono de pantalla flexible, sea este el futuro de la industria o no. Mientras otras compañías siguen experimentando con conceptos, la firma surcoreana acaba de lanzar su tercer (y desde cierto punto de vista, cuarto) equipo de este tipo, el Galaxy Z Fold 2, que recientemente llegó a Chile y que pudimos probar por algunos días.
Siendo justos, el Z Fold 2 se puede revisar desde dos puntos de vista: desde lo que significa para una industria que lleva más de 10 años atrapada en el concepto de “un teléfono es un bloque rectangular de metal o vidrio”, y otro completamente distinto, que es el uso día a día.
Partamos por el primero. El Z Fold 2 es la segunda versión del Galaxy Fold (o la tercera, si se cuenta la edición inicial de la primera generación, que mostró tantas fallas en las revisiones preliminares de expertos que finalmente obligó a retrasar el lanzamiento por meses) y realmente sorprende lo mucho que Samsung avanzó de una generación a otra, solucionando varios de los problemas de la versión 2019.
A diferencia de otros “flexibles”, el Fold se abre como un libro, mostrando una angosta pantalla en su cara exterior, y un display más grande (de 7,6 pulgadas) al abrirlo. Una queja respecto a la edición anterior era que la pantalla exterior era muy chica, pero esta vez se alarga casi hasta los bordes llegando a tener 6,3 pulgadas, haciéndola -en efecto- usable. Mientras, el display anterior también reduce los incómodos bordes, elimina el recorte donde antes se ubicaban las cámaras, reemplazándolo por un pequeño hoyo en la parte superior del display, al estilo de los más recientes Galaxy S. También se cambia el plástico de la pantalla por vidrio, cubierto por un film plástico que, a diferencia de la edición anterior, esconde sus bordes, disminuyendo las dudas de los usuarios sobre si había que quitarlo o no. Puede sonar exagerado, pero fue uno de los problemas de la primera generación y que dañaba el display de manera irremediable.

Más allá de estos cambios que pueden ser imperceptibles para quien no usó el primer Fold, Samsung trajo a esta generación una de las tecnologías más interesantes en el mundo de la telefonía móvil hoy: una pantalla con una frecuencia de actualización mayor, pasando de los tradicionales 60 Hz a 120 Hz, haciendo que toda la experiencia se sienta muy fluida. Es una tecnología cada vez más presente en la gama alta del mundo Android y hace una gran diferencia. La novedad en la implementación de Samsung es que usa una frecuencia variable, haciendo que no se llegue a 120 Hz a menos que sea necesario, administrando de mejor forma la carga de la batería.
La experiencia mixta del uso
Desde el punto de vista de la tecnología, el Z Fold 2 es un triunfo. Deja atrás las limitaciones de una primera generación, acercando la idea de una pantalla flexible a las características que tienen los equipos tope de línea de 2020. Pero aún así, es muy difícil recomendarlo.
Primero, por su altísimo precio de dos millones de pesos. Para algunos pueden valer la pena y es definitivamente un muy buen equipo, pero sea cual sea el teléfono, es un precio muy alto por un smartphone.
Segundo, la experiencia de uso. Con un peso de 282 gramos y un grosor de casi 17 milímetros cuando está cerrado, el Fold es un teléfono grande. Demasiado grande para un bolsillo, y aún más grande si se suma una carcasa para proteger su exterior, principalmente de vidrio.
Más allá de esto, el Z Fold 2 es un teléfono que le pide mucho a sus usuarios. Pide que aprendan a escribir en una pantalla muy delgada en la cara exterior y en otra que es muy ancha -cuadrada- en la interior, donde se necesita usarlo con dos manos, con un teclado que por defecto viene dividido en dos, un lado en cada mitad del display.
Es un teléfono que pide concentración, donde el uso con la pantalla interior requiere intencionalidad; hay que querer abrirla y enfrentar lo que, en efecto, es una mini tablet. Y que sufre parte de los problemas que Android ha mostrado durante años en tablets: aplicaciones que se muestran estiradas para cubrir la pantalla completa o, en el caso de Instagram, que ni siquiera se esfuerzan en eso y se muestran rectangulares en una pantalla cuadrada, con grandes barras negras de espacio vacío a cada lado.
El Z Fold 2 también requiere que el usuario entienda que la pantalla exterior y la interior son entidades distintas. Que personalizar una con los iconos que se quiere no significa que la otra también refleje el cambio. También requiere aprender un sistema para dividir la pantalla grande en hasta tres espacios, para usar múltiples aplicaciones a la vez, que aunque es complejo, es ciertamente útil.
El Galaxy Z Fold 2 es un triunfo tecnológico. A tal punto que hasta ahora, no hemos hablado de temas como la bisagra, porque parece ser segura, firme y está protegida por piezas y cepillos que disminuyen el riesgo de que se ensucie; o de la cámara, que siguiendo con lo logrado por Samsung en equipos recientes, logran muy buenos resultados, particularmente en fotos.
Su precio lo aleja de un porcentaje importante del público, pero más allá de eso y de lo mucho que pide de sus usuarios, el Z Fold 2 es una demostración que la tecnología de los teléfonos de pantalla flexible existe, está avanzando rápido y tiene justificación. Ahora sólo falta que baje de precio.