El mundo está cambiando, pero en especial el universo femenino, es el que está viviendo una verdadera revolución. Ya no se trata de compararnos con hace 50 años; no. Basta con mirar comparativamente los censos realizados en Chile en 1992 y 2002 para darnos cuenta de la profunda transformación que está ocurriendo al interior de las familias de nuestro país, y en particular en la vida de la mujer.
En la última década,
la chilena ha incrementado su escolaridad y su calidad de vida. Y, por cierto, también ha aumentado su presencia en el mercado laboral. Hoy están más preparadas y caminan a paso seguro en las grandes y pequeñas empresas, demostrando ser altamente productivas y competentes.
Tanto, que hoy el 36% de las mujeres trabaja fuera de su casa. Además, una de cada tres familias tiene a una mujer como jefa de hogar. Estas transformaciones sociales han tenido grandes beneficios, pero también costos relevantes, no sólo para el género femenino, sino para toda la sociedad.
Las cifras hablan solas: En 10 años han nacido 230 mil niños menos. La tasa de natalidad bajó de 3,6 hijos por mujer, a 2,3. Y, según cálculos de algunos economistas, en 2010 será de 2 hijos, lo que equivale a decir que la población no crecerá. Chile envejece. Y son pocos los alarmados, cuando debiera ser
la sociedad entera la convocada a dar soluciones a los problemas que ha traído consigo la modernidad.
Pero no basta con sostener un discurso en favor de aumentar las tasas de fertilidad, sino que hay que generar políticas públicas concretas que ataquen el problema de fondo; esto es, que realmente ayuden a compatibilizar el trabajo con el cuidado de los hijos.
Que promuevan el equilibrio entre la crianza y la vida laboral.
En el mundo, este tema ya está presente en los grandes debates de la agenda pública. En Chile también está empezando a emerger con fuerza, y a comprenderse su trascendencia. En los últimos meses ya ha sido parte de la discusión pública, con dos proyectos que han generado polémica:
el que busca cambiar la normativa de los posnatales y el de flexibilidad laboral.
No se trata de paternalismos, sino de un problema de la sociedad completa, de hombres y mujeres. Ella cumple un rol vital e irreemplazable en la familia, pero también tiene un aporte que hacer en la empresa. Sobre todo si no se la obliga a jugar sólo con las reglas masculinas, perdiendo gran parte de su esencia e identidad.
Las mujeres tienen su propio sello de liderazgo, y para marcar la diferencia es necesario abrir nuevos caminos, tal como lo han hecho estas 10 empresas que hoy premiamos como las mejores para las madres que trabajan.
Convocadas por
Chile Unido y Revista Ya, por segundo año consecutivo, estas compañías se atrevieron. Se atrevieron a revisar sus políticas pro familia y a ver cuántas de éstas han ayudado a que sus empleados hagan más compatibles la vida laboral con la familiar. Con altura de miras, estas empresas asumieron el desafío actual: mirar a la mujer en su plenitud, asumiendo su doble rol como un plus.
1.- Asociación Chilena de Seguridad
2.- Banco Security
3.- Universidad de Concepción
4.- Procter & Gamble Chile
5.- Unilever Chile
6.- Banco de Crédito e Inversiones
7.- Tuxpan Ingeniería Ltda.
8.- 3M Chile S.A.
9.- Instituto Chileno de Medicina Reproductiva
10.- Grupo Santander Santiago
